lunes, mayo 08, 2017

El pensamiento marxista en discusión: Respuesta a Antonio Cruz sobre su análisis de Marx, Parte II

Publicado en el canal divulgativo: Travesías Dialécticas | Citación

El pensamiento marxista en discusión: Respuesta a Antonio Cruz sobre su análisis de Marx, Parte II

VER PARTE I

Fragmento del mural " La industria de Detroit"
de Diego Rivera. Fuente: thephilosophersmail.com.
Luis Fernando Ortiz

Introducción

En la primera parte de nuestra crítica a la revisión que hizo el Dr. Cruz del pensamiento marxista vimos ya varias inconsistencias entre sus afirmaciones sobre el Manifiesto Comunista (MC) y la realidad contemporánea. El punto más criticable es aquel relativo al aumento del nivel de vida en los obreros. Nosotros presentamos evidencia cierta en contra de tal afirmación mostrando que la tendencia en la actualidad, contrario a lo que se afirma, es el aumento de la desigualdad y la pobreza.

En esta segunda parte continuamos con la revisión de los puntos propuestos por el Dr. Cruz como errores del análisis marxista. Como primeras palabras, seguimos, insistiendo que el debate, por su naturaleza, debe ser más amplio y nutrido de información, que es el nivel al que discute el autor al que criticamos. Un paso mayor, ese sí de mayor importancia, sería entrar en franco análisis de las categorías marxistas, su articulación teórica y una posible reflexión a nivel teológico a la vez que sus posibles implicaciones para la teología latinoamericana hoy. Nosotros, aunque deseamos dicho paso, aún no avanzamos en ese camino del cual ya existen ciertos pasos recorridos pero olvidados.

El objeto de reflexión de esta continuación de nuestra crítica, debido a la forma en que expuso sus pensamientos el Dr. Cruz, se dirigen ahora sí, a la parte política que es precisamente el objeto de reflexión del MC. Antes de abordarlos, hay que decir algunas palabras. Primero, existe cierto consenso que Marx no desarrolló una teoría política en sentido estricto, y que más bien existen reflexiones dispersas en sus escritos tempranos. En cierta medida eso ha sido aprovechado por los ideólogos de la libertad (capitalista) que abusando del desconocimiento de este hecho han propuesto que lo que sucedió en la Unión Soviética refleja el tipo de sociedad al que se dirigiría cualquier intento de establecer el socialismo y que, por obvias razones, no sería deseable replicar actualmente. Aunque la tarea no es sencilla, se debe avanzar en ese sentido, si es que se desea plantear una alternativa al sistema capitalista.

No queremos alargarnos más en esta pequeña introducción y veamos los argumentos que se establecen para afirmar los errores de Marx.

a) Los proletarios del mundo nunca se unieron

A la letra nos ilustra nuestro ponente:

“No obstante, lo que ha ocurrido es que la clase trabajadora, lejos de convertirse en el grupo más numeroso de la sociedad, capaz de llevar a cabo la revolución, ha ido disminuyendo poco a poco. Los operarios de cuello azul han ido dejando paso a los ejecutivos con corbata o a los funcionarios especializados y aquéllos son ahora una minoría dentro de la población trabajadora”.

Si bien, aquí hay que considerar algo y esto atañe al sujeto revolucionario. Por muchos años dentro de la tradición marxista se consideró que el único motor del cambio era el proletariado, olvidando con ello a otros sujetos como los campesinos, los discriminados racialmente, las luchas ecologistas etc. Pero de algo estamos seguros seriedad: los obreros no han disminuido. ¿Dónde se encuentra localizada la producción mundial, si no es en China? Si ya no se ven obreros en Estados Unidos o Europa es porque la deslocalización productiva efectuada desde la década de los ochenta se ha reorganizado en Asia, y ahí la clase proletaria existe y en grandes cantidades. Tal vez la confusión venga de considerar el PIB de los servicios en constante aumento dando la visión de una menor participación de la fuerza de trabajo en la producción industrial. Pero lo que no se produce en un país debe ser producido en algún lado, y gracias a la consolidación del mercado mundial esa producción puede ser desplazada a otros lugares. Luego, tenemos el desconocimiento de un debate todavía más interesante: los trabajadores del sector servicios, ¿son o no explotados? ¿Son productivos o improductivos? Esto es de vital importancia, pues como afirma Cadena (1991:175) ‘una teoría que distingue sin ambigüedades el trabajo productivo del improductivo permite discriminar el trabajo que aumenta la riqueza social del que no tiene esta propiedad’. Hay toda una línea de pensamiento sobre este tema que no es planteada desde la teoría económica convencional, para la cual, todo aquel que perciba un ingreso es considerado productivo, pero, que si hiciéramos caso a las sugerencias del Dr. Cruz no podríamos observar, porque él rechaza de entrada la idea del crecimiento de la clase trabajadora. Pues bien, diferentes autores han avanzado en la comprensión de este fenómeno estudiando aquellos trabajos que son considerados no productivos, tales como los servicios financieros (véase Guerrero, 1990). Aún no hay consenso, porque el mismo Marx desde el capítulo VI inédito de El capital, y en otros como las “Teorías de la Plusvalía”, plantea el problema, pero sin darle solución. De nueva cuenta, el debate en torno a esta idea no es planteado por el Dr. Cruz. Pero si no lo es, ¿entonces por qué querer pretender realizar una crítica a Marx?

