miércoles, noviembre 05, 2014

Re-pensar la teología pentecostal: Un trabajo de re-planteamientos hermenéuticos

Publicado en el canal divulgativo: Mosaicos Teológicos | Citación

Re-pensar la teología pentecostal: Un trabajo de re-planteamientos hermenéuticos

Pentecost. Fuente: saintalbansepiscopal.org

Adolfo Céspedes Maestre

1. Introducción

Mientras pasa el tiempo nos hemos dado cuenta de que algunos criterios teológicos son propios de su época, algunos de la escolástica, otros de la edad media y otros lo fueron principalmente en la modernidad. Pero hay algunas nuevas reflexiones posmodernas que son un poco más conscientes de las realidades que se presentan en nuestro entorno, realidades que en otros estudios antiquísimos y modernos intentaban ser soslayadas y polarizadas con el fin de mantener a la humanidad inocente, alienada, atemorizada en aspectos temáticos que garantizaban su dominio. Por eso, se necesita superar algunos desafíos con el fin de que la teología pueda ofrecer aportes distintivos sobre problemáticas sociales actuales en la humanidad.

No obstante, nos damos cuenta que muchas herejías dogmáticas del pasado han vencido, convirtiéndose en doctrinas vigentes aun hoy, en paradigmas universales directamente ligados con el cristianismo, haciendo de éste uno con reminiscencias jerárquicas, alejándonos de nuestro verdadero sentido de vida, en reciprocidad con la naturaleza y con los demás seres humanos e induciendo a las sociedades hacia problemas socio-ambientales y político-religiosos que hoy son globalmente evidentes y difícilmente negables. Estos sistemas teológicos deberían ser estudiados, para que el mencionado desarrollo de la humanidad siga su curso sin problemas significativos.

Este ensayo intenta ser una clara invitación para aquellas personas que piensan sobre Dios, pero desean superar los vagos argumentos con los que se ha intentado dogmatizar la iglesia hoy. Pero antes, nos preguntamos: ¿Se puede pensar que la teología cristiana ha permitido y alimentado las problemáticas en la sociedad desde sus postulados teológicos? ¿En qué grado las interpretaciones han sido las culpables de tales problemas, y si es posible que un giro hermenéutico pueda hoy sanear modestamente las cuestiones a solucionar? ¿Cómo la teología desde nuevas hermenéuticas puede hoy en día proponer nuevos paradigmas pertinentes y apropiados en una realidad tan inhumana como la que se vive hoy?

2. Modelos teológicos anacrónicos

Al referirme a modelos, quiero decir a algunos planteamientos ideológicos que podemos señalar como poco apropiados para una teología pertinente en la actualidad. Quizás tuvieron aplicabilidad en su momento histórico específico, pero al pasar de los siglos, mientras van cambiando las formas de ver el mundo y las maneras de enfrentarse a los diferentes fenómenos que en él se presentan, han ido naciendo nuevas formas de interpretar los signos religiosos para vislumbrar una teología relevante y pertinente.

En cuanto a los modelos, podríamos mencionar una gran cantidad, comenzando por el reduccionismo antropológico al que se han acomodado las acciones y fenómenos en la creación, es decir, que el hombre es el centro de todo lo que sucede en el mundo, y que por ende él es el encargado de dominar y utilizar para sí todos los bienes que en la naturaleza se ofrecen. También, junto a este paradigma antropo-centrista, ha nacido la lucha de géneros, con un gran predominio viril o hetero-patriarcalista desde los albores de la historia hacia la actualidad, que de igual forma alimenta la homofobia constante con el que se analizan textos bíblicos y con el que rechazan las orientaciones sexuales. Asimismo, la cuestión de las verdades absolutas, partiendo desde la pretensión antiquísima de organizar verdades con las que se domine y coarte la libertad de los demás. Muchos otros paradigmas prototípicos que se han mantenido en la cúspide desde siempre que se conocen y que siguen alimentando los miedos teológicos pentecostales que aun hoy manejan parte de la iglesia en algunos sectores de su teología cristiana -en algunos casos, fundamentalistas-, y que de hecho no la deja avanzar. Algunos más de estos son:

Ideología antropológica de la culpabilidad

Siempre en la historia del cristianismo, se afirmó que toda vida humana posterior al primer pecado de “Adán y Eva” nacería en pecado, y que por ende, todos sufrirían la muerte como consecuencia de dicha transgresión. Con esto, se fundamenta la concepción de redención necesaria de la humanidad, para poder limpiar nuestra naturaleza hereditaria de las manchas del pecado primero. En términos generales, esta llega a ser una de las piezas fundamentales del cristianismo, como ha sido proclamado tradicionalmente. (Spong, J. 1998).

