jueves, junio 25, 2015

El Concepto de “sufrimiento” en el pensamiento de Jon Sobrino

Jon Sobrino, Fuente: lainformacion.com.
Jaime E. Elías

Introducción

El quehacer teológico opta por varios matices en estos últimos tiempos, desde y a finales del siglo XX, y más, a inicios del presente siglo. El aludir a Jon Sobrino1 en este breve ensayo, nos alienta e ilumina, y nos privilegia con su saber reflexivo desde América Latina.

En el tema se desea resaltar el concepto de “sufrimiento” –desde los pobres– que tanto a apasionado a Sobrino. En primer lugar se abreviará su metodología. Es más, se ha dicho que es un experto y que perfila el logos desde su realidad. La técnica es bastante lucida, ya que su rumiar teológico se concentra en la dialéctica entre el martirio y la liberación. Luego se planteará un breve acercamiento a su cristología sufriente. Sobrino parte desde el Jesús histórico en trascendencia, y, trata de hacer relevante la humanidad de Jesús. Su cristología lleva ese matiz de Jesús pobre, perseguido y martirizado, que comprende a los pobres –a los oprimidos– y que sufre juntamente con ellos. Posteriormente, se describe el “lugar” a lo que él simplemente llama “ubi categorial”, como “un verdadero Sitz im Leben, y –dicho sin ninguna retórica– también un verdadero Sitz im Tode”.2 Indiscutiblemente sus reflexiones riman en torno a: “pobreza masiva, injusta y cruel, y violencia institucionalizada”.3 Por último, se tratará de sintetizar las palabras claves para que el tema continúe (suscite) en construcción.

Breve acercamiento a su metodología

La teología sobriniana pretende dar cuenta del modo, –religioso, político y económico– como aspectos sociales que cada vez más pierden credibilidad. Esto versa con los temas de pobreza, sufrimiento y opresión, (respecto a los más vulnerables). El aludir a Sobrino, es pretender hacer flotar a la realidad aquellos estereotipos de maldad que se disfrazan como bienaventuranzas en Latinoamérica. Prácticamente la dialéctica del quehacer de la teología de sobrino rima en la tensión constante que se da, entre, y a partir del Jesús histórico, el Jesús-Cristo-humano a partir del pesebre hasta la cruz, en empatía con las masas sufrientes. Ezequiel Silva describe.

Sobrino deja claro que lo fundamental del entorno vital o el contexto es “la realidad”. Lo que ha motivado el pensar, el logos de nuestro autor, es la realidad tal como la ha experimentado en El Salvador. La realidad le ha dado qué pensar, y al conceptualizarla ha usado, principalmente, conceptos de la tradición cristiana. Así surgió la teología para Sobrino, como un imperativo de la realidad y como consecuencia de su modo de estar en ella. Una realidad que en América Latina se presenta como un clamor doliente difícil de no escuchar. Para Sobrino, hacer teología es ante todo una forma de ser y de estar en la realidad. Por eso el hacer teología es una expresión de sí mismo, brota como una necesidad de su propia identidad: “no es algo que me ha nacido, formalmente, por ser cristiano, sino por ser humano.4

El modo y la vitalidad de su quehacer teológico, consiste, entonces en reflexionar “su realidad”, y tomar al Jesús histórico como punto de partida y mantener esa tensión con el sufrimiento de los “pobres”. El pensar sobre este presupuesto, de sospecha se podría insinuar que Sobrino piensa, reflexiona y teologiza, en situación. (Cosa que no ha quedado claro en sus obras y otras críticas y reflexiones sobre su pensamiento).

Sobrino es entonces uno de los teólogos prominentes en esta área. El Jesús histórico es su responsabilidad teológica como punto de partida. Su perspectiva estilista y hermenéutica en torno a la persona y obra de Jesús es pertinente. Los indicios están articulados desde los evangelios, las declaraciones de Pablo, y aquellas referencias humanas sobre Jesús en el N.T. Por otra parte, Sobrino hace la diferencia del concepto “teológico y teologal”. La primera afecta un área en particular, y la segunda que trasciende esa área, y que en dado caso cobra mayor “relevancia”. En este aspecto Gerardo Alfaro describe.

