Publicado en el canal divulgativo: Mosaicos Teológicos | Citación
Karl Barth, teología entre dos tiempos, Parte II
VER PARTE I VER PARTE III
Sergio Simino Serrano
Continuamos con el segundo artículo de nuestra serie que hemos dedicado a analizar muy brevemente la teología barthiana, para ello tomaremos tres temas clave en su obra: Dios, Palabra y fe. Y nos centraremos en dos de sus obras: Carta a los romanos, que en su sexta edición es del año 1928, y es la que se ha seguido reeditando hasta la actualidad con distintos prólogos del propio autor, pero que vio la luz por primera vez en el año 1918. Y su última obra, Introducción a la teología evangélica, el texto de las conferencias que pronunció en su último semestre como profesor universitario. La obra es de 1962. Al contrastar el principio y el final de toda una vida dedicada a la predicación, la enseñanza universitaria y la teología podremos apreciar la continuidad y la discontinuidad de su pensamiento, y con ello deshacer los prejuicios, que en la mente de muchos, aún quedan en nuestras queridas iglesias.
La Palabra en la Carta a los romanos, ¿la gran ausencia?
Hay algo que me ha llamado la atención de una manera significativa en la lectura de la Carta a los romanos, y es que Barth no da un tratamiento sistemático al tema de la Palabra, y como digo, esto me resulta llamativo, ya que si por algo se conoce a Barth y la teología dialéctica es por ser una teología de la Palabra. Si bien es cierto que esta obra no deja de ser un comentario al texto de Pablo, y por tanto, en última instancia sujeto a él, eso no ha sido óbice para que Barth, en actitud “profética”, haya alzado la voz contra la teología liberal, y haya tratado temas, tales contra el antropocentrismo en la teología, la diferencia cualitativa infinita entre Dios y el hombre, la cuestión de la religión o la cuestión de la historia… Sin embargo, no hay un tratamiento sistemático, como de cualquiera de estos temas, sobre la Palabra de Dios y su relación con las Escrituras. En el trasfondo de su disputa con la teología liberal eso no hubiera sido descabellado.
Cuando hablamos de “ausencia” de la Palabra en la Carta a los romanos, obviamente no nos referimos a que no se mencione en absoluto, sino que no hay un tratamiento específico, ni sistemático acerca de ella. Hay algunas referencias que analizamos a continuación, pero a la luz de lo que supuso este concepto teológico en el pensamiento global de Barth, creí necesario resaltar este hecho.
La primera referencia de Barth a la Palabra la encontramos cuando está hablando de lo que significa el “Evangelio de Dios”, nada más al comenzar el primer capítulo. Cuando explica la naturaleza de este evangelio dice que no se trata de algo que podamos comprender directamente, ni tampoco de un mensaje religioso, ni de una divinización del hombre o de un contenido sobre la divinidad, sino que es “la Palabra del origen de todas las cosas (…) dicha siempre de nuevo”1. Esta Palabra del Evangelio es la que crea la fe en Dios2. Sobre esto volveremos más adelante.
Así que el Evangelio es aquella Palabra pronunciada por Dios, causa de todas las cosas creadas. En este mismo sentido, Barth habla de que la voz de Dios es su fuerza3, una voz más allá de toda voz humana es la que preserva la libertad de Dios. Sin embargo, no encontramos aquí una referencia expresa a la Palabra. Añadirá al carácter creativo de la Palabra de Dios un doble aspecto, por un lado, Dios declara justo al hombre como un acto forense, sin causa, ni condición, sino en base a Dios mismo, siendo esta justificación “creatio ex nihilo”. Y por otro lado, esta creación es verdadera creación declarativa, porque cuando “Dios habla, su palabra se hace realidad”4. Más adelante vuelve a insistir en que “su palabra crea la realidad”5, con la que el “mundo está sacado de su temporalidad”, aunque ello no suponga ni su “confirmación, ni su transfiguración”6, es decir, que es una nueva creación por la Palabra de Dios.