El argumento también falla al creer que para Marx los obreros se unirían irremediablemente. ¿Acaso el manifiesto del partido comunista no concluye con la célebre frase “Proletarios de todos los países uníos”? Esto no es una predicción, sino más bien una invitación, que se reitera con la afirmación: “no tienen nada que perder más que sus cadenas”. Y poniéndonos más apegados a la evidencia histórica, si los obreros no se han unido es por la represión que tuvieron y tienen por parte del Estado que está en función de la acumulación capitalista. La Comuna de París, que fuera uno de los intentos por hacer un gobierno por parte de los trabajadores fue duramente reprimido. Pasando al siglo XX, en la época dorada del capitalismo en los años 1940-1970 (aproximadamente), la reflexión se situó en la enajenación del obrero y su propia identificación con el sistema capitalista convirtiéndose así en un engranaje de la producción-consumo (véase Marcuse, 1964). Esto mostró que en el proceso social los individuos podrían llegar a sentirse parte del mismo sistema que les oprimía. Teniendo una mirada histórica más actual, las reformas neoliberales se enfocaron en quitar los logros obtenidos por las luchas sociales anteriores para darle prioridad al sector empresarial y así se redujo el peso de negociación de los sindicatos, es decir, su capacidad de unión. Esto nos indica que claramente, la unión de la clase trabajadora se ha mitigado y violentado para que no se realice, todo esto en función de una mayor tasa de ganancia por parte de la clase empresarial.

Por otro lado, la crítica del Dr. Cruz parece que se dirige hacia la puesta en escena de la desaparición paulatina de la “clase obrera”. Y aquí quisiéramos decir que la categoría de “clase social” es usada de muchas maneras, por ejemplo, en función del ingreso. Desde esta mirada, se considera que si se gana más dinero que el promedio ya no se estaría hablando de la clase baja. Pero desde la perspectiva marxista (véase Dos Santos, 1973), la clase social no se define en función del ingreso sino de la posesión de los medios de producción, con lo cual no importa el nivel de ingreso. La no posesión de los medios productivos hace ver que la clase obrera no “va desapareciendo”.

Por todo lo anterior, podemos ver que el debate es más complejo de lo que hace ver el Dr. Cruz.

b) La formación multidisciplinaria del obrero es inviable

Aquí el Dr. Cruz no da ningún argumento y lo único que sostiene su desencanto es el no entender cómo funcionaría una sociedad donde el obrero no fuera un ser especializado, esto hace que apoye la inviabilidad de lo que él llama una “formación multidisciplinaria del obrero”. ¿Es inviable? La humanidad tiene la capacidad suficiente para hacer viable una formación que no se enfoque en una sola rama. ¿Por qué no es posible imaginar una sociedad donde cada uno de nosotros podría hacer más de una sola cosa? El socialismo es ante todo la liberación de la especialización del ser humano en una sola actividad propia de la propiedad privada, la división del trabajo y la alienación derivada de ello.

c) La religión no ha desaparecido

Este es tal vez el punto más controvertido entre cristianos y marxistas. Especialmente con las declaraciones hechas por Marx. Para eso tendríamos que hacer un análisis exhaustivo que dadas las limitaciones para este texto divulgativo no podemos realizar. Sin embargo, ya lo hemos plasmado en un artículo técnico un poco más extenso.1 Lo que nos resta decir, es que, como en una carta que Feuerbach recibiera de Marx, en la cual él le comunicaba:

Resulta interesante observar cómo, a diferencia del siglo XVIII, la religiosidad ha ascendido a las capas medias y a la clase superior, mientras la irreligiosidad — pero la irreligiosidad de los hombres que sienten en sí mismos su calidad de hombres— ha descendido al proletariado francés.2

