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Cosmologías, Parte I
Miguel Ramón Moldes
Universidad Complutense de Madrid, España
Más cerca que nunca del Big Bang. Fuente: quo.es |
En continuación con la anterior sesión del Seminario Realidad y Proceso, en la que hablamos del tema de las estructuras, esta vez tratamos el tema acerca de la estructura misma del universo, «entes» y de la cosmología, en definitiva, de metafísica y física. Esta sesión tomó lugar el 3 de diciembre de 2020, siendo expuesta por la Dra. Pilar Ruiz-Lapuente (Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España) y moderada en el debate por la Dra. Karolina Enquist Källgren (Universidad de Estocolmo). En esta primera parte de la crónica relatamos la presentación y el desarrollo a cargo de la Dra. Ruiz-Lapuente, y en la segunda parte nos enfocaremos en el debate que siguió.
1. Presentación
La Dra. Ruiz-Lapuente hizo una presentación de las páginas a tratar de la obra de Zubiri «Estructura dinámica de la realidad»1, clarificando el orden de los puntos que Zubiri aborda: 1) Aristóteles o la visión substancial del universo, 2) El siglo XIX y la visión sistemática del universo y 3) El dinamismo estructural de la realidad.
Bien, en torno al primer punto, Zubiri toma la posición de Aristóteles como la de exponente de todo el mundo griego. Aristóteles parte del estudio de cada una de las cosas, que para él son substancias en el sentido de ὑποκείμενον, hypokeimenon, o compuesto subjetual de materia y forma, de la que brotan una serie de propiedades. La substancia es la raíz de lo que brota, lo que Aristóteles denomina δυνάμεις, dínamis (potencias), es decir, las facultades o capacidades de una substancia, en tanto determinada substancia de algo concreto, de llegar a ser lo que tiene que ser. Las potencias son, en una u otra medida, distintas de la substancia misma2. La Dra. Ruiz-Lapuente resalta en este punto que Zubiri destaca la concepción de dinamicidad de la naturaleza que Aristóteles tiene en mente; no obstante, remarca Zubiri que la noción de substancia en tanto acto y de potencia, es determinante en la filosofía del estagirita, toda vez que de lo que emerge el movimiento y por ende la potencia, es del acto de la substancia. Puede ser por la influencia o relaciones físicas de una substancia con otras, o puede moverse la substancia a sí misma, pero en tanto que “otra”3.
Zubiri trae a colación otra definición de potencia en Aristóteles, que es la de posibilidad, es decir, los distintos actos posibles que una substancia, o sujeto concreto, no es actualmente, pero pueden darse las condiciones de la posibilidad de que llegue a serlos. No obstante, Zubiri se va centrar aquí en el primer sentido de potencia4.
La Dra. Ruiz-Lapuente destaca en este punto cómo Aristóteles siempre da primacía metafísica al acto frente a la potencia. Esto lleva a Zubiri al concepto de ἐνέργεια, energeia, que Zubiri aquí entiende concretamente en la definición de Aristóteles como tal realidad en acto que está en actuación. Aristóteles no entiende la energeia como la actividad misma, sino como la actividad que emerge de tal cosa, en tanto que tal cosa está en acto. En definitiva, la energeia consiste en la actividad que emerge de una cosa en acto que, en tanto acto, es un acto actuando. Es así, como entramos a la noción de cambio y devenir en Aristóteles.
Para Aristóteles el movimiento consiste primeramente en ser un acto inacabado. En tanto que, lo primero5 es ser en acto, cambiar es transitar a ser otro acto, el cambio mismo es tránsito entre actos, entonces, el cambio es justamente un acto inacabado.
Es así, ya que lo primero es el acto, que a Aristóteles le interesa, no el movimiento per se, sino el movimiento de tal móvil, de tal substancia, de tal acto. Aristóteles entonces entiende el cambio y el movimiento como las potencias que emergen de tal acto y que por ello están actuando, llegando a ser otro acto, que el acto inicial aún no es.
Y dado que esta concepción aristotélica del mundo, como cosas en acto, que tienen distintas potencialidades de ser otras cosas en acto, entonces cambio y movimiento son similares al devenir, de acuerdo a Aristóteles. En definitiva, cada cosa es un acto propio en sí mismo, y tiene una individualidad concreta del resto de las cosas, entonces, el universo consiste en el conjunto de todas esas cosas, de esos actos. Aristóteles le denomina, por eso, τάξις, táksis (orden de substancias).