Es esta palabra de Dios, última y eterna, la que “hace desaparecer toda unificación del hombre con Dios en el mundo”7, y considero que aquí está la clave interpretativa de todo lo que venimos diciendo en esta apartado. Si como ya hemos comentado en repetidas ocasiones, el tema principal de la obra es la diferencia absoluta entre Dios y el ser humano, este concepto de Palabra de Dios le sirve a Barth para acentuar esta misma diferencia. La Palabra de Dios nos habla de Dios y no es palabra humana, que proceda del hombre en ningún sentido, ni psicológica, ni históricamente.8
Por tanto, esta Palabra de Dios en la Carta a los romanos apunta a la dirección de toda la obra, en clara polémica con la teología liberal, pero todavía no encontramos en Barth, lo que después llamaremos “concentración cristológica”, allí la Palabra de Dios estará remitida constantemente a Cristo, lo vemos a continuación en los siguientes apartados.
La Palabra de Dios como tarea de la teología (1922)
Hacemos ahora referencia a una conferencia pronunciada por Barth, en una fecha tan pronta como el año 1922, y que se ha convertido en un texto clásico de la “teología de la palabra de Dios” y característica de la “teología dialéctica”9. En esta misma época Barth mantiene una correspondencia con Harnack sobre cómo alcanzar un discurso verdadero sobre Dios, así que todo ello no hace sino redundar en las intuiciones que hemos venido considerando en nuestro apartado anterior.
Lo primero que Barth deja asentado en esta conferencia es que “como teólogos debemos hablar de Dios, pero somos seres humanos, y como tales, no podemos hablar de Dios”10. Aquí estamos en la misma tesitura de la Carta, el discurso humano no puede expresar algo verdadero sobre Dios, es decir, algo que desvele a Dios. La diferencia, el abismo entre uno y otro, sigue siendo insalvable para el ser humano. Sin embargo, aquí introduce Barth un matiz importante, esta imposibilidad para hablar sobre Dios radica en que, de hacerlo, significaría decir la “Palabra de Dios”. Ésta solo puede venir de él, y esta venida solo se hace presente cuando Dios se hace hombre, ésta es realmente la Palabra de Dios11, y ésta es la tarea de la teología, anunciarla. Así la Palabra de Dios es “tarea tan necesaria como imposible de la teología”12.
Por tanto, aquí la Palabra de Dios es ese decir de Dios, no sobre Dios, que se hace presente porque Dios se hace hombre, y pronunciar esta palabra es la tarea de la teología. Aquí, esa diferencia cualitativa infinita parece que tiene visos de “acortarse”, sería mejor decir, de concentrarse cristológicamente, pero aún, esto no está dicho aquí por Barth.
La Palabra en el quehacer teológico de la teología evangélica
En la Introducción a la teología evangélica, la Palabra se convierte en la palabra para el hombre, una palabra buena, a favor del ser humano. Esta palabra es “la automanifestación de Dios hecha a impulso de su amor a los hombres13”. Esta palabra ya no es la que manifiesta la diferencia entre Dios y el hombre, sino el movimiento de amor de Dios hacia el hombre, es una palabra pronunciada por amor y desde la necesidad del hombre. Ahora la Palabra está comprendida desde la humanidad de Dios. Se constata una evolución, que no es ruptura, pero sí cambio con respecto a su primera obra.
Y decimos que no hay ruptura, pero sí evolución, porque Barth sigue afirmando que la Palabra es de Dios, y solo de él, pero que es pronunciada en “medio de los hombres y dirigiéndose a todos los hombres, en favor de los hombres y con los hombres”14. De esta manera, la Palabra es ahora manifestación del decir de Dios, de su divinidad en su humanidad.
No obstante, esta Palabra de Dios no es mera manifestación abstracta, de ideas, dogmas o contenidos teológicos, sino que esta Palabra se ha hecho carne. De esta manera, la Palabra de Dios fue plenamente hablada en la historia de Jesucristo, y representa la consumación de la palabra dicha previamente en la historia de Israel15. Jesús es esta Palabra de Dios16. Así, esta Palabra de Dios en Cristo es la Palabra a la que la teología ha de escuchar y responder17. En esto se resume la tarea de la teología, sin que haya otra más urgente, ni más importante, y la teología evangélica es especialmente sensible a ello.
