miércoles, abril 26, 2017

Punto Omega: Un concepto donde confluyen la religión y la ciencia

Publicado en el canal divulgativo: Naturaleza y Trascendencia | Citación

Punto Omega: Un concepto donde confluyen la religión y la ciencia

Punto Omega. Fuente: YouTube.com
Raúl Isea

El presente ensayo expone dos perspectivas diferentes acerca del concepto Punto Omega: una basada en la religión y otra en la ciencia, planteadas por el filósofo jesuita Pierre Teilhard de Chardin y el físico Frank Tipler, respectivamente. Ambos puntos de vista afirman que el destino final del hombre es alcanzar el Punto Omega. Sin embargo, hay profundas diferencias filosóficas entre ellos porque el primero considera el Punto Omega como la segunda venida de Cristo, mientras que para el segundo es el momento en que la vida inteligente trascenderá sin ayuda divina.

Teilhard de Chardin defiende la tesis de que la materia y el espíritu serán uno solo cuando la evolución converja en el Punto Omega, mientras que para Tipler la conciencia estará almacenada en una memoria de un computador como un algoritmo capaz de superar el test de Turín, es decir, la habilidad de presentar un comportamiento inteligente sin poder discernir entre una máquina o un hombre.

Tras analizar sus argumentos y como se expondrá más adelante, el autor considera que, efectivamente, se evolucionará hasta el Punto Omega como lo abordan ambos pensadores, pero reinterpretando la concepción de Tipler desde la postura de Teilhard de Chardin. .

El Punto Omega según Pierre Teilhard de Chardin

El paleontólogo y filósofo jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) sostenía que la vida, la materia y el pensamiento están directamente involucrados en el proceso de evolución, y que el objetivo de esta en el hombre es alcanzar el Punto Omega, es decir, alcanzar a Cristo. De allí que agrupara múltiples ensayos bajo el título Cristogénesis1 (o Cristo Universal), a partir de la premisa de que Cristo es como la cabeza del Cosmos porque todo fue hecho por Él, en Él y para Él (Col 1, 16-17).

La visión de Teilhard se enfoca en el hecho de que el Punto Omega es donde la materia y el espíritu serán uno solo. Que no debe existir división entre el Creador y lo Creado pues “toda la creación se incorpora en Cristo”2:
  • Cita diversos pasajes de la Biblia, como el Apocalipsis (1, 8): “Yo soy el Alfa y la Omega—dice el Señor Dios— el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”, puntualizando que no existe diferencia entre el principio y el fin. De hecho, lo enfatiza y cita del Apocalipsis (22, 13): “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin”, dejando en claro que Cristo es el Alfa y la Omega, un Cristo cósmico.
  • Asimismo, cita de Mateos (26, 26): “Tomad, comed; esto es mi cuerpo”, destacando que todos formamos parte de un mismo pan, el pan de vida eterna. En Juan (6, 51): “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne”. Y en Juan (6, 53): “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”.
  • Su credo se basaba en dos premisas, como lo explica el mismo Teilhard: “Estos son los dos artículos de mi Credo: el universo está centrado evolutivamente hacia arriba y hacia adelante; y Cristo es su centro”. Más exactamente, pronuncia su credo: “Yo creo que el Universo es una Evolución. Creo que la Evolución va hacia el Espíritu. Creo que el Espíritu se realiza en algo personal. Creo que lo Personal supremo es el Cristo Universal”. Así, afirma que la materia evoluciona en el espíritu, que lo espiritual toma conciencia de sí mismo en el hombre hasta que alcanza y se une al Cristo cósmico.
Es importante explicar que su visión sobre la evolución se basa en tres fases: la Geósfera, refiriéndose a los cambios relacionados con las capas sólidas de la tierra, es decir, una “evolución geológica”; la Biósfera, donde acontecen los cambios biológicos, o simplemente la “evolución biológica”; y la Noósfera, que corresponde a la evolución de la conciencia universal, es decir, donde aparece el hombre y ocurren todos los procesos del pensamiento y la inteligencia. Gracias a esta última fase, la humanidad evoluciona hasta la Cristósfera, es decir, el proceso donde todo el universo evoluciona hacia el cuerpo de Cristo. . De modo que esta evolución se puede resumir del siguiente modo: Cosmogénesis (proviene de la Geósfera) Biogénesis (de Biósfera) Antropogénesis (de Noósfera) Cristogénesis (de Cristósfera), y la última fase, el Punto Omega, que explicaremos más adelante.