En la mayoría de sus escritos Sobrino comienza afirmando que su teología toma en cuenta seriamente la revelación de Dios en el presente. Esta ocurre en “los signos de los tiempos”, que deben interpretarse “teologalmente” y no solo “teológicamente”. En su opinión, partiendo de la constitución Gaudium et spes, del Vaticano II, la frase “los signos de los tiempos” pueden entenderse en un doble sentido. Por un lado, designara el lugar en donde pastoralmente puede ejercerse la vocación cristiana (aceptación teológica). Por el otro, se referiría a la dimensión sacramental de la realidad, donde “lo histórico funge como mediación de la realidad de Dios…, Pues en lo histórico el mismo Dios se hace presente en su realidad y en sus planes” (aceptación teologal).5

En este estadio es que Sobrino desarrolla sus ideas teologales. Él considera esto como presupuesto para esclarecer el entendido como un modo de entrar a un ámbito de la realidad, –ya constituido en sí mismo– el llamado de la «teología».6 También él dice que el quehacer de su teología es, “como un pensar, reflexionar, rumiar si se quiere, la realidad, tal como a mí se me ha presentado y afectado”.7 Juan Alfaro, considera.

La función propia de la teología, como fides quarens intellectum, es actuada, pues ya en la fase inicial de la reflexión sobre el Jesús histórico, es decir, de la cristología implícita. Esta fase inicial es si necesaria, pero no suficiente para una cristología plena: “la afirmación explicita de la divinidad de Cristo es irrenunciable”.8

Respecto a la trascendencia del Jesús histórico J. Alfaro señala esa relación personal singular con Dios, su Padre, y con el reino: la venida definitiva del reino (acto definitivo salvífico y gratuito del Padre) en la persona misma de Jesús; las exigencias de su “seguimiento”. Es decir, que su inclinación reflexiva versa aún más a la humanidad de Jesús en su evidencia encontrada en los relatos y referencias del N.T., la trascendencia del Jesús histórico, pero sin mayor relevancia en su totalidad. En fin, la importancia metodológica de la teología de Sobrino supone la óptica desde el sufrimiento de los pobres en América Latina. Solo cuando una teología es recibida por los pobres –porque les provee esperanza y genera conciencia, fe y compromiso– y participa de su suerte, persecución, y a un, martirio, –sufrimiento puro–, puede hablarse de que dicha teología se ha convertido en… pues se ha dicho desde y para los pobres.9

Breve acercamiento a su cristología sufriente

La cristología sobriniana, está completamente ligada a su rumiar teológico. El método es completo y preciso a su cristología sufriente. Sobrino mantiene esa óptica fijada en la humanidad de Jesús, –mensaje y praxis– pero se concentra profundamente en el sufrimiento de Cristo. Alberto L. García menciona que el nacimiento virginal de Jesús y Nazareth es el punto de partida de su reflexión cristológica.10 También, desde esta perspectiva se relacionan los aspectos soteriológicos en el proyecto de salvación para –las masas sufrientes–. En la tradición bíblico-cristiana Sobrino acude a tres puntos importantes.

En primer lugar, la intuición fundamental: del mundo de los pobres viene salvación, y desde ahí se despliega a diversos ámbitos de la realidad. No sólo viene de este mundo, pero desde él surgen elementos e impulsos de salvación que difícilmente provienen de otros mundos. Los portadores simbólicos de salvación son lo débil y lo pequeño, incluso las víctimas, como el siervo sufriente y el mesías crucificado, sin que esto se pueda descalificar objetando que así se incurre en sacrificialismo… En segundo lugar, la resistencia a aceptar que la salvación viene, sin más, de arriba. En la tradición deuteronomista, sólo dos reyes, Josías y Ezequías, salen bien parados. La tercera es la más honda: Dios, el Altísimo, para ser Dios de salvación, se ha abajado, y doblemente. Se ha abajado a la historia: es “el abajo” con relación a la transcendencia. Y se ha abajado a la sarx: es “el abajo” dentro de la historia. La transcendencia se hace así trans-descendencia, cercanía benévola, y con-descendencia, acogida cariñosa.11

Sobrino da por entendido que el Jesús divino ya es hecho carne; es el hombre que piensa, que siente, que es tentando, y que sufre juntamente con los que sufren. Es más, en la civilización de la opresión capitalista donde se sufre en todo sentido, la Cristología sufriente viene a ser la esperanza que el pobre en su lecho del dolor quisiera abrazar. Dada la importancia de la opción por los pobres, el describe: que “después del Vaticano II, E. Shillebeeckx expresó la novedad que produjo el Concilio con estas palabras: “Extra mundum nulla salus” (fuera del mundo no hay salvación). Nosotros afirmamos algo más radical: “extra pauperes nulla salus” (fuera de los pobres no hay salvación)”.12 Se entiende aquí “pobre” por el que sufre, que es coaccionado, oprimido, de escasos recursos, que no tiene oportunidades de trabajo, salud, educación, y que sufre directa e indirectamente en todo sentido por las malas decisiones económicas, y/o el abuso del poder. Por lo que, fuera de ellos no hay salvación.

