domingo, diciembre 10, 2017

Vol. 6 Ext. 4 - Ciencia y Fe en la película Avatar de James Cameron

Revista RYPC, ISSN 0719-2320
Vols. publicados > Vol. 6 (Dic. 2017) > Extra 4 | Citación

Ciencia y Fe en la película Avatar de James Cameron1

Brian Godawa
Guionista (To End All Wars) y Escritor (Chronicles of the Nephilim), EE.UU.

Poster de la película Avatar.
Fuente: Wikipedia.org
Avatar, la extravagancia de efectos especiales del director James Cameron, es la película con más recaudaciones en taquilla de todos los tiempos. Pero, más destacable, en nuestro actual mundo globalizado, Avatar también ocupa el número uno de taquilla a nivel mundial, alcanzando los $2.780 millones de dolares y destronando a Titanic –también de Cameron–, el campeón reinante anterior.

Debido a su cosmovisión religiosa explícita, junto con sus diversas alusiones políticas, Avatar desencadenó opiniones acaloradas en diversos sitios web de noticias y blogs posterior a su lanzamiento. El columnista conservador Jonah Goldberg consideró que la película transmite una propaganda política plagiada: “Cameron explota clichés de Hollywood, hasta el punto de que se podría cortar y pegar el diálogo de películas como 'Pocahontas' o 'Danzas con lobos' en 'Avatar', sin cambiar la historia de manera apreciable”2. El autor liberal Jay Michaels, por su parte, defendió el filme, considerándolo una afrenta legítima al monoteísmo, ya que la cosmovisión panteísta nativa tercermundista y “no la teología de la antigua escuela, tiene la promesa ideológica de un futuro más sostenible para nuestro planeta”3. Roger Ebert, crítico de cine y también liberal, desde su perspectiva comparó Avatar con La Guerra de las Galaxias en 1977, considerándola “no solo un entretenimiento sensacional. Sino también un progreso técnico [...] predestinado a inaugurar un culto”.

Sin lugar a dudas, Avatar es un relato de moralidad maniquea, simplista y sin matices. El filme cuenta con personajes bidimensionales, sin complejidad, junto con una propaganda política, apenas velada, sin ningún tipo de sutileza. No obstante, aquéllos que puntualizan sus fallas les falta considerar un punto de mucha más importancia, y es que el éxito de Avatar no puede despreciarse. Éste resuena entre decenas de millones de personas por todo el planeta. Independientemente de las fallas de Avatar, James Cameron sabe muy bien cómo contar relatos, incluso mejor que cómo los cuentan sus detractores. En este sentido, Ebert tiene razón. Avatar no es solo entretenimiento con muchos efectos especiales; sino también sus resultados son parecidos a los de un culto.

La Narrativa

El héroe del relato es Jake Sully, un infante de marina lisiado que llega a una exuberante luna planetaria verde llamada Pandora, ubicada a unos cuantos años luz de la Tierra. Sully reemplaza a su difunto hermano gemelo en un experimento científico dirigido por la científica Grace Augustine, quien a su vez es amante de la naturaleza. Ellos han desarrollado la tecnología para empalmar el ADN humano con el ADN de los habitantes nativos, los Na’vi; bípedos azules de tres metros de altura, quienes se visten, actúan y practican su religiosidad como si fueran una versión alienígena de los nativos históricos norteamericanos. Esta ingeniería genética ha llevado a la creación de cuerpos Na’vi sin conciencia que pueden controlarse remotamente como avatares en un juego de rol multijugador en línea. Jake es introducido en una especie de capullo artificial que conecta su conciencia con el cuerpo Na’vi, resultando en un enlace virtual remoto. Este enlace le permite ver y sentir a través del avatar, similarmente a cómo los humanos “se conectan” a simulaciones por computadora en la película de ciencia ficción de 1999, The Matrix.

Jake pronto descubre que su verdadera misión era establecer contacto con los Na’vi siendo “uno de ellos”, para cumplir los propósitos de una corporación que controla el proyecto. Dicha corporación está dirigida por Parker Selfridge, un codicioso gato gordo capitalista que no se preocupa por los nativos, sino mas bien solo quiere apartarlos del camino para así explotar el recurso natural más rico de Pandora, “unobtainium”. Aquí el problema es que la aldea Na’vi está en un enorme árbol, el que a su vez descansa sobre un depósito a gran escala de ese recurso inalcanzable.