Su análisis se basaba en una experiencia real de lo que estaba sucediendo no solo en Francia sino en gran parte de Europa. Pero no hay que ser tan duros, concordamos con el marxista Ernst Bloch cuando este considera a la religión como algo necesario en el ser humano. ¿La religión desaparecerá? De ninguna forma, pues es imposible que manifestaciones culturales y espirituales tan diversas y arraigadas sean eliminadas. Sin embargo, la desaparición de la religión era una creencia compartida por la mayoría de los herederos de la Ilustración y no únicamente marxista. Esto no debe detenernos para echar por la borda el análisis marxista a lo cual quiere llegar el Dr. Cruz, sino al contrario, utilizando el método dialéctico podemos llegar a una superación de ciertos puntos de vista y tener una nueva perspectiva del fenómeno religioso, sobre todo en América Latina, para concluir que las cosmovisiones espirituales son más complejas y pueden dejar de ser un opio en el sentido que se pensaba.

d) La revolución violenta no es inevitable

Sobre esta afirmación de que la revolución violenta no es inevitable, la argumentación se derrumba por sus propias consideraciones. Especialmente por la caída de la socialdemocracia y el Estado de bienestar con sus respectivas inversiones en salud y educación. Si cada vez los gobiernos deciden dejar de invertir en programas sociales, a la par del aumento en la degradación ambiental con sus efectos económicos irreversibles sobre todo en regiones pobres; si sumamos a ello el aumento de la desigualdad, la pobreza y el hambre, ¿no serán estos factores que tarde o temprano podrían llevar a una revolución violenta? La historia no significa destino, y sabemos de antemano que no se pueden predecir los comportamientos sociales, pero sí que se pueden ver las tendencias y el contexto en que se están desenvolviendo las vidas humanas que claman por justicia. ¿Cómo se resolverá ese clamor? ¿Por medio de movilizaciones pacíficas o militares? Ello dependerá en gran medida de la lucha de clases y la forma en que se desenvuelvan en el futuro próximo. Pero de algo estamos seguros, la clase burguesa no dejará, así como así, los privilegios que tiene en la actualidad ni cederá en la posesión de su riqueza. Prueba de ello es la exacerbada vuelta de la derecha en Estados Unidos y a la vez, en Europa, el gran poder de la candidata francesa de ultra-derecha Marine Le Pen.

Ante eso, ¿cuáles son las opciones del cristiano? La investigación histórica sobre Jesús ha puesto de manifiesto de forma reciente (véase, Bermejo, 2013; 2014), que Jesús fue violento en términos políticos, o al menos, favorable a la violencia; y esto claro, no gusta a la visión de un cristianismo pacifista y respetuoso de las instituciones democráticas. Por lo que aquí hay que preguntarnos: ¿ese tipo de cristianismo a quién beneficia? Este es un tema delicado que necesita ser abordado con mayor rigor por tocar sentimientos y doctrinas muy arraigadas antes que verificadas. No obstante, el papel de la violencia tiene que ser reflexionado más que nunca por los sucesos que vendrán dadas las tensiones mundiales actuales. y así poder concluir, si en efecto, la revolución se hará inevitable o no.

Conclusiones finales

Después de un análisis punto por punto de la argumentación propuesta por el Dr. Cruz, nos queda algo claro: todavía dentro del mundo académico protestante y evangélico existen deshonestidades intelectuales. Desearíamos ver que la argumentación se basara no en el rechazo fundado en lecturas superficiales, sino más bien, en datos y exámenes rigurosos.

El constante ataque a Marx por parte del Dr. Cruz se podría entender mejor desde dos posturas. En primer lugar, por su historial de publicaciones sobre otros temas como biología, que sigue relacionando fe y ciencia a través de un modelo de conflicto (veáse Barbour, 2004). En segundo lugar, no se da cuenta, o tal vez sí, y eso a pesar de realizar un artículo sobre “cristianismo y lucha de clases”, que al desacreditar a Marx, él mismo forma parte del discurso de clase hegemónica que no considera otro sistema viable, pues según él “en el momento actual parece ilusorio e incluso anacrónico intentar vincular la idea de democracia con un sistema económico diferente al capitalista” (Cruz, 2013). Y si bien, cede, al aceptar que existe un desbalance social, llega a ideas contradictorias, pues piensa que el Estado debe regular el sistema económico para acabar con la pobreza y la explotación del hombre por el hombre, pero como vimos en la primera parte, falla porque no tiene una reflexión sobre el Estado capitalista, y esto conduce a pedirle peras al olmo. Poner la fe en que las cosas mejorarán por el Estado mismo, es pensar en la existencia de neutralidad por parte de esta institución, y eso es totalmente lejano a la realidad. El Estado no puede terminar con la pobreza y explotación porque eso es lo que generan las relaciones de producción capitalistas. Por eso tampoco plantea preguntas clave, ¿cómo podría el Estado acabar con la explotación? ¿en qué sentido? ¿No estaríamos hablando en ese sentido de una sociedad no capitalista? Al parecer hay más preguntas que respuestas, y eso no es una crítica, es parecer buen crítico sin llevar el argumento hasta la última de sus consecuencias.