Zubiri, entonces, aquí lanza una serie de preguntas críticas: ¿realmente son distintas las potencias y los accidentes de la substancia misma? ¿Se puede hablar realmente de substancia en tanto que acto subyacente a los cambios? ¿Realmente el devenir es similar al cambio? Si la cosa en acto «A» cambia hasta otra cosa en acto «B», ¿se puede decir realmente, que en ese cambio hasta «B» seguía siendo «A» en acto? ¿O hay que concebir el asunto más bien desde la actividad y no desde el acto? Y por último, ¿realmente el universo es un conjunto de substancias individuales, la táksis? ¿O más bien, las cosas son fragmentos del todo, al que llamamos universo?
La Dra. Ruiz-Lapuente pasó entonces a comentar cuál es la concepción del devenir y de la estructura del universo en el siglo XIX según Zubiri en esta obra. Se trata de una concepción, en principio, opuesta a la de Aristóteles. Aquí el universo es primo et per se un sistema de conexiones, y esto es la noción física de campo. Así, para Zubiri, el universo mismo es un campo. Lo que llamamos «las cosas materiales y reales», son solo los puntos de aplicación de las conexiones de ese campo. Es así, que las cosas son secundarias, en tanto derivadas de lo primero y fundamental, que es la red de conexiones que constituye el campo, que a su vez está constituido de una serie de leyes físicas en su estructura que son, en sí mismas, dinámicas. Así las cosas, el universo es intrínsecamente devenir, no en el sentido de “cambio”, sino de “proceso”6.
La Dra. Ruiz-Lapuente, entonces, comentó brevemente algunos de los puntos críticos que Zubiri pone en cuestión de esta concepción.
En primer lugar, en la física actual, no en la de Maxwell, no es claro que el campo sea lo que se ha dicho hace un momento, es decir, una especie de medio continuo con una estructuración de conexiones con determinadas leyes físicas, en virtud de las cuales, las cosas serían sus puntos de aplicación. Zubiri se lo plantea, por ejemplo, en la circunstancia de la luz, tomando por caso, si fuera más bien un chorro de partículas (fotones) que una alteración ondulatoria. No obstante, y como agrega la Dra. Ruiz-Lapuente, Zubiri estuvo en contacto con Louis de Broglie, así que sí sabía la respuesta, es las dos cosas al mismo tiempo, su naturaleza es dual.
En segundo lugar, la física decimonónica concibe el dinamismo del universo únicamente como cambio de las configuraciones del mismo (producción de galaxias, producción de estrellas, etc.), de acuerdo a leyes que siempre han estado ahí, en definitiva, leyes eternas. No obstante, la física cosmológica actual considera que la evolución y el dinamismo del universo no consiste meramente en el cambio de las configuraciones del universo, sino en que en la evolución y el dinamismo del universo también cambian las leyes mismas7. Por consiguiente, para Zubiri, no sería adecuado entender el devenir en términos de las leyes, dado que bien pudieran haber leyes superiores, y así sucesivamente.
Es entonces que Zubiri remarca que esta concepción decimonónica no prescinde de la noción de «sujeto» en el devenir. Es cierto, que no es igual a la concepción de Aristóteles, donde dinamismo y cambio son lo mismo, en tanto que emerge de la cosa en acto. Sin embargo, aquí las acciones emergen a partir de dichos puntos de aplicación de conexiones como puntos de aplicación del devenir, por lo que, en definitiva, las cosas están sujetas al devenir.
A partir de aquí, la Dra. Ruiz-Lapuente comenta cómo Zubiri concibe el dinamismo, desde el punto de vista de las estructuras, y que el filósofo lo expone en cinco pasos.
En el primer paso, Zubiri comenta que la realidad es una sustantividad que está esencial y estructuralmente en condición de respectividad8. Cada cosa, entonces, es en función de las demás, por ello esta respectividad es interna y externa, puesto que las notas que constituyen el carácter constructo de tal sistema son lo que son en función de las demás y, a su vez, el sistema mismo, la cosa entera, es respectivo al resto de sistemas. Así, en el orden de la talidad, esta respectividad es lo que constituye el cosmos. Por esto, no hay una táksis de substancias. Tampoco las cosas son acoplamientos o conexiones externas de notas, sino mas bien estructuras intrínsecas en sí y, además, de suyo en intrínseca y formal respectividad con el resto de estructuras.