Parker ha contratado a una fuerza de seguridad mercenaria, conformada por militares, y liderada por un belicoso y desalmado coronel, Miles Quaritch, quien declara que “no toma prisioneros”. Quaritch alista a Jake para que, siendo parte de la inteligencia militar, le informe secretamente acerca de los Na’vi, para así cumplir con los propósitos viles de la corporación. Grace, la científica, no soporta ni a Parker ni a Quaritch; no obstante, los tolera por motivos de recepción de fondos, y así estudiar a los nativos y explorar las maravillas biológicas naturales de este curioso mundo, a la manera de un naturalista victoriano.

En el transcurso de la película, seguimos a Jake en su viaje mientras conoce a los Na’vi, quienes al principio desconfían de él porque perciben su ADN alienígena y habla inglés. Sin embargo, se gana la confianza de los nativos a través de Neytiri, una mujer Na’vi quien lo rescata en el bosque. Neytiri recibe el encargo de enseñar a Jake todas las tradiciones Na’vi.

Jack pasa meses aprendiendo a cazar con arco y flecha, además de montar bestias terrestres y dragones voladores. También se involucra en las prácticas religiosas de los Na’vi, dirigidas a interactuar con el flujo de energía que ellos creen que une a toda la vida en el planeta con Eywa, la Diosa Madre.

Justo cuando Jake se enamora de Neytiri y se integra con los nativos Na’vi, aparecen las monstruosas máquinas corporativas despejando la jungla, destruyendo el árbol Na’vi y dispersando a los indígenas.

Jake escapa, pero es rechazado por los Na’vi debido a su traición. Pero, al descubrir que los militares se encaminan a destruir el sagrado “Árbol de las Almas” –que contiene las almas de todos los antepasados Na’vi–, Jake cambia de bando y logra recuperar la confianza de los Na’vi, guiándolos en una batalla frontal contra la “gente del cielo” y sus máquinas voladoras.

Después de que Jake gana la batalla, descubre que el árbol sagrado tiene el poder místico de transferir la vida de un organismo a otro. Así que él decide transferir el alma de su cuerpo humano al cuerpo de avatar Na’vi que estaba usando, convirtiéndose finalmente en Na’vi y viviendo el resto de su vida con su amada, Neytiri.

Multiculturalismo Postmoderno

Avatar constituye un mito pagano postmoderno, orientado a la adoración de la naturaleza. Se presenta como una condena a la cultura occidental al considerarla “imperialista” y racista, así como a la participación científica en la explotación del medio ambiente. Este mito, a su vez, plantea reemplazar la cosmovisión de la cultura occidental con la Hipótesis de Gaia, una teoría científica que afirma que la tierra es un organismo vivo y la humanidad un siervo de ella.

Para saber qué cosmovisión está atacando un cineasta, hay que enfocarse en el villano, es decir, el personaje malvado a superar por el héroe de la narrativa. La forma en que el villano (o antagonista) piensa y vive es condenada por el narrador, concretándose en su incapacidad para ganar en el filme. Cada uno de los antagonistas que Cameron propone en Avatar constituyen arquetipos de la civilización occidental, concretamente, es una triada: la corporación, los militares y la ciencia.

Según la narrativa postmoderna de Avatar, el mayor mal en la civilización es la corporación, a la cual solo le preocupa el dinero, no las personas, y explotará a los nativos del tercer mundo sin preocuparse si esto conlleva destruir sus espacios sagrados, o incluso sus mismas vidas. Parker es claramente representado de esta manera cuando arroja epítetos racistas contra los Na’vi tales como “monos azules” y “salvajes mordidos por las moscas”. Al principio, él quiere evitar la indignación pública negociando con los Na’vi y así lograr que se trasladen de su asentamiento, únicamente porque “matar a los indígenas se ve mal”. Por otro lado, cuando Jake se vuelve contra su propia gente, este cuestiona los posibles beneficios para los Na’vi de hacer un trato con los humanos. Jake señala: “¿Para qué? ¿Cerveza light y blue jeans? No hay nada que tengamos que ellos quieran”. En el relato de Avatar, los nativos primitivos no obtienen ningún beneficio de la civilización occidental; sino al contrario, únicamente el saqueo de sus recursos naturales, su explotación y producción para el consumo masivo.