Por último, exploramos la relación entre Palabra y Escrituras. Para Barth la teología ocupa una posición dependiente de los escritos bíblicos, aunque la teología sea consciente del carácter condicionado y limitado de tales escritos, los reconoce como sagrados. Su carácter hierofánico depende de tener una relación directa con la Palabra de Dios18. Por tanto, Dios se autorrevela en las Sagradas Escrituras, así la tarea de la teología es preguntar a los textos para ver hasta qué punto, y a pesar de su completa humanidad, reflejan la Palabra de Dios, esta Palabra quiere ser vista y escuchada incesantemente19. A preguntarles a los textos bíblicos se dedica con gran esfuerzo la teología, y la teología evangélica quiere ser fiel a este carácter autorrevelador de la Palabra de Dios en las Sagradas Escrituras.
En este punto, nos obsequia Barth con una reflexión acerca de la comprensión de las Escrituras en el mundo moderno. Pone de manifiesto cómo la teología contemporánea, así como la tarea histórico-exegética, quiere traducir las afirmaciones de la Escritura al lenguaje del hombre moderno. Pero él se pregunta si esto no dejará de ser un esfuerzo vano, tanto en cuanto, lo que los textos bíblicos dicen no es algo autoevidente. Critica Barth, que la teología contemporánea corre rápidamente a la traducción de las Escrituras, y con ella, de la Palabra de Dios que acontece en las mismas, a una concepción propia del mundo moderno. Pero el sentido de esta Palabra de Dios que acontece en las Escrituras, lejos de resultar autoevidente requiere un esfuerzo constante e ingente. Cuestiona Barth, por tanto, que en realidad el hombre moderno esté interesado en las Escrituras, si así fuera estaría dispuesto a acercarse a ellas y a realizar este esfuerzo de comprensión de las afirmaciones bíblicas en cuanto tales. De esta manera, y tanto en cuanto, Palabra de Dios, exigen una labor incesante de descubrimiento, interpretación y reconocimiento20. Esfuerzo hecho de sudor y lágrimas, expresiones todas ellas del propio Barth.
Terminamos aquí estos tres apartados dedicados a la Palabra de Dios en el pensamiento de Karl Barth con esta llamada de atención hecha por él mismo. Quizás las iglesias de hoy harían bien en prestar oídos con la debida cautela a sus palabras, ya que en no pocas ocasiones las Escrituras en su condición de Palabra de Dios se trivializan hasta el extremo. Se trivializan cuando se hace de ellas un corpus de conocimiento autoevidente con unos límites previos claros, y cuando todas las preguntas que se le hacen están pactadas de antemano, con sus correspondientes respuestas, profundamente domesticadas. Se trivializan cuando se hace de la lectura y de la predicación unas tareas autoevidentes al servicio de unos intereses concretos. En las palabras de Barth se percibe que la Palabra en las Escrituras tiene un componente de indisponibilidad, que no está al arbitrio y a la voluntad del ser humano, y que se requiere de un gran esfuerzo al percibir este acontecimiento de la Palabra, como algo que le excede y que no se puede objetivar con tanta facilidad, como inicialmente se podría pensar. Por tanto, Barth igualmente nos previene contra un racionalismo, que quiere conceptualizar la Palabra en las Escrituras a toda costa, cuando no reducir las Escrituras a la pura factualidad de las palabras sin Palabra de Dios. A todos ellos, para todos nosotros, la reflexión de Barth es actualmente pertinente y nos conviene escuchar sus advertencias.
Bibliografía y referencias
Citación (ISO 690:2010): SIMINO SERRANO, Sergio. Karl Barth, teología entre dos tiempos, Parte II [en línea]. Mos. Teol. (Rev. RYPC), 22 noviembre 2017. <http://www.revista-rypc.org/2017/11/karl-barth-teologia-entre-dos-tiempos_22.html> [consulta: ].↑
Karl Barth, teología entre dos tiempos, Parte II
VER PARTE I VER PARTE III
Der Bibel. Fuente: pixabay.com |
Continuamos con el segundo artículo de nuestra serie que hemos dedicado a analizar muy brevemente la teología barthiana, para ello tomaremos tres temas clave en su obra: Dios, Palabra y fe. Y nos centraremos en dos de sus obras: Carta a los romanos, que en su sexta edición es del año 1928, y es la que se ha seguido reeditando hasta la actualidad con distintos prólogos del propio autor, pero que vio la luz por primera vez en el año 1918. Y su última obra, Introducción a la teología evangélica, el texto de las conferencias que pronunció en su último semestre como profesor universitario. La obra es de 1962. Al contrastar el principio y el final de toda una vida dedicada a la predicación, la enseñanza universitaria y la teología podremos apreciar la continuidad y la discontinuidad de su pensamiento, y con ello deshacer los prejuicios, que en la mente de muchos, aún quedan en nuestras queridas iglesias.