Sin embargo, en nuestra opinión, es claro que la acción divina que Dios realizó por medio de Jesús no fue un acto místico en el que Dios cambiaría nuestra naturaleza “podrida”, la cual habíamos heredado por el primer pecado, sino por el contrario fue, por un lado, netamente una acción gratuita que procuraba obviar nuestros pecados, nuestras equivocaciones, y darnos la oportunidad de cambiar de mentalidad y de vida por medio del perdón. De ahí en adelante no iba a tomar en cuenta las equivocaciones de la humanidad (2 Cor 5:19.); y por otro lado, una acción paradigmática que buscaba evidenciar y contradecir las practicas opresoras del imperio.

Así bien, Molari (2006) nos dice que la situación de muerte que Dios vivió por medio de Jesús, tiene como primordial objetivo el exhibir a Dios como una entidad relacionada intrínsecamente a la realidad y a las vivencias de la humanidad. Con la participación en la muerte, Dios se sacrifica, y no necesariamente se sacrifica para redimir a la humanidad de sus pecados, sino que sacrifica su trascendencia, su intangibilidad y la absolutez de su “esencia divina” (Noemí C., 2007). Es decir, que si hemos de pensar en la muerte de Jesús como un sacrificio, solo cabría hacerlo en el sentido en que Dios “dejó” su posición divina para inmiscuirse y revelarse en la realidad humana (Juan 17: 6-8, Juan 17:19, Juan 14:10), y mostrarse a sí mismo como hombre, para que por medio de dicha experiencia enseñara a la humanidad el camino de la salvación: la reconciliación de unos a otros a Dios y a si mismos.

Con todo esto, consideramos que no es que la representación del hombre como ser caído haya sido siempre inapropiada, sino que en su momento sirvió como una verdad religiosa reguladora, así como lo planteó Pablo en cada una de su cartas, exaltando la esencia de Jesús el Cristo, y manteniendo la unión ideológica de los primeros cristianos en torno a la necesidad de salvación, y el protagonismo de Jesús, para así defenderse de las asechanzas del imperio (Elliot, 2005). La iglesia ha sobrecargado a algunos feligreses y los ha obsesionado con la idea de perdón, pecado y rechazo de Dios, permitiendo así que se viva en constante búsqueda de lo bueno y se rechace lo supuestamente malo categóricamente. Es más, debido a su interpretación bíblica piensan que solo ellos pueden absolver de actos de pecado, a través de la confesión, que hoy llaman sanidad interior. Pero de hecho, es conveniente mirar este asunto desde una óptica dialéctica, en donde los cristianos no tengan miedo de las verdades opuestas, sino que dichas oposiciones en el mundo las vean como una armonía necesaria y adecuada, como dice Zuleta (1994) en donde lo bueno y lo malo no se categorice como demoniaco, sino como una facultad netamente humana y necesaria para el desarrollo de la vida en la tierra. (25)

La ideología dicotómica de retribución

Aquí nos encontramos con la cuestión de recibir premios o castigos por nuestras acciones. Recibir bien por el bien hecho o recibir mal por algún mal específico, como si toda la vida fuera un círculo moralista, en el que a nadie que hace bien puede pasarle cosas malas, o a quienes hacen mal, recibir algunos bienes; aspectos que en la realidad son netamente opuestos, pues las injusticias en nuestras sociedades son asuntos verídicos y vivenciales representados en el pobre y el rico, en el político y el pueblo, en el niño y el terrorista. Entre esas tenemos la idea del cielo y del infierno, refiriendo primero que todo lo terrenal o mundano es totalmente opuesto a lo divino (el mundo de las ideas platónicas). Rememora un poco la filosofía dualista griega que tomaba la realidad como una entidad dicotómica dividida en dos aspectos, uno opuesto del otro por unas brechas grandemente acentuadas. Luego el neoplatonismo, a manos de Plotino, heredó dicha ideología para marcarla con más fuerza e influir poco a poco, y a veces sin darnos cuenta, en muchas de las filosofías de nuestra época.