Por eso, con este examen destacamos que aún existe un miedo sin fundamento a marcos teóricos que parecen ser contrarios al cristianismo. En nuestra opinión parece que se quiere realizar apología del capitalismo y no un análisis serio del mismo, que es en lo que cae el Dr. Cruz. Al decir que el pensamiento de Marx estaba equivocado, ¿qué queda entonces de la teoría crítica? ¿De dónde obtendremos el marco necesario para realizar la lucha social si se identifica cristianismo con capitalismo? ¿Por qué esa insistencia en descalificar las aseveraciones sobre la sociedad contemporánea?

Con estos puntos críticos mostramos que el mundo se encuentra en una pelea crucial, una lucha entre las distintas facciones de clase, que significa la vida de muchas personas, y eso último es el compromiso cristiano. Cuando vacilamos a la hora de elegir un método de interpretación solo por el hecho de que nos disgusta, nos parece obsoleto sin haberlo estudiado a cabalidad, estamos condenando a la muerte a muchos seres —y no solo humanos. Puede que nuestro análisis disguste a muchos, pero nuestro compromiso está con la verdad y si alguien quiere señalarnos nuestros errores con gusto aceptaremos.

Sabemos que no estamos exentos de crítica en nuestra exposición, y no queremos estarlo porque hace falta la discusión y el debate serio entre los académicos protestantes evangélicos. Es la crítica y el diálogo lo que permite una mejor comprensión de las teorías desarrolladas para explicar nuestro mundo, a la vez de su pertinencia y validez actual.

Referencias
  • Barbour, I. (2004) Religión y Ciencia. Madrid: Trotta.
  • Bermejo, F. (2013) ‘Why is the Hypothesis that Jesus Was an Anti-Roman Rebel Alive and Well?’ [en línea]
    http://www.bibleinterp.com/articles/2013/ber378008.shtml
  • Bermejo, F. (2014) ‘Jesus as Seditionist: The intertwining of Politics and Religion in his Teaching and Deeds’ En: Garber, Z. (ed.) Teaching the historical Jesus. Issues and Exegesis. New York: Routledge, pp. 232-243.
  • Cadena, J. (1991) ‘La teoría del trabajo productivo e improductivo en Marx’ Investigación Económica. (195) pp. 175-206.
  • Cruz. A. (2013) ‘Los aciertos de la teoría de Karl Marx’ [en línea] http://protestantedigital.com/magacin/13681/Los_aciertos_de_las_teorias_de_Karl_Marx
  • Dos Santos, T. (1973) Concepto de clases sociales. México: Quinto Sol.
  • Guerrero, D. (1990) ‘Cuestiones polémicas en torno a la teoría marxista del trabajo productivo’ Política y Sociedad. 5 pp. 119-130.
  • Marcuse, H. (1964) El hombre unidimensional. Madrid: Ariel.


  1. Vease Ortíz, L. (2013) ¿Qué Marx se ha leído? Hacia un dialogo entre el cristianismo y el marxismo. Razón y Pensamiento cristiano [en línea] http://www.revista-rypc.org/2013/07/lortiz-2-05.html. A su vez también está el libro de Enrique Dussel, “Las metáforas teológicas de Marx”, reseñado en http://www.revista-rypc.org/2012/02/las-metaforas-teologicas-de-marx.html.
  2. Reproducida en Marx, K. [1844] (2011) Cuadernos de París. México: Ítaca. p. 179-183.

Citación (ISO 690:2010): ORTIZ, Luis Fernando. El pensamiento marxista en discusión: Respuesta a Antonio Cruz sobre su análisis de Marx, Parte II [en línea]. Trav. Dial. (Rev. RYPC), 8 mayo 2017. <http://www.revista-rypc.org/2017/05/el-pensamiento-marxista-en-discusion_8.html> [consulta: ].