La Palabra en la Carta a los romanos, ¿la gran ausencia?
Hay algo que me ha llamado la atención de una manera significativa en la lectura de la Carta a los romanos, y es que Barth no da un tratamiento sistemático al tema de la Palabra, y como digo, esto me resulta llamativo, ya que si por algo se conoce a Barth y la teología dialéctica es por ser una teología de la Palabra. Si bien es cierto que esta obra no deja de ser un comentario al texto de Pablo, y por tanto, en última instancia sujeto a él, eso no ha sido óbice para que Barth, en actitud “profética”, haya alzado la voz contra la teología liberal, y haya tratado temas, tales contra el antropocentrismo en la teología, la diferencia cualitativa infinita entre Dios y el hombre, la cuestión de la religión o la cuestión de la historia… Sin embargo, no hay un tratamiento sistemático, como de cualquiera de estos temas, sobre la Palabra de Dios y su relación con las Escrituras. En el trasfondo de su disputa con la teología liberal eso no hubiera sido descabellado.
Cuando hablamos de “ausencia” de la Palabra en la Carta a los romanos, obviamente no nos referimos a que no se mencione en absoluto, sino que no hay un tratamiento específico, ni sistemático acerca de ella. Hay algunas referencias que analizamos a continuación, pero a la luz de lo que supuso este concepto teológico en el pensamiento global de Barth, creí necesario resaltar este hecho.
La primera referencia de Barth a la Palabra la encontramos cuando está hablando de lo que significa el “Evangelio de Dios”, nada más al comenzar el primer capítulo. Cuando explica la naturaleza de este evangelio dice que no se trata de algo que podamos comprender directamente, ni tampoco de un mensaje religioso, ni de una divinización del hombre o de un contenido sobre la divinidad, sino que es “la Palabra del origen de todas las cosas (…) dicha siempre de nuevo”1. Esta Palabra del Evangelio es la que crea la fe en Dios2. Sobre esto volveremos más adelante.
Así que el Evangelio es aquella Palabra pronunciada por Dios, causa de todas las cosas creadas. En este mismo sentido, Barth habla de que la voz de Dios es su fuerza3, una voz más allá de toda voz humana es la que preserva la libertad de Dios. Sin embargo, no encontramos aquí una referencia expresa a la Palabra. Añadirá al carácter creativo de la Palabra de Dios un doble aspecto, por un lado, Dios declara justo al hombre como un acto forense, sin causa, ni condición, sino en base a Dios mismo, siendo esta justificación “creatio ex nihilo”. Y por otro lado, esta creación es verdadera creación declarativa, porque cuando “Dios habla, su palabra se hace realidad”4. Más adelante vuelve a insistir en que “su palabra crea la realidad”5, con la que el “mundo está sacado de su temporalidad”, aunque ello no suponga ni su “confirmación, ni su transfiguración”6, es decir, que es una nueva creación por la Palabra de Dios.
Es esta palabra de Dios, última y eterna, la que “hace desaparecer toda unificación del hombre con Dios en el mundo”7, y considero que aquí está la clave interpretativa de todo lo que venimos diciendo en esta apartado. Si como ya hemos comentado en repetidas ocasiones, el tema principal de la obra es la diferencia absoluta entre Dios y el ser humano, este concepto de Palabra de Dios le sirve a Barth para acentuar esta misma diferencia. La Palabra de Dios nos habla de Dios y no es palabra humana, que proceda del hombre en ningún sentido, ni psicológica, ni históricamente.8
Por tanto, esta Palabra de Dios en la Carta a los romanos apunta a la dirección de toda la obra, en clara polémica con la teología liberal, pero todavía no encontramos en Barth, lo que después llamaremos “concentración cristológica”, allí la Palabra de Dios estará remitida constantemente a Cristo, lo vemos a continuación en los siguientes apartados.