Dicha influencia neo-platónica acecha constantemente al cristianismo con la idea de la perfección utópica, y casi siempre causa estragos sociales por la mentalidad exclusivista y extremista de los que la anhelan. A ésto es a lo que Estanislao Zuleta (1994) llama “Concepción paranoide de la verdad”, ya que tratan de someter la realidad al ideal y los que no comparten su ideología se constituyen inmediatamente en una amenaza. Es un sistema que desarrolla peligrosamente un rechazo hacia lo diferente y una búsqueda por el bien propio haciendo obras supuestamente “buenas”, pero que en realidad excluyen, discriminan, violentan y aplastan los intereses de otros. Vivir la vida por la búsqueda incansable de premios o castigos es reducirla a una competencia, de la que los menos aventajados se sienten confundidos pues son perdedores sin haberla iniciado, en la que los que sufren se cuestionan por sus desafortunados y desagradables fortuitos. En definita, es querer darle explicación a lo que no tiene explicación para quienes sufren actos de violencia o experimentan el “infierno” en vida sin tener porque merecerlo.

Por eso, es mejor que aprendamos a ser conscientes de que si Dios nos puso en esta tierra no fue para que lo veamos como un lugar pasajero en el que exclusivamente seremos formados para otra vida, lo cual no merece mucha importancia; sino que por el contrario lo veamos un lugar de convivencia en donde Dios por su generosidad se ha expresado amorosamente de diversas maneras. Por ende, no cabe pensar en un Dios esencialmente coherente que decida, malévolamente, enviar a una gran parte de la humanidad al castigo eterno.

Entonces, según nuestro criterio, la cuestión del cielo y el infierno podríamos catalogarlas como una proposición exagerada que únicamente invita a un mundo legislado por la voluntad de unos pocos, y elimina arbitrariamente la diversidad del mundo en todos los sentidos, siendo así una teoría teológica que excluye, que busca premios por una vida aparentemente perfectible y que basa su propuesta en el merecimiento que unos tienen y otros no.

La cuestión de una ideología exclusivista

Por último, mencionamos otra de las situaciones que son parte de las prácticas de algunas comunidades desde hace mucho tiempo, y es el asunto de la exclusividad o exclusivismo, que poco a poco las lleva a ser comunidades discriminadoras de todo lo que no represente su propia identidad comunitaria.

Cuando analizamos las opiniones de diferentes teólogos de la cristiandad vemos dos vertientes paralelas, que atraviesan la cuestión de la cristología y tras suyo la del diálogo interreligioso. La primera vertiente, que inicia con Tertuliano “culmina” con Karl Barth. Dicha vertiente se caracteriza por su fundamentación ortodoxa y recalca la soberanía de Dios por medio de Jesucristo para elección y salvación (Escobar, 2004). Por otro lado, la segunda vertiente que se percibe es la que parte de Justino hasta Karl Rahner, característica por su apertura hacia las demás religiones. En cuanto a dicha apertura, Rahner (1964) propuso la teoría de los “cristianos anónimos” desde tres puntos de vista: el teológico, el antropológico y el cristológico. Desde la teología, esta teoría propone que si Dios ofrece su salvación a toda la humanidad, es a toda la humanidad y no solamente a los “cristianos” en tanto que hacen parte de una comunidad ideológica. Desde la antropología, la oferta de gracia de Dios hacia los hombres sobrepasa cualquier manifestación socio-cultural. No obstante, se funda en la idea de Cristo como única salvación para los hombres.

Ahora bien, Rahner promulgó dicha teoría no con el fin de proclamar el cristianismo a los que se hallan fuera de él, sino directamente a los que se hallan dentro, para convencer a los cristianos de que la presencia salvífica de Dios “es mayor que las personas y la iglesia” (Rahner, 1964).

Dicho lo anterior, considero que la propuesta hecha en su tiempo por Karl Rahner, aunque buena, es un poco impermeable en cierto sentido. Esto ya que da la impresión que el diálogo interreligioso se basa únicamente en la idea de Jesucristo como el único camino de vida, dejando a un lado las concepciones y perspectivas de las demás religiones, renunciando así a ser un diálogo verídico, y coloca muy en entredicho la idea de pluralidad y aceptación de la diferencia.