El siguiente de los villanos occidentales propuesto por esta narrativa postmoderna es la clase militar. Esta no es una fuerza de paz que protege la libertad y la vida de la gente, sino una herramienta de la corporación para proteger los intereses financieros mediante la violencia contra “el otro”. De allí que Quaritch sea un mercenario belicista ansioso de matar a los Na’vi, tomando café en plena batalla, y concibiendo la aniquilación del medio ambiente y sus criaturas como si fuera una fiesta divertida. Se puede ver además que todos y cada uno de los militares que componen la milicia malvada de Quaritch son caucásicos, salvo la única mujer, piloto, que se amotina juntamente con Jake.

Cameron también hace una alusión política, equiparando moralmente la Guerra contra el Terror de la administración George W. Bush con la explotación de Pandora. Los instigadores bélicos humanos usan frases y lemas contra los Na’vi que recuerdan frases propias de la era Bush, tales como: “conmoción y pavor”, “ataque preventivo” y “lucharemos contra el terror con terror”4. El ejército mercenario es un paralelo obvio de Blackwater, una fuerza de seguridad privada de la era Bush que fue empleada en Irak. Por otro lado, Resources Development Administration (RDA), la gran corporación energética liderada por Parker, es una aparente analogía de Halliburton, la empresa energética cuestionada por los opositores de Bush debido a sus presuntos e ilícitos intereses en la guerra. Uno de los chicos buenos, que lucha junto con Jake contra el embate del corporativo militar, hace referencia a sus ventajas imposibles como un “martirio”, una equivalencia moral con la lucha por la libertad, con los insurgentes islámicos y terroristas en Irak.

El último en la lista de personajes de dudosa reputación es la científica Grace Augustine, quien despersonaliza la naturaleza en nombre de la explicación materialista y ayuda a crear la misma tecnología que explota y “viola” a la Madre Tierra –o, en este caso, a la Madre Pandora. Grace es un personaje más complejo, porque al comienzo es un elemento a regañadientes de la corporación, con un interés impersonal en la biología alienígena; para luego terminar cautivada por los Na’vi, proporcionando teoría y explicaciones científicas que apoyan sus creencias religiosas. La religión de los Na’vi, que entiende la unidad de todas las cosas en una deidad femenina (que se explica a continuación), se describe como una “comunicación eléctrica entre los árboles” y todas las cosas. “No es vudú pagano”, sostiene Grace; sino mas bien “es una red biológica global”. Con esto, las creencias religiosas y místicas de los Na’vi ahora tienen el respaldo de la ciencia5.

En una de las pocas sutilezas de la película, la civilización occidental también aparece vinculada con el cristianismo. El nombre de la científica, Grace (Gracia), resulta ser el nombre de una doctrina definitoria del cristianismo histórico. El homónimo de su apellido, Augustine (Agustín), es un antiguo padre de la Iglesia cristiana, del siglo IV, cuyo pensamiento ha sido considerado como una de las influencias principales de la cultura occidental. Según lo especificado en el Génesis, Agustín enseñó sobre el mandato divino de dominio sobre la creación, para que el hombre la gobierne, lo que incluye cultivarla y mantenerla6.

Esta despersonalización de la naturaleza y su sometimiento frente al hombre proporcionó las bases filosóficas para la ciencia moderna. Posteriormente, la Ilustración prescindió de esta base cristiana, para convertir la ciencia en una búsqueda materialista orientada a la explotación. Por lo demás, en el filme, Grace es mostrada en fotografías puestas en un refrigerador, en la que aparece con los nativos, enseñándoles y aprendiendo de ellos, como paralelo visual de los misioneros que, históricamente, han sido conocidos al realizar misiones dirigidas a comunidades primitivas. Aparentemente, el científico, como la conciencia moral de la preocupación intercultural, ha terminado por reemplazar al cristiano.

Otra referencia sutil está en el nombre “gente del cielo”, el cual se le da a los terrícolas que han descendido del cielo a Pandora. Otra narrativa utilizada en contra del cristianismo es aquella que representa el padre del cielo (dios), junto con sus nómadas patriarcales, matando y reemplazando a la madre tierra (diosa) y sus agricultoras matriarcales. Esta fue popularizada por el antropólogo James Frazer en su clásico libro de religiones comparadas, The Golden Bough7.