La Palabra de Dios como tarea de la teología (1922)
Hacemos ahora referencia a una conferencia pronunciada por Barth, en una fecha tan pronta como el año 1922, y que se ha convertido en un texto clásico de la “teología de la palabra de Dios” y característica de la “teología dialéctica”9. En esta misma época Barth mantiene una correspondencia con Harnack sobre cómo alcanzar un discurso verdadero sobre Dios, así que todo ello no hace sino redundar en las intuiciones que hemos venido considerando en nuestro apartado anterior.
Lo primero que Barth deja asentado en esta conferencia es que “como teólogos debemos hablar de Dios, pero somos seres humanos, y como tales, no podemos hablar de Dios”10. Aquí estamos en la misma tesitura de la Carta, el discurso humano no puede expresar algo verdadero sobre Dios, es decir, algo que desvele a Dios. La diferencia, el abismo entre uno y otro, sigue siendo insalvable para el ser humano. Sin embargo, aquí introduce Barth un matiz importante, esta imposibilidad para hablar sobre Dios radica en que, de hacerlo, significaría decir la “Palabra de Dios”. Ésta solo puede venir de él, y esta venida solo se hace presente cuando Dios se hace hombre, ésta es realmente la Palabra de Dios11, y ésta es la tarea de la teología, anunciarla. Así la Palabra de Dios es “tarea tan necesaria como imposible de la teología”12.
Por tanto, aquí la Palabra de Dios es ese decir de Dios, no sobre Dios, que se hace presente porque Dios se hace hombre, y pronunciar esta palabra es la tarea de la teología. Aquí, esa diferencia cualitativa infinita parece que tiene visos de “acortarse”, sería mejor decir, de concentrarse cristológicamente, pero aún, esto no está dicho aquí por Barth.
La Palabra en el quehacer teológico de la teología evangélica
En la Introducción a la teología evangélica, la Palabra se convierte en la palabra para el hombre, una palabra buena, a favor del ser humano. Esta palabra es “la automanifestación de Dios hecha a impulso de su amor a los hombres13”. Esta palabra ya no es la que manifiesta la diferencia entre Dios y el hombre, sino el movimiento de amor de Dios hacia el hombre, es una palabra pronunciada por amor y desde la necesidad del hombre. Ahora la Palabra está comprendida desde la humanidad de Dios. Se constata una evolución, que no es ruptura, pero sí cambio con respecto a su primera obra.
Y decimos que no hay ruptura, pero sí evolución, porque Barth sigue afirmando que la Palabra es de Dios, y solo de él, pero que es pronunciada en “medio de los hombres y dirigiéndose a todos los hombres, en favor de los hombres y con los hombres”14. De esta manera, la Palabra es ahora manifestación del decir de Dios, de su divinidad en su humanidad.
No obstante, esta Palabra de Dios no es mera manifestación abstracta, de ideas, dogmas o contenidos teológicos, sino que esta Palabra se ha hecho carne. De esta manera, la Palabra de Dios fue plenamente hablada en la historia de Jesucristo, y representa la consumación de la palabra dicha previamente en la historia de Israel15. Jesús es esta Palabra de Dios16. Así, esta Palabra de Dios en Cristo es la Palabra a la que la teología ha de escuchar y responder17. En esto se resume la tarea de la teología, sin que haya otra más urgente, ni más importante, y la teología evangélica es especialmente sensible a ello.
Por último, exploramos la relación entre Palabra y Escrituras. Para Barth la teología ocupa una posición dependiente de los escritos bíblicos, aunque la teología sea consciente del carácter condicionado y limitado de tales escritos, los reconoce como sagrados. Su carácter hierofánico depende de tener una relación directa con la Palabra de Dios18. Por tanto, Dios se autorrevela en las Sagradas Escrituras, así la tarea de la teología es preguntar a los textos para ver hasta qué punto, y a pesar de su completa humanidad, reflejan la Palabra de Dios, esta Palabra quiere ser vista y escuchada incesantemente19. A preguntarles a los textos bíblicos se dedica con gran esfuerzo la teología, y la teología evangélica quiere ser fiel a este carácter autorrevelador de la Palabra de Dios en las Sagradas Escrituras.