Resulta muy evidente reconocer que la dimensión histórica de Jesús de Nazareth es un elemento central en el pensamiento cristológico de Sobrino. Es el “símbolo” del encuentro del hombre consigo mismo. Es decir, la realidad del encuentro de Dios con el simplemente hombre. La figura de Jesús es la opción del proyecto de la cristología en América Latina que responde a la realidad del pobre. Sobrino se interesa por desarrollar una cristología histórica que, contemplando al Jesús de la historia, mueva a los cristianos al seguimiento y a la praxis de Jesús, a partir de lo que él dijo e hizo en medio del sufrimiento.

El interés va por rescatar la humanidad de Jesús, es decir, el Jesús que se ha visto muy celestial desde los concilios. Las formulaciones explicitas de Sobrino le dan la importancia de entender de cuál es el significado de la persona de Jesús, (actitudes, gestos, palabras, obra y destino) lo que lleva a la confesión que Cristo es verdaderamente hombre y que hace posible continuar su historia, misión y liberación. Juan Alfaro alude al tema diciendo que…

Sobrino no se cansa de insistir en el sentido hondo cristológico del “seguimiento” práxico de Jesús: quien se adhiere incondicionalmente a la persona de Jesús, hasta hacer de su praxis la norma última de su vida, esta ya confesando implícitamente con su fe real y efectiva (práxica) la trascendencia divina de Jesús: al intra personal, en vida y en muerte, a Jesús, esta ya afirmado (con el sentido profundo de sus acciones) la divinidad de Jesús. “en el “seguimiento” de Jesús se acepta ya a Cristo… La confesión de la trascendencia divina de Cristo se hace práxicamente en el mismo hecho de mantenerse fiel a su seguimiento… Seguir a Jesús es la forma práxica de aceptar la trascendencia de Jesús.13

El objetivo es transmitir la historia de Jesús entorno a su práctica e inagotable mensaje sobre el por qué y el cómo de su vida hasta la llegada de la cruz y su resurrección. El proceso de su reflexión es que, con lo dicho anteriormente, también se ve muy bien relacionada con la fe de la iglesia que vive en situación en América Latina. Por otra parte, siguiendo el mismo desarrollo del N.T. y de los primeros siglos de la iglesia, la cristología Latinoamericana no pone ningún límite a la lógica de la fe que hace afirmaciones cada vez más claras sobre Cristo, y que culmina con su afiliación divina y su divinidad…, y reconoce la radicalidad con que las formulas neotestamentarias y los concilios de los primeros siglos confiesan a Cristo como verdadero Dios, y sobre todo, verdadero hombre.14 Jesús es Dios que sufre con los que sufren.

El sufrimiento de las periferias

América Latina es el punto reflexivo, es uno de los rostros más pobres15 y caídas de mayor pobreza en las últimas tres décadas, y principalmente en estos últimos años.16 Sobre este desgarrado fondo, Sobrino plantea sus reflexiones, y de ahí, lo que él ha llamado desde la realidad. La ubicación resalta la condición de las espiritualidades, la fe, y la praxis del creyente latinoamericano, que es crucial, y da mucho del quehacer en la cristología en construcción. Por otra parte, Latinoamérica se ha considerado uno de los continentes que mayor pobreza representa; falta de buenas políticas, educación, trabajo, salud, etc. A todo esto, se le podría llamar –una reflexión en situación– y la verdad, la tarea continúa.17

Las reflexiones que siguen, las hacemos desde el Tercer Mundo, concebido éste no sólo como mero lugar geográfico –un ubi categorial en el que uno está–, sino como realidad, como un quid sustancial en el que uno es; realidad que sigue siendo –a pesar de que se esté olvidando clamorosamente en el concepto y aun en el lenguaje– pobreza masiva, injusta y cruel, y violencia institucionalizada.18

Sobrino tiene la plena conciencia de que su reflexión teológica está situada por diversos elementos de sufrimiento del cual “él es”. Este es el lugar configurador del método, tanto reflexivo como hermenéutico, –las mediaciones institucionales o conceptuales– en el que se opera como la posibilidad delimitada para su cristología. De ahí la participación de sus ideas como buenas noticias, el evangelio predicado de forma virtuosa a los oprimidos. Silva describe.