Entonces, el punto más alto en la evolución es el Punto Omega, que como se ha indicado antes, se identifica con Cristo, es decir, que alcanzar la unidad solo será posible a través de la unión de los hombres con Cristo, porque entiende a Cristo como:
  • “el Corazón de la Materia”,
  • “el Centro orgánico de todo el cosmos”,
  • “una especie de Elemento universal”,
  • “Cristo posee un cuerpo cósmico que se extiende por todo el universo”
(conceptos expresados en su libro La vida cósmica3).

A partir de lo anterior diríamos que nuestro propósito es evolucionar hacia el Punto Omega, es decir, nuestro norte en la evolución sería formar parte del Cristo encarnado en el Punto Omega.

Teilhard a su vez aclara que el Punto Omega debe poseer cinco atributos, como lo describe en su obra El fenómeno humano4:
  1. Preexiste, porque define el camino que se debe recorrer hasta alcanzar los diferentes estados de conciencia en el universo.
  2. Personal, refiriéndose a que no es una idea abstracta, sino un ser intelectual. Sobre este aspecto es importante señalar que nosotros somos el mayor exponente en el universo conocido. De hecho, si en el Punto Omega se une la creación como se desprende de los párrafos anteriores, todas las personas que alcancen dicho punto poseerán ese grado de conciencia.
  3. Trascendente, porque debe existir incluso antes de la evolución del universo, es decir, es independiente de la evolución de los hombres porque culmina en él (Punto Omega).
  4. Autónomo, es decir, atemporal y no localizado en el universo de los hombres, por lo que no está atado a las limitaciones del espacio ni del tiempo.
  5. Irreversible, pues no es factible abandonarlo una vez que es alcanzado, porque ya posee todo ese conocimiento.
Se infiere entonces que el Punto Omega es el Cristo cósmico, el punto máximo de síntesis de lo espiritual con lo material donde se unen Geósfera, Biósfera, Noósfera y Cristósfera, todas integradas en un espacio y tiempo del universo, desde atrás y hacia adelante, canalizadas por Cristo. De hecho, explica que el espacio y el tiempo se unen orgánicamente formando la tela del universo.

Somos ahora capaces de comprender que el Punto Omega es la Cristogénesis como camino hacia la espiritualización de la materia. El espíritu no se opone a la materia, sino que la perfecciona y la hace evolucionar, cuyos ejes y dirección conducen al Punto Omega, el Cristo-Dios cósmico.

Asimismo, se debe acotar que Teilhard introduce dos tipos de energía, una tangencial y otra radial. La primera energía está relacionada con la interacción de los elementos en un mismo nivel, y es la que el mundo de la ciencia detecta y estudia, mientras que la radial es la responsable de nuestro movimiento evolutivo hacia una mayor complejidad y, por ende, una mayor conciencia.

Para Teilhard la evolución está dirigida desde los estados de menor a mayor grado de complejidad, e introduce la Ley de complejidad-conciencia5 según la cual una estructura será más compleja cuando presente mayor grado de conciencia. De hecho, gracias a la misma ley, él puede explicar el origen de la materia en vista de la expansión del universo.

De lo dicho anteriormente y desde la perspectiva de Teilhard, el Punto Omega es la fuerza creadora que atrae hacia sí todo su movimiento evolutivo. El Punto Omega es el final del camino evolutivo.

El Punto Omega según Frank Tipler

El físico estadounidense Frank Tipler (1947) sostiene que las leyes de la física requieren ser consistentes, es decir, que hubo un surgimiento y habrá un posterior colapso de la materia. La base de su teoría propone que la vida es en esencia una acumulación de información, por lo que el Punto Omega corresponderá al lugar donde toda ella converge. Entre las propiedades del Punto Omega figuran la omnipresencia, la omnisciencia, la omnipotencia y la eternidad, es decir, las cualidades de Dios. De modo que ellas nos están indicando que el Punto Omega posee la capacidad de crear la totalidad del universo6.

Tipler plantea una serie de demostraciones científicas con las que concluye que todas las líneas de mundo de las personas convergen en el Punto Omega. Es decir, imagine que la vida de una persona se puede registrar en el tiempo y en el espacio con ayuda de una linea, desde que nace hasta que muere. De modo que si consideramos las línea a todas las personas, observaría que todas ellas convergen a un solo lugar. Ese destino final es justo el Punto Omega. Por ende, el universo debe ser un sistema cerrado, es decir, donde hay un inicio y un fin. Ello trae como consecuencia que las líneas de mundo de todas las personas, incluyendo los que han muerto y los que aún no han nacido, igualmente van a converger a dicho lugar. Gracias a ello, Tipler indica que el Punto Omega permite una especie de resurrección de todos los seres que han vivido (y de los que aún no han nacido) en nuestro universo.