El verdadero atractivo multicultural y global de Avatar radica en su sincretismo, muy parecido a las matrices de muchas religiones y culturas. En particular: el hinduismo (que cuenta con poderosas deidades representadas en color azul, como los Na’vi), el animismo (los Na’vi reflejan a los nativos americanos y otras tribus primitivas), el judaísmo (Navi es la palabra hebrea para profeta), el cristianismo y otros relatos de Cristo (la unción mesiánica y el viaje de Jake), el ecologismo religioso (la teoría de Gaia), además del panteísmo y el panenteísmo (la unidad de todos los seres vivos).

Panteísmo/Panenteísmo

Si se desea conocer la cosmovisión que sostiene un cineasta, ahora se debe observar a los chicos buenos del relato. Obsérvese al héroe y en cómo termina concibiendo el mundo. En Avatar, la cosmovisión de los buenos (los Na’vi), y que el héroe termina abrazando, es una religión pagana que adora a la naturaleza. Los Na’vi son claramente los pueblos indígenas del tercer mundo, los “oprimidos” y explotados de Pandora.

Los indígenas Na’vi adoran a Eywa, la Gran Diosa Madre, descrita como “una red de energía que fluye a través de todos los seres vivos”, conectando a estos últimos como portadores de la divinidad y cuya energía es “prestada, la cual algún día tendremos que devolvérsela”. Esta creencia panenteísta de una deidad inmersa en todos los seres vivos se expone como una “unidad” o unidad entre las cosas. Dios está en todo y todo es parte de Dios. Los Na’vi matan animales para comerlos, y de forma similar a como ocurre en la religión de los nativos americanos, hablan con sus presas como un “hermano cuyo espíritu va a Eywa, y el cuerpo a la tierra”. Su cementerio sagrado es el “Árbol de las Almas”, que contiene las almas de sus antepasados ​​muertos a quienes les elevan oraciones. Cuando los Na’vi aceptan a Jake en su comunidad y realizan el correspondiente ritual, crean un círculo con las manos entrelazadas y conectadas entre sí, simbolizando su unidad en Eywa. Los indígenas Na’vi son capaces de unirse a bestias parecidas a los caballos, así como a dragones voladores, a través de una conexión orgánica la cual permite a la bestia y al jinete moverse, a modo de simbiosis, como una única criatura.

Jake resulta ser un redentor mesiánico multicultural para los Na'vi, proveniente del cielo y encarnado en un ser humano. Cuando Jake es descubierto por Neytiri, ella desconfía hasta que ve una “señal de Eywa” que la convence de que él puede ser un ungido. A saber: las semillas, que son de espíritu puro y provienen del Árbol de las Almas, flotan sobre él y lo bañan en una transfiguración de la luz mística. Más adelante en la historia, él se convierte en el guerrero que liberará a los Na’vi, guiándolos en la batalla contra las fuerzas de la oscuridad. Y cuando Jake lidera la batalla, esta última se realiza con el acompañamiento de la “Gran Madre”; ya que todos los animales que una vez trataron de comerse entre sí, ahora se convierten en un ejército unido que lucha contra la milicia merodeadora de los humanos.

Samantha Smith, en su libro Goddess Earth: Exposing the Pagan Agenda in the Environmental Movement, establece tres principios fundamentales asociados al paganismo histórico, muchos de los cuales están inmersos en la cosmovisión de Avatar:
  1. Animismo: la creencia de que todo está dotado de un alma.
  2. Politeísmo: la creencia de que existen muchos dioses y que cada uno tiene una función para dirigir diversos aspectos de la naturaleza y la vida.
  3. Panteísmo: la creencia de que todas las cosas, animadas e inanimadas, incluyendo la tierra y los seres humanos, son manifestaciones de Dios; Dios es todo8.

El científico confirma que el dogma religioso pagano de la interconexión de toda la vida y la deidad panteísta que emerge para protegerlo es una respuesta biológica orgánica del planeta, la cual a su vez busca mantener un equilibrio en la vida. En la tierra hay un nombre para esta teoría, y es la Hipótesis de Gaia.

La Hipótesis Gaia

En la década de 1960, el científico James Lovelock formuló una teoría relacionada con su trabajo, desarrollado en la NASA y orientado a detectar vida en Marte. En concreto, Lovelock propuso la hipótesis que la biosfera, la atmósfera, los océanos y el suelo de la tierra son una entidad compleja “constituyendo un sistema cibernético o de retroalimentación que busca un ambiente físico y químico óptimo para la vida”9. La Tierra es un organismo vivo, autorregulado y con conciencia. Él llamo a esta idea la Hipótesis de Gaia, tomando el nombre de la diosa griega de la tierra. En años posteriores, la reconocida microbióloga Lynn Margulis colaboró ​​con Lovelock para desarrollar esta teoría, atrayendo la atención científica y pública.