Por ubicación eclesial del teólogo entendemos que éste elabora su reflexión cristológica dentro de la Iglesia y que acepta por ello, desde el principio, la totalidad de la fe de una determinada iglesia…Pero no es ésa una totalidad puramente doctrinal, ni tampoco –en cuanta totalidad realizada– una totalidad indiferenciada. Es una totalidad con diversos elementos, cada uno de los cuales recobra en un momento dado mayor relevancia para la totalidad.19

Sobrino identifica el lugar para que Dios baje. Denominado el tercer mundo: el lugar de las minorías, de las masas sufrientes, de las periferias. El lugar preciso para habilitar una cristología desde abajo, (analógicamente hablando). El oprimido en encuentro con la esperanza de su liberación. Es decir, plantear una tesis contracultural específicamente al mundo de la abundancia, desde los pobres en dimensión a una mayor humanización. Es decir, la utopía del reino de Dios desde “los más pobres” de América Latina.

Conclusión

El mundo se divide entre oprimidos y opresores… ¡Jesús de Nazareth siempre estorba! Dios estorba mucho menos porque es tan intocable tan impalpable… Lo más peligroso que yo veo de Jesús de Nazareth es que fue matado y, ¿Porqué lo mataron?, porque se enfrento con “el poder”… Hacer de Jesús, que este distanciado, que no moleste, que este calladito es lo que quieren”.20

El atrevimiento teologal de Sobrino es de admiración, nos invita a seguir su ambición intelectual, su “rumiar teológico” desde la perspectiva humana, y a seguir indagando sobre el tema del “sufrimiento”. Es decir, seguir reflexionando desde las masas sufrientes. La finalidad es que nos enseña a conocer la forma y la entelequia por medio de los estadios de su conocimiento y su pasión por los “pobres”.

Este ensayo tuvo como propósito tratar con el método reflexivo de Sobrino, su forma y entrega. El papel que juegan “los pobres” es parte importante en su quehacer teologal. La teología Sobriniana opta por articular el logos desde el mundo sufriente que además interpela por un pueblo que ya esta crucificado y que por antonomasia describe los signos de los tiempos en sus dos vías, y más aun, desde lo que él llama “desde su realidad”. En este sentido, toca fondo juntamente con los que sufren, es decir, es su ortopathos metodológico, porque el logos en este sentido también es pathos, entrelazados sustantivamente.

Luego se pasó revista a su cristología que siempre va muy relacionada con su metodología. Presenta a Jesús desde abajo. Sus reflexiones siempre van objetivamente hacia lo pobres, porque Jesús era pobre e identificado con ellos. Por lo tanto, Jesús de Nazareth es la imagen que todo oprimido puede visualizar para su liberación. Porque el Jesús humano es el único que puede entender al que sufre, al que gime, y él único que les puede traer liberación.

En tercer lugar se ha visualizado el mapa, –el rostro de la pobreza– donde Sobrino se ha atrevido a develar que este rostro tiene grandes yagas de sufrimientos causados por el mal uso del “poder”.21 Sobrino indaga la negatividad del momento, el presente desde su génesis socio-históricas para una conciencia más humana. En fin, para la tarea teologal, Sobrino es un gran estímulo.