En el segundo paso se aclara que la unidad estructural de la sustantividad y que la respectividad no es meramente conceptual (extrínseca), sino que es absolutamente física, en tanto intrínseca a las cosas mismas en función de otras. Las notas, estructuradas en la sustantividad, son siempre en función de las demás, es así, que también las sustantividades son en función de otras sustantividades. Y por ser las cosas sustantividades, sistemas de notas, las cosas están en acción formal e intrínseca, no extrínseca, al igual que sus notas. En este punto, Zubiri plantea el ejemplo del color, que aun cuando no percibimos su carácter accional, por la física sabemos que es accional, dado que se trata de una incidencia de luz sobre una superficie.
En el tercer paso, Zubiri aclara que toda realidad es de suyo, y que toda realidad es realidad en tanto es todo lo que sus notas estructurales son accionalmente, en definitiva, lo que Zubiri denomina todo lo que la cosa da de sí. Es decir, aquí hay una unidad accional, y el dar de sí de las cosas es la expresión misma de su actividad. Por esto es que las cosas no son algo aparte de su propia acción, sino que la acción en y por sí misma es la constitución misma de toda realidad9.
Entendidos ya el dinamismo y el devenir como un dar de sí, en el cuarto paso Zubiri apela a que estos conceptos no significan, necesariamente, un cambio. Y esto, para el filósofo español, es así, pese a que todo dinamismo envuelve intrínsecamente un momento de cambio, pero ese cambio no constituye al dinamismo, sino que es al revés, es decir, el devenir no es formalmente un cambio, sino que éste resulta de aquél. En consecuencia, las cosas cambian porque devienen y no al revés.
En el quinto paso, Zubiri recalca definitivamente que la realidad es en sí misma constitutiva y constitucionalmente dinámica; por eso, el proceso no es sino expresión del dinamismo y no el dinamismo mismo –pues esto último sería una concepción extrínseca y no intrínseca del dinamismo. Tal como lo señaló la Dra. Ruiz-Lapuente, para el filósofo el mundo no tiene ni está en dinamismo, sino que es dinamismo10.
Ahora bien, Zubiri no pretende caer en un reduccionismo de la realidad a lo dinámico sin más, no. Él tan sólo dice que la constitución de lo real es el dinamismo, pero no hay un dinamismo igual para toda estructura, ya que es distinto dependiendo de la estructura que se esté estudiando11.
Una vez acabado este resumen de lo planteado por Zubiri, pasemos al desarrollo que la Dra. Ruiz-Lapuente expuso en esta sesión.
2. Desarrollo
De acuerdo a la Dra. Ruiz-Lapuente, y coincidiendo con Zubiri, la concepción de las cosas como meramente puntos de aplicación de un campo, es algo que no se contempla en la física actual. No obstante, y ya alejándose de la interpretación zubiriana, la expositora señala que los campos están asociados a partículas12. Por ejemplo, los campos electromagnéticos están asociados a cargas eléctricas y magnéticas, los campos gravitatorios estarían asociados, o bien a la estructura misma del espacio-tiempo, o bien a una partícula –el, aún hipotético, gravitón. Pero, en definitiva, las cosas no serían meramente los puntos de aplicación del campo, pues esto es una concepción decimonónica plenamente ondulatoria. En el siglo XX esta concepción dio con grandes dificultades con la aparición de la mecánica cuántica en la física. El campo, apunta la Dra. Ruiz-Lapuente, se extiende y no actualiza algo como “las cosas”13. La concepción presente mantiene la denominada dualidad onda-corpúsculo.
Por otro lado, en la física del siglo XXI no se suele denominar a los «entes» como substancias, pues a la substancia se la entiende de manera quiescente, estable, de propiedades intrínsecas. Más bien, se habla de cosas u objetos, o bien rasgos en el universo que evolucionan, en efecto, hay estructuras dinámicas en proceso.
No obstante, a raíz de este punto, la Dra. Pilar comentó que por esta concepción estructural y no substancial de la física, han surgido distintos estructuralismos ónticos, que sin embargo ella no contempla por desembocar, salvando las distancias, en un idealismo platónico. Aquí, la expositora pone como ejemplo el realismo estructural óntico de Steven French14, el cual mantiene que la relación trascendental entre las cosas es todo lo que hay y que no habría nada más que estructuras en un sentido abstracto, es decir, estructuras funcionales matemáticas que se describen como leyes y simetrías en la física. En otras palabras, consiste en aceptar la realidad de las proposiciones legaliformes de las ciencias y, además, como lo único que existe.
La Dra. Ruiz-Lapuente, entonces, puso una serie de objeciones al estructuralismo de French.