No en el sentido de repetir el pasado, sino mas bien aquellos que ya han muerto podrán revivir y pensar aspectos que no conocían en su vida, dado que no hay límites en el volumen de información.

Las bases que emplea Tipler para poder realizar esas afirmaciones son principalmente tres:
  1. El principio antrópico , que nos dice que nosotros estamos aquí en el universo porque se han impuesto las condiciones necesarias para sustentar la vida7.
  2. La expansión del universo se detendrá en algún momento y comenzará a colapsar en un punto final, llamado el Punto Omega.
  3. La energía del universo es ilimitada, por lo que el colapso final del universo no es un estado de máxima entropía, sino de máximo procesamiento de información, un estado de vida eterna.
Ya en este punto se comienzan a vislumbrar diferencias sobre el concepto Punto Omega entre Teilhard y Tipler: Para Teilhard el Punto Omega representa la segunda venida de Cristo, mientras que para Tipler es el momento en que la vida inteligente trascenderá sin ayuda divina, dando origen a que todas las personas sean omnipotentes, omnipresentes y omniscientes, es decir, poseen los atributos de Dios. Justo en ese futuro, Tipler indica que la vida inteligente no será como la que conocemos hoy en día, sino que nuestra alma será como un programa que se ejecuta en un computador, de allí que se pueda recuperar y ejecutar en el Punto Omega. Es decir, que la vida se tratará de información capaz de ser consciente, por lo cual no tendrá sentido la muerte porque esa información, esos datos, siempre estarán en el Punto Omega. Con ello deseo destacar que de acuerdo a Tipler se debe hablar de memes en vez de genes, es decir, que la esencia del hombre es la información en lugar de la naturaleza de nuestro material genético como la comprendemos hoy en día.

Ambas visiones, es decir, tanto la de Tipler como la de Teilhard, vislumbran el final en el futuro. En este punto haré un paréntesis para que me permitan referir unos pasajes de la Biblia que nos indican que Dios efectivamente puede estar en el futuro: “Yo Seré el que Seré... El que Será me ha enviado a vosotros”, “Yo Soy el que Soy” (Éxodo 3: 14).

Por otra parte, en su libro La física de la inmortalidad8, Tipler plantea un escenario para el nacimiento virginal de Jesús: señala que es un tipo especial de hombre XX conocido como el Síndrome de La Chapelle. Dicha condición se presenta en un caso cada 20.000 hombres, y se caracteriza por el hecho de que el gen clave del cromosoma Y (conocido por las siglas en inglés SRY -Sex-determining Region Y, que marca la masculinidad) se inserta en el cromosoma X, trayendo como consecuencia que ese hombre sea estéril. Lo que postula Tipler es que Jesús se engendró cuando un óvulo de María empezó a multiplicarse antes de convertirse en haploide (dividir su material genético). Como se pone en evidencia, una explicación muy técnica para imaginar un nacimiento sin intervención masculina.

A modo de información general, sin repercutir en la discusión sobre el Punto Omega, en ese mismo libro introduce el concepto de los ángeles de plasma, es decir, superinteligencias que surgen del colapso de la materia en el Punto Omega a temperaturas extremas. Estos ángeles de plasma existen como sistemas computacionales codificados en la interacción de las partículas (son el medio y el mensaje). Son expresiones del almacenamiento infinito de la información. Al igual que los ángeles de la teología, constituyen la última frontera entre el universo y la divinidad.

De modo que al rescatar tanto el concepto de ángeles de plasma como el del nacimiento virginal de Jesucristo, nos sugiere la influencia de la religión en su cosmovisión aunque afirme que no cree en ello. Pensamos que vislumbrar esos eventos refleja una alta involucración de la religión humana.

Finalmente, mi visión sobre el Punto Omega

Gracias a estos dos iconos ha sido posible que el autor concluya que, efectivamente, el universo converge en el Punto Omega. Nuestro propósito es evolucionar hasta ese lugar. En general, la posibilidad quizás deba pensarse desde una visión de un universo cerrado como lo justificó Frank Tipler. De hecho, la mayoría de los cosmólogos aceptan la idea que hubo un inicio conocido como Big Bang, y un posible final denominado Big Crunch (que dependería de la naturaleza de la energía oscura).