En su sitio web, Lovelock describe a Gaia como un movimiento dirigido a recobrar la antigua noción griega de danza simbiótica entre religión y ciencia. Sostiene: “En aquellos días, la ciencia y la teología eran una sola, y la ciencia, aunque menos precisa, tenía alma. Con el paso del tiempo, esta cálida relación se desvaneció y fue reemplazada por la frialdad de los escolásticos […] Ahora, por fin hay signos de un cambio. La ciencia nuevamente se vuelve holística y redescubre el alma”10.

La teoría de Gaia es evidente en la imagen panteísta de la “Gran Madre” representada en Avatar que, como explica Neytiri, “no toma partido” en la batalla con los terrícolas porque “ella solo protege el equilibrio de la vida”. En consecuencia, Gaia cobra vida cuando todos los animales de Pandora se unen, como una fuerza, para proteger el árbol sagrado de las almas (la corteza cerebral de Pandora) de la amenaza destructiva llevada a cabo por los cruzados merodeadores.

La justificación científica de la cosmovisión religiosa pagana propuesta por la película, e impulsada por la Hipótesis Gaia, es evidente en toda la narrativa. Muchas de las creencias religiosas de los indígenas Na’vi se explican por medios naturales y biológicos. Los Na’vi tienen la capacidad de unirse a otros seres vivos a través de su "coleta neural", una extensión de su sistema nervioso, similar a un trenza de cabello, con zarcillos vivientes en su extremo11. Estos zarcillos se ven y funcionan exactamente como los cables de fibra óptica, por lo que estamos en presencia de una explicación naturalista para una creencia mística. Cuando Jake transfiere su conciencia a su avatar, el cuerpo Na’vi, los zarcillos del Árbol de las Almas (una red neuronal de cables de fibra óptica) se conectan a su cerebelo y reubican su alma como una computadora que carga un software de un disco duro a otro. Cuando Grace muere mientras está conectada al Árbol de las Almas, incluso ella, científica materialista, ahora se convierte y le dice a Jake: “La Gran Madre es real... estoy con ella”. En el Evangelio según Avatar, Gaia es una conciencia personal emergente con fundamento científico y expresión religiosa.

Aunque la mayoría de los científicos no buscan un sincretismo explícito entre religión y ciencia, miembros influyentes del movimiento ecologista sí lo hacen (no confundir con movimientos como Creation Care o Cornwallis Alliance, que promueven la mayordomía de la tierra). Lynn White, historiador, catedrático de la Universidad de Princeton y pionero del ecologismo moderno, escribió en 1967 acerca de “las raíces históricas de nuestra crisis ecológica”. El planteó: “Al destruir el animismo pagano [la creencia de que los objetos naturales tienen almas], el cristianismo hizo posible explotar la naturaleza en un estado de indiferencia ante los sentimientos de los objetos naturales [...] Como las raíces de nuestros problemas son en gran medida religiosas, el remedio también debe ser esencialmente religioso, lo llamemos así o no”12.

Una mirada más de cerca

El espacio no nos permite elaborar una crítica filosófica detallada del animismo, panenteísmo y panteísmo presentes en Avatar. No obstante, lo que sí deseo hacer es una breve deconstrucción de la narrativa de la película, ilustrando sus propias anomalías internas y contradicciones como paradigma de prejuicios políticos y religiosos.

Primero, como una narrativa multicultural postmoderna, Avatar sufre la condena de sus propias acusaciones. Su ataque a la civilización occidental y exaltación del primitivismo a través del viaje del héroe es, por sus propios estándares multiculturales, un mito racista del “salvador blanco”. La película refuerza la noción imperialista de que los Na’vi son seres primitivos y científicamente ignorantes, quienes, amenazados por fuerzas superiores, son salvados por un hombre blanco con una unción por encima de ellos (recordar la transfiguración de Jake). Dicho salvador condesciende con los indígenas y los redime a través de su superioridad tecnológica y cultural. Como concluyó un escritor político: “La etnia Na’vi, sugiere la película, necesita al hombre blanco para salvarse porque, como raza menos desarrollada, carece de inteligencia y fortaleza para vencer a sus adversarios por sí misma”13.