Por ejemplo, en el caso de la estructura en las que se engloba a los grupos de simetría, asociados a interacciones de las partículas que recoge el modelo estándar de la física de partículas. Estos grupos de simetría, descritos matemáticamente, anticipan cómo van a ser las partículas que hay en la naturaleza (aunque no del todo, es posible generalizar), previendo su spin, carga eléctrica, etc. French recoge sólo la estructura matemática de dichos grupos y lo presenta como la única realidad ignorando las partículas.
La Dra. Ruiz-Lapuente, como contraargumento, trajo a colación la tesis de la filósofa Kerry McKenzie15, según la cual el hecho de que esas partículas, en efecto, sean medibles empíricamente, implica que no son reducibles a funciones matemáticas y, por lo tanto, existen.
En el contexto de la mecánica cuántica, French y Ladyman, de acuerdo con la expositora, afirman que la existencia de partículas no es posible, y lo fundamentan en el caso del entrelazamiento cuántico. En este fenómeno no hay partículas en un sentido clásico, puesto que la «identidad» de la función de onda de una depende de la otra y viceversa, diluyéndose su separabilidad16. La objeción que se puede hacer a esto, de acuerdo a la Dra. Ruiz-Lapuente, es que French y Ladyman tienen en mente una visión mecánico-subjetualista de lo físico, lo que los lleva a descartar la existencia de partículas, en vez de concebir el universo como un sistema físico de relaciones intrínsecas17. Por ello, para concebir estas relaciones, solo lo hacen en el aparato matemático.
Estas coordenadas harían un bosquejo inicial para evitar el reduccionismo platónico de French, dado que la realidad, con ser estructural, es más que la estructura matemática18.
La Dra. Ruiz-Lapuente, entonces, hizo un apunte según el cual no se debe confundir el estructuralismo óntico con el estructuralismo epistémico, mismo con el que ella sí está de acuerdo. Según este último, dentro de las leyes matemáticas de la física, la formulación matemática es prevalente respecto de la postulación de entidades, pero “ontológicamente” no se compromete a afirmar que estructura (matemática) sea todo lo que hay.
Una vez acabado el tema del estructuralismo óntico, la Dra. Ruiz-Lapuente volvió al tema del cosmos para afirmar que sí se puede hablar de que hay una estructuralidad procesual en el contexto científico, como afirma Zubiri19. En el comienzo del universo había ciertas fluctuaciones que, en los momentos iniciales de la inflación cósmica, dieron pie a la creación de partículas subatómicas. Luego, más adelante, surgen los átomos, moléculas, pequeños cúmulos de masa, galaxias, etc. Es decir, hay una evolución en la que, incluso, las leyes que se han ido dando en los distintos momentos de la evolución no siempre han sido iguales20. Por ejemplo, el modelo estándar de la cosmología21 no puede describir todo lo que hoy observamos en el universo, abriendo la posibilidad de incluir una ley generalizada de la gravedad, que incluya los aspectos cuánticos de la realidad, y que solo sea tenga efectos significativos en los primeros instantes del universo. Así entonces, tendríamos distintas leyes en distintos instantes del devenir del cosmos.
Siguiendo con el desarrollo, la Dra. Ruiz-Lapuente mencionó Entre el tiempo y la eternidad22, obra de Isabelle Stengers y Ilya Prigogine, en la que se argumenta que, inclusive dentro de un mundo concebido desde la concepción clásica de la física (es decir, newtoniana y macroscópica), hay sistemas tan complejos que son indeterminados. Entonces, no estaríamos en un universo determinista, dado que habría siempre cierto grado de indeterminismo. También, como indica la expositora, en la física se ha buscado eliminar el tiempo e, inclusive, sería posible reescribir todas las ecuaciones utilizando la entropía en vez del tiempo; sin embargo, agrega, esto es materia de debate. Y es así como la Dra. Ruiz-Lapuente alude al trabajo de Lee Smolin, Time Reborn23, en el que se reivindica el papel del tiempo en la física, y se propone que las leyes del universo son leyes de leyes, tal y como se pregunta Zubiri al referirse a una posible evolución de estas últimas.
Por último, la Dra. Ruiz-Lapuente comentó que los estudios actuales de la cosmología, grosso modo, plantean que el universo tiene una cierta cantidad de materia y energía oscura, que el Big Bang ocurrió hace 13.800 millones de años, que el universo actual es producto de una evolución cósmica en que ha habido cambio en su contenido, producción de nuevas estructuras, etc. Esto, en efecto, nos sugiere la idea filosófica de «estructura dinámica de la realidad». Sin embargo, resta preguntarse si lo que ha dicho Zubiri responde a nuestro conocimiento más reciente y, en caso negativo, cómo sería su posicionamiento al respecto.