Por otro lado, es muy bueno escuchar voces de un teólogo eminente del siglo XX, el mismo Karol Wojtyla, nombrado como papa de la Iglesia Católica Romana. Pero lo eminente no es su grado de honor delante los demás cristianos, sino, para mí, el pronunciamiento que hizo en uno de sus escritos:

Y, puesto que posiblemente Dios tenga algo más que decir y hacer de lo dijo e hizo con Cristo, de ahí que los cristianos entablen un diálogo con las otras religiones no solo con el fin de enseñar, sino también de aprender: para aprender, quizá, aquello de lo que jamás han tenido conocimiento en su vida. (Juan Pablo II, 1985. P.25)

Según lo anterior no hemos sido capaces de abrir nuestra mentalidad, algunos como pentecostales, para tener la posibilidad de aprender de las experiencias enriquecedoras de las demás religiones (como nuestros “otros”). Sino que por el contrario, hemos preferido dejar a un lado esas posturas externas, y hemos adoptado nuestros planteamientos como irreductibles, más pertinentes y veraces que otros muchos. Este hecho nos deja ver como pentecostales, y la iglesia cristiana en general puede encerrarse en sus postulados sin poder converger con otras proposiciones. Solo recordemos que si algún fin -diríamos camino- tiene la religión, es el de dar una esperanza de vida a los seres humanos, y no de traer enemistad y violencia al mundo, acción muchas veces generada a través de los diferentes modos de apertura de los cristianos ante los otros. Por eso, pensamos tal y como dijo Xabier Pikaza (2004), el cual me parece muy apropiado y conclusivo en esta parte:

Ahora, a diferencia del pasado, ha llegado el momento en que pueden buscar la unidad sin unificación en un diálogo sin imposiciones, de manera que cada religión aporte lo mejor que tiene, no para que todas se nivelen desde un común denominador, sino para que cada una aporte su diferencia, y todas se enriquezcan con la riqueza de los demás. (p. 181).

Así, y posiblemente de muchas otras maneras, se lograría la tan anhelada paz que parece cada vez más utópica y lejana, desde la aceptación de postulados, discursos, ritos, actividades, prácticas, etc. como real y verdadero del otro, como diferente pero parte de nuestro propio mundo. Pero, esto puede lograrse a través de mecanismos educativos en nuestras comunidades de fe –pentecostales o no-, que re-propongan las diferentes lecturas y re-lecturas de su libro de normatividad, en el caso cristiano la biblia.

3. Efectos de la hermenéutica

Hemos visto tres de los modelos influyentes entre los pentecostales en torno al problema religioso en la actualidad, que deberían ser examinados para ser replanteados por las comunidades del siglo XXI. Pero esta tarea se ha visto muy difícil y arriesgada, ya que ha sido muy complicado desaprender toda una serie de conocimientos o ideas que se han constituido en verídicos y han impregnado la forma de ver el mundo en general.

La hermenéutica, que, si bien es la técnica que se ha utilizado para comprender el sentido fehaciente de los escritos y procurar una interpretación plausible para la realidad, ha sido utilizada como una disciplina que no solo descifra e interpreta, sino que construye nuevas formas de vislumbrar el sentido de los escritos bíblicos, haciéndolos pertinentes para un tiempo presente y contextuales según la cultura a la que se busque comunicar. “Todo esto sabiendo que hay realidades universales que se presentan de maneras diferentes en diversas partes del mundo, -como mirar las dos orillas de un mismo océano, totalmente diferentes” (López, 2006 P. 39). Por esta razón, la hermenéutica nos sirve de mucho para este trabajo tan difícil que se pretende impulsar.

No obstante, aunque la hermenéutica constituye la forma de un intérprete que describe el texto para la vida en su presente histórico específico, ha tenido usos inapropiados, igual como los de las anteriores premisas, generando un objetivo de control ideológico, y por ende exclusivismo, violencia, discriminación, intolerancia e individualismo. Entonces, es posible afirmar que el problema es hacer un uso adecuado de una buena descripción exegética del propio texto y su interpretación para la realidad en un tiempo específico.