Segundo, Avatar también constituye una exaltación del mito del “salvaje noble”, popularizado por el romántico del siglo XVIII Jean-Jacques Rousseau, al imaginar “un concepto idealizado de hombre incivilizado, quien simboliza la bondad innata de alguien que no está expuesto a las influencias corruptoras de la civilización”14. Este es un tema común en Hollywood, reflejado en películas como Pocahontas y Danza con Lobos, las que retratan a los pueblos indígenas como amantes de la paz en armonía con la naturaleza –una ficción, políticamente construida, que no es posible sostener como realidad histórica. A lo largo de la historia, tradiciones culturales depravadas como la circuncisión femenina, la cacería de cabezas, el canibalismo, los sacrificios humanos, la esclavitud y las guerras sangrientas, están comúnmente presentes en tribus indígenas inafectadas por la civilización occidental. La naturaleza humana es la que está corrompida, no la civilización. La trágica realidad de la cultura pagana se parece más a los sacrificios humanos, sedientos de sangre, de la película Apocalypto que a la unicidad de la vida presentada en la película Avatar.

Otra fatuidad de la mitología unificadora de Avatar está en su condena moral en contra de la humanidad y la beatificación de la naturaleza. Al igual que el mito del salvaje noble, este es otro absurdo autorreferente. Si el “círculo de la vida”, es decir, el ciclo de “comer o ser comido” es verdaderamente una belleza armoniosa, entonces los humanos no pueden ser condenados por consumir recursos naturales, ya que, de hecho, se comen la vida de otros. Los humanos son una parte de la naturaleza como cualquier otra, por lo que acusarlos moralmente de excesos insaciables y explotación sería una manipulación arbitraria y subjetiva de quienes están siendo comidos. Destruir árboles, matar a los Na’vis y consumir unobtainium es tan natural como que los Na’vi matan y comen viperwolves, o que los thanators matan y comen a los Na’vi.

La descripción ateísta y perversa que Richard Dawkins proporciona de la selección natural, como “indiferencia ciega e implacable”, es exactamente la misma que la de Selfridge y Quaritch en la película, por lo que los partidarios de Dawkins no deberían tener nada de qué quejarse en contra de estos villanos. Dichos personajes ficticios son la encarnación de una cosmovisión ateísta donde el círculo de la vida, la naturaleza, es de hecho hostil, “desagradable, brutal y breve”, destructiva, “rojo en dientes y garras”, lleno de espinas y cardos –lo que nos lleva a la guerra de dos narrativas culturales: una orientada a la adoración de la tierra y la naturaleza; y otra que plantea el dominio y mayordomía de la tierra por el ser humano.

La creación de mitos sagrados, antiguos y modernos

Considero que la razón del éxito de Avatar radica en la habilidad de James Cameron como creador de mitos. Avatar es, esencialmente, un mito pagano postmoderno al nivel del Enûma Elish babilónico o del Ciclo de Baal Ugarítico de la Antigua Mesopotamia. Tal como ocurre en Avatar, estos mitos épicos eran narrativas de deidades guerreras de la naturaleza, encarnando afirmaciones de supremacía religiosa y política.

A pesar de nuestra cultura científica moderna, la mitología todavía se conecta con nuestros corazones humanos porque apela a la trascendencia, es decir, a una realidad fuera del mundo que da sentido y propósito a nuestra existencia en el mundo. La humanidad tal como es, creada a imagen de Dios, anhela la trascendencia a pesar de nuestro avance tecnológico. Desafortunadamente, como lo reveló el apóstol Pablo, ese anhelo del Dios trascendente está reprimido por la culpabilidad moral (Rom. 1: 18-21), resultando en la adoración pagana del medio ambiente como un instinto natural primitivo. La humanidad prefiere una mentira a la verdad de Dios, adorando y sirviendo a la criatura, la creación, antes que al Creador (Rom. 1:25).