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  1. Teólogo jesuita de familia vasca, nacido en Barcelona en 1938. Vive en El Salvador desde 1957. Licenciado en Filosofía y máster en Engineering Mechanics, St. Louis University. Doctor en Teología, Frankfurt, Alemania. Director del Centro Monseñor Romero y profesor de Teología en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador. Citado en Jon Sobrino “El Jesús histórico nos llama al discipulado en América Latina y el Caribe”, Theologica Xaveriana 161 (2007): 127. Por otra parte, Sobrino es probablemente el principal cristólogo latinoamericano. Su cristología se ha desarrollado a lo largo de por lo menos veinticinco años de publicaciones. Su cristología es posible recogerla fundamentalmente en dos obras mayores: Jesucristo Liberador. Madrid: Trotta, 1991. Y, Fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas. Madrid: Trotta, 1999. en Jorge Costadoat, “La liberación en la cristología de Jon Sobrino”, Teología y vida 45 (2004): 62.
  2. Jon Sobrino, “De una teología solo de la liberación a una teología del martirio” en José Comblin, et al. Cambio social y pensamiento cristiano en América Latina (Madrid: Trotta, 1993), 101.
  3. Jon Sobrino, “La honradez con lo real”, 375. Citado en Ezequiel Martín Silva, “Una teología samaritana: El estilo teológico de Jon Sobrino”, Teología 57/104 (2011): 91.
  4. Silva, “Una teología samaritana: El estilo teológico de Jon Sobrino”, 85.
  5. Gerardo A. Alfaro, “El método teológico de Jon Sobrino y el Jesús Histórico”, Kairós 49 (2011): 10.
  6. Jon Sobrino, “Teología desde la realidad”, en: J. J. Tamayo y J. Boch, eds. Panorama de la Teología Latinoamericana. Cuando vida y pensamiento son inseparables (Navarra, Verbo Divino, 2001), 611-628, en Silva, “Una teología samaritana: El estilo teológico de Jon Sobrino”, 84.
  7. Ibíd.
  8. Juan Alfaro, “Análisis del libro: Jesús en América Latina; de Jon Sobrino” (Roma: Universidad Gregoriana), 105.
  9. Alfaro, “El método teológico de Jon Sobrino y el Jesús Histórico”, 18. Las cursivas son mías.
  10. Alberto L. García, Cristología. Cristo Jesús: centro y praxis del pueblo de Dios (Missouri: Editorial Concordia, 2006), 20.
  11. Jon Sobrino “La salvación que viene de abajo. Hacia una humanidad humanizada”, Concilium 314 (2006): 31.
  12. Ibíd.
  13. Juan Alfaro, “Análisis del libro: Jesús en América Latina; de Jon Sobrino”, Ibíd.
  14. Jon Sobrino, Jesús en América Latina: Su significado para la fe y la Cristología (Santander: Sal Terrae, 1982), 25-26. Por otra parte, el Jesús de Nazareth, de Galilea, nacido de María, del pesebre, Hijo del carpintero, –y carpintero juntamente con José su padre terrenal– el que no tenia donde recostar su cabeza, el que camino con los pobres (porque de los “tales” es el reino), el que entendió a los niños, reivindicó la condición social de la mujer, – al que entendió al padre sufriente (como Jairo) el que sufrió juntamente con los de su época, –el hombre que fue perseguido, política, económica y socialmente– , el que cargo su cruz, y fue sepultado en una tumba prestada. Este, sí, ¡éste es el Jesús de los sufrientes! Sobre estas premisas se plantea la cristología Sobriniana.
  15. Carlos Filgueira y Andrés Peri, “América Latina: los rostros de la pobreza y sus causas determinantes”, repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/7192/S045458_es.pdf?sequence=1 (04 de julio 2014). Consúltese todo el documento.
  16. Alicia Bárcena, “Panorama social de América Latina y el Caribe 2014”, Presentación anual 26 de enero 2015. www.youtube.com/watch?v=h4aaWWGgAQs (26 de mayo 2015). Consúltese también, dinero.univision.com/economia-y-negocios/noticias-economicas/article/2012-11-27/bajo-pobreza-america-latina-cepal (04 de julio 2014).
  17. Por una parte en esta misma obra se describe, “El significado del Jesús histórico en la cristología latinoamericana. Este trabajo fue escrito en 1979 y hasta ahora no ha sido publicado. Su finalidad consiste en avanzar teóricamente sobre el significado del Jesús «histórico» en la cristología latinoamericana, en presencia de otras cristologías actuales que también se remontan a él como punto de partida o revalorizan su importancia para la cristología sistemática”. Sobrino, Jesús en América Latina: Su significado para la fe y la Cristología, 95. Por otra, la teología latinoamericana, sin duda, ha privilegiado metodológicamente el momento del Jesús histórico, dentro de la totalidad de Jesucristo para un mejor acceso a esa totalidad.
  18. Sobrino, “La honradez con lo real”, 375. Citado en Silva, “Una teología samaritana: El estilo teológico de Jon Sobrino”, Ibíd.
  19. Sobrino, Jesús en América Latina: Su significado para la fe y la Cristología, 102-103.
  20. Jon Sobrino, “Jesús estorba al poder” entrevista 8 de marzo de 2011, www.youtube.com/watch?v=CEDiYqINfQQ (26 de mayo 2015).
  21. Por otra parte Sobrino aclara. “Si la abstracción se intenta romper a partir de una concepción de Cristo-Amor o Cristo-Poder, no se da la tal superación de la abstracción, sino que se la sustituye con contenidos formales. A partir del Cristo-Amor se mantiene una aparente neutralidad ante las flagrantes desigualdades de nuestra sociedad, contraria a la parcialidad de Jesús hacia los oprimidos. A partir del Cristo-Poder se fundamenta la sacralización, aun en versiones secularizadas, del poder en el campo político y económico. El Cristo abstracto, el Cristo imparcial y el Cristo poderoso son los símbolos religiosos que necesitan y de los que usan, consciente o inconscientemente, los poderosos para mantener nuestro continente en su actual situación”. Jon Sobrino, Cristología desde América Latina (México: Ediciones Crt, 1977), 12.