En este punto debo aclarar que de acuerdo a recientes resultados publicados en la literatura científica, indican que el universo debería ser abierto y presenta una pequeña curvatura negativa9, es decir, no es el escenario cerrado como lo concibe Tipler. Sin embargo, es un tema de debate científico como se puede desprende de otra publicación realizada por Akshay Rana y colaboradores10, donde concluyen que el universo es “marginalmente cerrado”. Con ello solo deseo indicar que no se debería descartar a priori un modelo de universo cerrado, a pesar que las evidencias científicas observacionales apuntan a un modelo diferente.

Por otra parte, no creo que nuestra vida sea una simulación computacional en el futuro. Quizás nuestra apariencia física pueda cambiar porque la evolución va “ajustando” nuestro cuerpo para que se adapte al medio ambiente, pero nunca concebirnos como un programa de computación capaz de superar el test de Turín para mostrar autonomía y conciencia, pues me rehúso a considerarlo. Resucitamos como nosotros mismos porque Dios nos creó a su imagen y semejanza (Génesis 1, 26); por lo cual no es posible imaginar un destino diferente. De hecho, citando un pasaje de Efesios (2: 5-6), resalta que “(…) aún cuando estábamos muertos por los pecados y éramos objetos de su cólera, nos dio vida juntamente en Cristo, por cuya gracia ustedes han sido salvados. Y nos resucitó con él, y nos hizo sentar sobre los cielos en la persona de Jesucristo”.

Asimismo, pienso que el Punto Omega está en el presente y no en el futuro. De hecho, y haciendo un pequeño paréntesis, rezo para que Dios me escuche ahora mismo, y no cuando mi alma deje este planeta en un futuro. En tal sentido, me apoyo en otro pasaje de la Biblia, cuando le preguntan a Jesús sobre el reino de los cielos, y Él dice: “Mas si yo echo los demonios en virtud del espíritu de Dios, síguese por cierto que ya el reino de Dios o el Mesías ha llegado a ustedes” (Mt, 12: 28). Recuerden también que a Cristo le preguntaron: “¿Cuándo vendrá el reino de Dios?”, y “Les dio por respuesta: El reino de Dios no ha de venir con muestras de aparato. Ni se dirá: Velo aquí o velo allí. Antes tenga por cierto que ya el reino de Dios o el Mesías está en medio de ustedes” (Lc, 17: 20-21). Por todo ello, considero que el hombre evolucionará hasta alcanzar su destino, es decir converger al Punto Omega, que los teístas identificamos con Dios. Ahora bien, como Dios, desde mi perspectiva cristiana, es uno en esencia y trino, acepto la idea de un Cristo universal.

Agradecimiento: El autor agradece todas las observaciones y comentarios del físico Manuel David Morales para focalizar el presente trabajo.


  1. Pierre Teilhard de Chardin, “Ciencia y Cristo”, Editorial Taurus, España, 1968, páginas 37-42.
  2. Pierre Teilhard de Chardin, “El fenómeno humano”, Editorial: Ediciones Orbis, España, 1984,
  3. Pierre Teilhard de Chardin, "La vida cósmica" (1916), edición de Leandro Sequeiros, Bubok, España, 2016.
  4. Pierre Teilhard de Chardin, op. cit.
  5. Pierre Teilhard de Chardin, op. cit.
  6. Frank J. Tipler. “La física de la inmortalidad: la cosmología moderna y su relación con Dios y la resurrección de los muertos”, Editorial: Alianza Editorial, España, 1997.
  7. John Barrow y Frank J. Tipler. “The Anthropic Cosmological Principle”, Editorial Oxford, Inglaterra, 1988
  8. Frank J. Tipler, loc. cit.
  9. Andrew R. Liddle y Marina Cortês. Phys. Rev. Lett. Vol. 111, 111302 (2013)
  10. Akshay Ranaa, Deepak Jainb, Shobhit Mahajana and Amitabha Mukherjeea. Journal of Cosmology and Astroparticle Physics. Vol 2017.

Citación (ISO 690:2010): ISEA, Raúl. Punto Omega: Un concepto donde confluyen la religión y la ciencia [en línea]. Nat. y Tras. (Rev. RYPC), 26 abril 2017. <http://www.revista-rypc.org/2017/04/punto-omega-un-concepto-donde-confluyen.html> [consulta: ].