La batalla entre la narrativa que adora al Creador, y la que adora a la creación, es antigua. Agustín, el mencionado teólogo del siglo IV, tenía razón: el relato de la creación de Génesis 1 enseña que el hombre tiene dominio sobre el medio ambiente (Gen. 1: 26-28). Los críticos del judeocristianismo, por otro lado, tienen razón cuando sugieren que la Biblia desacralizó la naturaleza al eliminar su divinidad, pero se equivocan cuando concluyen que tal teología conlleva, necesariamente, a una explotación destructiva del medio ambiente. Génesis también enseña la mayordomía responsable de la tierra por parte del hombre (Gen. 2:15). Dios dio leyes que reforzaron la responsabilidad del hombre con su entorno (Deu. 20: 19-20; Ex. 22: 6), e incluso, bendijo y maldijo el medio ambiente como respuesta a la obediencia y a la rebelión de Israel, respectivamente (Deu. 7: 12-15; 28: 15-24). En el paganismo, el hombre es el siervo de la tierra, pero en la Biblia, es el mayordomo de esta.

No es coincidencia que la teología de la salvación, transmitida en algunos salmos que describen la elección de su pueblo por Dios, se exprese a través de imaginería alusiva a la creación (Sal. 33, 74, 89, 136, 148). El pacto y la creación son aspectos que están profundamente entrelazados. Los “mitos”, como escribe Ronald Simkins “son, simplemente, elaboraciones narrativas de percepciones de la realidad culturalmente compartidas”15. Uno de los propósitos de las narraciones míticas en la época antigua, así como también en la moderna, es codificar de forma literaria el derrocamiento religioso y político de una cultura a manos de otra. Cuando nuevos reyes o reinos llegaron al poder en el mundo antiguo, a menudo reemplazaban los relatos creacionales de la cultura avasallada con sus propios relatos, representando cómo sus deidades triunfaron sobre otras para crear el mundo en que vivimos. Eruditos del Antiguo Cercano Oriente llaman a esta batalla “Chaoskampf”, término que denota la lucha de deidades contra las fuerzas del caos para así crear orden en la vida social y nacional de la gente16.

El Enûma Elish relata la batalla entre Marduk, deidad Babilónica, con Tiamat, diosa marítima del caos; y el ascenso al poder del primero en el panteón mesopotámico, dando así una justificación mítica literaria del surgimiento de Babilonia como antigua potencia mundial17. El Ciclo de Baal de Ugarit cuenta la historia del dios de la tormenta, “Baal el Conquistador”, y su epifanía al convertirse en “Señor de la tierra” en Canaán, una vez que derrota al dios del caos, Yamm (el Mar)18.

De acuerdo al académico Bruce Reichenbach, incluso Moisés escribió el Génesis 1 “como un documento teológico-político que describe cómo el Monarca Supremo establece su reino, justificando así su demanda de posesión exclusiva de todo lo que este contiene”19. Dios estaba preparando a Israel para desplazar, física y literariamente, a los cananeos paganos y sus dioses; por lo que Él inspiró el relato de la creación de Moisés para expresar el establecimiento de la autoridad trascendente, como tema propio del Antiguo Oriente Próximo20.

Avatar es un mito Chaoskampf que encarna la batalla de cosmovisiones y sus dioses; de Gaia, venciendo las fuerzas destructivas del caos (el Occidente cristiano), para así establecer el orden en el mundo y la adoración de la naturaleza. Es una narrativa moderna del conflicto de cosmovisiones más antiguo.

Una Guerra de Narrativas

Los textos de trasfondo humanista secular y ateísta, promotores del materialismo, son mitos pintorescos; pero en última instancia, inadecuados para describir la realidad. Solo una divinidad personal y trascendente satisfará los corazones e imaginaciones de la humanidad. No estamos en una guerra cultural. Estamos en una guerra de dioses, y las tres religiones dominantes que proclaman la supremacía de su deidad en la tierra son el cristianismo (Jesús), el islam (Alá) y el paganismo (Gaia).

Narrativas míticas cristianas en películas como El Señor de los Anillos y Las Crónicas de Narnia, ciertamente han capturado la imaginación de muchos. Por ahora, Avatar, siendo algo así como una nueva Epopeya de Gilgamesh, anuncia la creciente influencia de una religión mundial pagana que promueve la adoración a la naturaleza. Narrativa que, por lo demás, propone una visión de la humanidad siendo parte de la naturaleza, como cualquier otra, sirviendo a la tierra (esta última, representada como autoridad gobernante de toda la energía y la vida); y no siendo la única criatura a imagen de Dios, corregente con Él, y poseyendo autoridad sobre la naturaleza y la tierra. No es que la película Avatar sea, en sí misma, un elemento de cambio; sino mas bien forma parte de una ola cultural de ideas que afectan a todas las áreas de la cultura global hoy, desde la religión al entretenimiento, a la ciencia y a la política –prometiendo una redención pagana a la humanidad, pero a su vez esclavizándola y subordinándola a la naturaleza.