Con esto, queda constituida la primera parte de la presente crónica, en la que este redactor ha mostrado, como se ha visto, la exposición y el desarrollo, llevado a cabo por la Dra. Ruiz-Lapuente, sobre el tema de las cosmologías. El correspondiente al debate será expuesto en la segunda parte de la crónica.
- ZUBIRI, Xavier. Estructura dinámica de la realidad. Alianza editorial, Madrid, España. 1995. pp. 41-67. Esto abarca, concretamente, el capítulo IV de la primera parte (Dinamismo y Cambio).↩
- En Metafísica. IX. 6: 1048 a 28-29 Aristóteles define la potencia como “decimos simplemente que lo capaz, lo potente, es aquello que puede mover a otro o ser movido por otro, o mover a algo en tanto que otro”.↩
- Por ejemplo, en el caso del movimiento del hombre, si yo quiero satisfacer un deseo, como hacer un viaje a Roma, tengo que tener la proyección o imagen en acto, del lugar al que quiero ir, Roma, para llegar allí. Es decir, me encuentro en un sitio en acto y tengo la proyección mental en acto del lugar al que potencialmente puedo llegar y en el cual no estoy. Acto-Potencia-Acto.↩
- Es decir, como aquellas facultades o capacidades que brotan de la substancia de cada cosa, y que de una u otra forma, esas potencias no son la substancia, pero con las que la substancia actúa sobre otras.↩
- Recordemos que Aristóteles da primacía metafísica al ser en acto, por tanto, cambiar es el tránsito de un acto primero a otro segundo, que, el primero, tenía la potencia de poder llegar a ser. Acto-Potencia-Acto.↩
- En palabras de Zubiri: “Y si las cosas devienen, es porque son puntos de aplicación de este campo; no porque este campo sea el resultado, por así decirlo, filamentoso o fílico o filético de cada una de las cosas que hay en él. El cambio sería consecuencia de la procesualidad. El dinamismo sería procesualidad, algo completamente distinto de un cambio”. ZUBIRI, Xavier, op. cit., p. 53.↩
- Zubiri pone el ejemplo de que las leyes de campo gravitatorio no necesariamente han tenido que comenzar por ser las actualmente existentes, con todo su predominio en el estado inicial del universo. El escritor de esta crónica también considera el caso de los monopolos magnéticos, pues sabemos que cuando se rompe un imán en dos partes, cada trozo se convierte en un imán con dos polos de nuevo. No obstante, los físicos no descartan que en el universo primitivo fuera posible que existieran monopolos magnéticos y, de comprobarse experimentalmente aquello, sería necesario cambiar las leyes de Maxwell. Concretamente, de las cuatro leyes de Maxwell que manejamos al día de hoy, sería necesario cambiar la ley de Gauss magnética y la ley de inducción de Faraday. Es así, que la ley de Gauss para el campo magnético ${\bf B}$, esto es $\nabla \cdot {\bf B} = 0$, tendría que cambiar a $\nabla \cdot {\bf B} = 4 \pi \rho_m$, donde $\rho_m$ sería la densidad de carga magnética; y la ley de inducción de Faraday que relaciona el campo eléctrico ${\bf E}$ y el campo magnético ${\bf B}$, esto es $-\nabla \times {\bf E} = \frac{1}{c} \frac{\partial {\bf B}}{\partial t}$ con $c$ la velocidad de la luz, tendría que modificarse a $-\nabla \times {\bf E} = \frac{1}{c} \frac{\partial {\bf B}}{\partial t} +\frac{4 \pi}{c} {\bf j}_m$ donde ${\bf j}_m$ sería la densidad de corriente magnética.↩
- Para más información léase la crónica, en dos partes, de la sesión del seminario sobre Las Estructuras. VARGAS, Javier. Las Estructuras, Parte I [en línea]. Revista RYPC, 21 diciembre 2020. <https://www.revista-rypc.org/2020/12/realidad-y-proceso-las-estructuras-parte-i.html> [consulta: 12 diciembre 2012]; VARGAS, Javier. Las Estructuras, Parte II [en línea]. Revista RYPC, 22 diciembre 2020. <https://www.revista-rypc.org/2020/12/realidad-y-proceso-las-estructuras-parte-ii.html> [consulta: 12 diciembre 2012].↩
- Esta idea aquí expuesta no debe confundirse con la vis de Leibniz, advierte Zubiri, puesto que no se está hablando aquí del concepto de fuerza que se explica en física dinámica.↩