En este punto, nos obsequia Barth con una reflexión acerca de la comprensión de las Escrituras en el mundo moderno. Pone de manifiesto cómo la teología contemporánea, así como la tarea histórico-exegética, quiere traducir las afirmaciones de la Escritura al lenguaje del hombre moderno. Pero él se pregunta si esto no dejará de ser un esfuerzo vano, tanto en cuanto, lo que los textos bíblicos dicen no es algo autoevidente. Critica Barth, que la teología contemporánea corre rápidamente a la traducción de las Escrituras, y con ella, de la Palabra de Dios que acontece en las mismas, a una concepción propia del mundo moderno. Pero el sentido de esta Palabra de Dios que acontece en las Escrituras, lejos de resultar autoevidente requiere un esfuerzo constante e ingente. Cuestiona Barth, por tanto, que en realidad el hombre moderno esté interesado en las Escrituras, si así fuera estaría dispuesto a acercarse a ellas y a realizar este esfuerzo de comprensión de las afirmaciones bíblicas en cuanto tales. De esta manera, y tanto en cuanto, Palabra de Dios, exigen una labor incesante de descubrimiento, interpretación y reconocimiento20. Esfuerzo hecho de sudor y lágrimas, expresiones todas ellas del propio Barth.
Terminamos aquí estos tres apartados dedicados a la Palabra de Dios en el pensamiento de Karl Barth con esta llamada de atención hecha por él mismo. Quizás las iglesias de hoy harían bien en prestar oídos con la debida cautela a sus palabras, ya que en no pocas ocasiones las Escrituras en su condición de Palabra de Dios se trivializan hasta el extremo. Se trivializan cuando se hace de ellas un corpus de conocimiento autoevidente con unos límites previos claros, y cuando todas las preguntas que se le hacen están pactadas de antemano, con sus correspondientes respuestas, profundamente domesticadas. Se trivializan cuando se hace de la lectura y de la predicación unas tareas autoevidentes al servicio de unos intereses concretos. En las palabras de Barth se percibe que la Palabra en las Escrituras tiene un componente de indisponibilidad, que no está al arbitrio y a la voluntad del ser humano, y que se requiere de un gran esfuerzo al percibir este acontecimiento de la Palabra, como algo que le excede y que no se puede objetivar con tanta facilidad, como inicialmente se podría pensar. Por tanto, Barth igualmente nos previene contra un racionalismo, que quiere conceptualizar la Palabra en las Escrituras a toda costa, cuando no reducir las Escrituras a la pura factualidad de las palabras sin Palabra de Dios. A todos ellos, para todos nosotros, la reflexión de Barth es actualmente pertinente y nos conviene escuchar sus advertencias.
Bibliografía y referencias
- Barth, Karl, Carta a los romanos. (Madrid: BAC, 2002)
- Barth, Karl, Introducción a la Teología Evangélica. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2006)
- Barth, Karl, La Palabra de Dios como tarea de la teología (incluido en Gibellini, Rosino, Antología Teológica del siglo XX). (Santander: Editorial Sal Terrae, 2012)
- Barth, K, Carta a los romanos, p. 76↩
- Ibíd↩
- Op. Cit, p. 141↩
- Op. Cit, p .150↩
- Op. Cit, p. 160↩
- Ibíd↩
- Op. Cit, p. 162↩
- Ibíd↩
- Gibellini, Rosino, Antología Teológica del siglo XX, p. 33↩
- Op. Cit, p. 34↩
- Op. Cit, p. 40↩
- Op. Cit, p. 41↩
- Barth, K, Introducción a la Teología Evangélica, p. 29↩
- Op. Cit, p. 36↩
- Op. Cit, p. 40↩
- Op. Cit, p. 48↩
- Op. Cit, p. 41↩
- Op. Cit, p. 52↩
- Op. Cit, p. 54↩
- Op. Cit, pp. 55-56 ↩
Citación (ISO 690:2010): SIMINO SERRANO, Sergio. Karl Barth, teología entre dos tiempos, Parte II [en línea]. Mos. Teol. (Rev. RYPC), 22 noviembre 2017. <http://www.revista-rypc.org/2017/11/karl-barth-teologia-entre-dos-tiempos_22.html> [consulta: ].↑