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  1. Artículo original en: GODAWA, Brian. Science and Faith at the Movies: Avatar [en línea]. BioLogos; 15, 20, 27 abril 2011. Disponible en <https://bit.ly/2qQgVZj>. Traducción realizada por Manuel D. Morales y revisada por Cecia Millán, con permiso del autor <godawa.com>.
  2. GOLDBERG, Jonah. Avatar and the Faith Instinct [en línea]. National Review, 30 diciembre 2009. Disponible en: <https://www.nationalreview.com/2009/12/avatar-and-faith-instinct-jonah-goldberg/>
  3. MICHAELSON, Jael. The Meaning of Avatar: Everything is God (A Response to Ross Douthat and other naysayers of ‘pantheism’) [en línea]. HuffPost, 22 diciembre 2009. Disponible en: <https://www.huffingtonpost.com/jay-michaelson/the-meaning-of-avatar-eve_b_400912.html>
  4. Si bien combatir “terror con terror” no es una frase explícita de la administración Bush, esta apela a la interpretación que Cameron tenía de lo que, precisamente, estaba haciendo Estados Unidos. En otras palabras, afirmar que la guerra de Irak no es justa, es moralmente equivalente a sostener que dicha guerra es terror.
  5. Irónicamente, esta reducción de las creencias religiosas a causas naturales se usa normalmente para desmitologizar la religión. No obstante, frente al “dominio” cristiano, se transforma mágicamente en una mezcla de misticismo y ciencia vs. Occidente. Después de todo, el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
  6. AGUSTÍN. La Ciudad de Dios XII, 24; AGUSTÍN, Confesiones, XIII, 23.
  7. FRAZER, J. G. The Golden Bough: A Study in Magic and Religion. London, Macmillan and Co., Limited, 1900. Disponible en el Internet Archive: <https://bit.ly/2H9thpA>
  8. Citado en DEWEESE, Tom. The Pagan Roots of Environmentalism [en línea]. American Policy Center. Disponible en: <https://bit.ly/2qm0swG>.
  9. LOVELOCK, James. Gaia: A New Look at Life on Earth. Oxford, Oxford University Press, 1979. p. 10.
  10. LOVELOCK, James. What is Gaia? [en línea]. Disponible en: <http://ecolo.org/lovelock/what_is_Gaia.html>.
  11. AVATAR WIKI. Queue [en línea]. Disponible en: <http://james-camerons-avatar.wikia.com/wiki/Queue>.
  12. WHITE, Lynn, Jr. The Historical Roots of Our Ecological Crisis [en línea]. Disponible en <http://www.zbi.ee/~kalevi/lwhite.htm>. Citado in BREAN, Joseph. The Green Fervour. National Post (Canada), 10 febrero 2007.
  13. HEAVEN, Will. James Cameron's Avatar is a Stylish Film marred by its Racist Subtext. Telegraph (UK), 23 diciembre 2009.
  14. ENCYCLOPEDIA BRITANNICA. Noble savage [en línea]. Disponible en: <https://www.britannica.com/art/noble-savage>.
  15. SIMKINS, Ronald. Creator and Creation: Nature in the Worldview of Ancient Israel. Peabody, Hendrickson, 1994. p. 46.
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  17. HEIDEL, Alexander. The Babylonian Genesis: The Story of Creation. Chicago, University of Chicago, 1942. p. 14.
  18. COOGAN, Michael D. y SMITH, Mark S. (Trad.) Stories from Ancient Canaan. Louisville, Westminster Press, 2012. pp. 75–115.
  19. REICHENBACH, Bruce R. Genesis 1 as a Theological-Political Narrative of Kingdom Establishment. Bulletin for Biblical Research 13, 1:48 (2003).
  20. Esta explicación de apuntar un propósito teológico y político detrás del Génesis, no significa que el relato sea ficticio ni menos veraz como la Palabra de Dios.

Citación (ISO 690:2010): GODAWA, Brian. Ciencia y Fe en la película Avatar de James Cameron [en línea]. Razón y Pensamiento Cristiano, Vol. 6, Ext. 4, 2017. <http://www.revista-rypc.org/2017/12/vol6ext4.html> [consulta: ].