- “Y ser dinamismo no consiste en tener carácter procesual, sino que es, en su constitutiva realidad, un dar de sí, que no es otra cosa sino justamente estar siendo lo que efectivamente ya se es”. ZUBIRI, Xavier, op. cit., p. 63.↩
- “No es lo mismo lo mismo la estructura dinámica del movimiento local, la estructura dinámica de los fenómenos físicos, que la estructura dinámica de un ser vivo, de una persona humana y mucho menos del conjunto entero de la Historia y de la sociedad humana”. ZUBIRI, Xavier, op. cit., p. 64.↩
- Aunque, el concepto de «partículas» con anterioridad a prácticamente el siglo XX, era entendido como corpúsculos. Actualmente, la interpretación es más bien como estructuras dinámicas. Por lo demás, tal como lo anticipó el Dr. Manuel David Morales (Centro de Ciencia y Fe) en el debate de la pasada sesión, históricamente, las interacciones fundamentales de la materia se han explicado tanto en función de partículas portadoras como de campos. En la práctica científica, la preferencia de un concepto por sobre el otro, se motiva más en aspectos operacionales, de cálculos y predicciones, que a un esfuerzo por ser metafísicamente rigurosos. Ver debate en: VARGAS, Javier., op. cit.↩
- Es sabido que Zubiri tuvo contacto con Copenhague y sabía muy de cerca el denominado principio de complementariedad elaborado por Niels Bohr que se aplica, por ejemplo, en la dualidad onda-corpúsculo.↩
- Estas tesis se pueden ver, por ejemplo, en los libros: FRENCH, Steven. The Structure of the World: Metaphysics and Representation. Oxford, Oxford University Press, 2014; y LADYMAN, James et al. Every Thing Must Go: Metaphysics Naturalized. Oxford, Oxford University Press, 2007.↩
- Para más información, sobre la crítica efectuada por Kerry McKenzie, recomiendo la lectura de su ensayo «Realismo estructural óntico»: MCKENZIE, Kerry. Ontic Structural Realism. Philosophy Compass, Vol. 12, issue 4, Abril 2017 <https://doi.org/10.1111/phc3.12399> [consulta: 12 diciembre 2020].↩
- Esto es así, aunque se dé el caso, que de facto, estén muy separadas en el espacio.↩
- Respectividad intrínseca de las estructuras físicas con otras y de las propias notas en el sistema que componen, diría Zubiri.↩
- Si se quiere ver una crítica más pormenorizada al estructuralismo óntico de French y compañía, se recomienda leer: SIERRA-LECHUGA, Carlos. El problema de los sistemas desde la reología de Xavier Zubiri: Para una metafísica contemporánea de la sustantividad. Tesis doctoral. Valparaíso, Chile. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2019. <http://bit.ly/tesisdoctoralcslenfxz> [consulta: 12 diciembre 2012]; especialmente el capítulo VI, punto 5, llamado “Crítica reológica del estructuralismo”. ↩
- Si bien a Zubiri le interesa ir a la radicalidad del problema metafísico, y de allí su propuesta de distinguir entre procesos, cambios, devenir y dinamismo.↩
- Ver nota núm. 7.↩
- Nota del editor: Grosso modo, lo que se hace en cosmología es resolver, numéricamente, las ecuaciones tensoriales de Einstein para un universo en expansión, homogéneo e isotrópico a grandes escalas, incluyendo además la constante cosmológica Λ (energía oscura) para explicar la expansión acelerada del universo y la materia oscura fría (cold dark matter, CDM) para explicar la formación de estructuras tales como galaxias, racimos de galaxias, etc. A todo este marco teórico se le conoce como el modelo ΛCDM (Lambda Cold Dark Matter) o, simplemente, modelo estándar de la cosmología.↩
- STENGERS, Isabelle y PRIGOGINE, Ilya. Entre el tiempo y la eternidad. Buenos Aires, Alianza Editorial, 1998.↩
- SMOLIN, Lee. Time Reborn. Inglaterra, Penguin, 2014.↩
Citación (ISO 690:2010): RAMÓN MOLDES, Miguel. Cosmologías, Parte I [en línea]. Revista RYPC, 1 marzo 2021. <https://www.revista-rypc.org/2021/03/realidad-y-proceso-cosmologias-parte-i.html> [consulta: ].↑