Así que, nuestro trabajo es enseñarle a nuestro entorno religioso pentecostal, comunidad evangélica o estudiantes de biblia, a leer la realidad para re-leer el texto a la luz de la primera, y que el texto pueda ser un sendero frente a las crisis de quienes leen o escuchan la realidad. Quien no sepa leer la realidad, al final de cuentas terminará siendo un problema para su tiempo. El sentido verdadero de un trabajo hermenéutico debe ser re-significar una idea o un escrito, que con el tiempo se ha convertido en poco convincente o poco apropiado para los problemas de la actualidad. Es decir, que en el caso de la biblia (que es un escrito que solamente toma su sentido máximo en la lectura de cada individuo), se vuelve sumamente vital que su lectura tenga el propósito de dar un nuevo significado al texto, y que busque ratificar los valores universales de la humanidad: amor, paz, respeto, solidaridad, etc., principalmente con fines comunitarios.

En cierto sentido, como dice Sallie McFague (1995), este quizás sea una forma de desprivatizar la teología, dándole prioridad a que sea el mismo creyente quien tome la primera palabra para darle sentido a las afirmaciones de la biblia en su vida, y no que sea otra persona quien se lo imponga. Creemos firmemente que la intersubjetividad es uno de los pasos más importantes y contribuyentes para abrir espacios en donde todos participen, en donde cada quien se haga responsable de lo que piensa, y se intente hacer valer lo que cada uno(a) piensa o cree en la debida interpretación de la realidad, desde su perspectiva, para transformarla.

Pero, bien entonces hay que considerar un uso adecuado de herramientas exegéticas que iluminen de mejor forma el texto, y la debida lectura de la realidad. Y luego, enseñar desde esa interpretación para la vida, en la que “la revelación es un nuevo enfoque interpretativo para nuestro entendimiento de Dios, del mundo y de nosotros mismos” (Migliori, 1989. P. 24). Nuestra intención última es que se pueda vislumbrar otras fronteras en el futuro de la interpretación teológica, que nos lleven a seguir disfrutando y a disfrutar –a quienes no han podido, debido a las argumentaciones anacrónicas de ciertos sectores del cristianismo- de nuevas visiones que se actualicen de acuerdo a los nuevos tiempos, pero que a la vez sirvan para una apertura, un nuevo significado antropológico y a una vida sin merecimiento o competencia, sino de convivencia entre unos y otros.

Referencias
  • Elliot, Neil. (2005) Las cartas de pablo: la justicia de Dios contra el imperio. Alicia Winters: En el libro “El camino del discipulado”, P. 211-241. Colombia: Universidad Reformada.
  • Escobar, Juan D. (2006) Teología de las religiones y diálogo interreligioso. Veritas, vol. I, No. 14, 43 – 57. Valparaíso, chile.
  • Lopez, Ediberto (2006). Entre dos orillas: el proceso hermenéutico. En el libro “Interpretación bíblica en busca de sentido y compromiso”. Ribla, Quito.
  • Mcfague, Sallie (1995). Modelos de Dios. Sal Terrae, España.
  • Molari, Carlo (2006). Por los muchos caminos de Dios. Abya yala, Quito.
  • Migliore, D. (1991) Faith Seeking Understanding, an Introduction to the Christian Theology. Grand Rapidsm Mi: Wm B. Eerdmans Publishing Company.
  • Noemí, Juan C. (2007). Vida y muerte: una reflexión teológico-fundamental, en Teología y vida, Vol. 48, pp. 41 – 55. Santiago, Chile.
  • Pikaza, Xabier (2004). Violencia y diálogo de religiones: Un proyecto de paz. Sal Terrae, España.
  • Rahner, K. (1964) Escritos e Teología. Taurus, Madrid, Vol. V, 135 – 136.
  • Spong, John Shelby (1999).Why Christianity Must Change or Die. A Bishop Speaks to Believers in Exile. www.johnshelbyspong.com
  • Zuleta, Estanislao (1995). Elogio de la dificultad. Conferencia que el Doctor Estanislao Zuleta presentó en el acto en el cual la universidad del Valle, en la ciudad de Cali, Colombia, le otorgó el título Honoris Causa en Psicología. https://cecep.edu.co/vd/bienestar_conocimientos/elogio_de_las_dificultades.pdf

Citación (ISO 690:2010): CESPEDES MAESTRE, Adolfo. Re-pensar la teología pentecostal: Un trabajo de re-planteamientos hermenéuticos [en línea]. Mos. Teol. (Rev. RYPC), 5 noviembre 2014. <https://www.revista-rypc.org/2014/11/re-pensar-la-teologia-pentecostal-un.html> [consulta: ].