martes, octubre 28, 2014

La Economía de Comunión: Un concepto revolucionario

"Manifestación" de Antonio Berni. Fuente:
contrainfo.com
Gustavo Daniel Romero

1. La Economía de Comunión (EdC) marca el nacimiento de un nuevo empresariado; que se caracteriza por aplicar nuevas reglas en la economía, una nueva cultura empresarial que plantea soluciones creativas a los problemas; en definitiva este proyecto quiere aportar una racionalidad diferente al ámbito de la economía y de la vida empresarial.

2. La EdC plantea la existencia de una lógica de comportamiento económico que pone como centro y fin a las personas y sus necesidades; (especialmente a los más débiles y necesitados).

Estos dos elementos se pueden ver en el comportamiento de la empresa frente a sus propios empleados, frente a la competencia, frente a la sociedad, etc. Y esta experiencia sirve para mostrar que es posible llevar adelante este tipo de iniciativas, a pesar de las dificultades.

La EdC es en definitiva el paso desde la cultura del tener a la cultura del dar.

Ahora, algunas otras cuestiones importantes que quiero destacar:
  • El proyecto de EdC no es confesional. Un trabajador de una empresa no tiene por qué adherir a los valores religiosos de su empleador, ni necesariamente éstos son un aspecto imprescindible. De hecho, si bien el origen del proyecto es muy claro en cuanto al ámbito en el que fue cobijado, los principios que lo rigen son universales y posibles de compartir más allá de las convicciones de cada persona. Pido por lo tanto que leas en esta perspectiva incluso las palabras de Chiara Lubich que se citan al final de este artículo, considerando los valores universales en los que se inspiran. Esto es importante para marcar que el discurso que se necesita llevar adelante en el plano académico es siempre laico y universal, nunca puede anclarse a una determinada fe o ideología.
  • Obviamente, en una empresa hay valores y resultados; los valores son precisamente aquellos elementos que sostienen la razonabilidad de los medios utilizados para el desarrollo de la empresa. Y como toda actividad humana, los resultados pueden ser malos y la empresa puede cerrar (ha sucedido, como normalmente sucede en el mundo económico productivo en el que es perfectamente natural que las empresas nazcan, se desarrollen, vivan y, en muchos casos, mueran por diferentes razones... ninguna empresas de por sí puede asegurar que será eterna). La diferencia, quizá, consiste en este esfuerzo de NO olvidar los “valores” que están a la base en afán de conseguir resultados. Como dice Aristóteles, las virtudes suponen un ejercicio continuado y permanente hasta transformarlas en comportamientos. Por lo tanto, para preservar la autenticidad de este proyecto el mejor camino es precisamente el de aplicarlo con coherencia. Al hacerlo se “multiplican” esos bienes relacionales de los que se habla en el módulo y que intervienen en la vida de la empresa (confianza, responsabilidad, solidaridad, lealtad, previsibilidad, etc.) y se confirma su viabilidad en lo empírico y en lo teórico (que es lo que ha sucedido hasta ahora, con gran asombro de los mismos empresarios que acaso en un primer momento siguieron más una intuición que un camino claro y despejado). Hoy la experiencia está marcando el camino y está brindando aquellos elementos teóricos que permiten comprender este fenómeno en términos económicos. Obviamente, en la vida económica, lo reiteramos, no hay ningún seguro que nos pone a salvo de problemas y fracasos. En este sentido, las empresas de EdC son plenamente iniciativas de la Economía Social y Solidaria y plenamente actividades del mercado.
  • Justamente por eso el “secreto” de las empresas de EdC no consiste en plantearse por fuera de la economía de mercado, sino que son plenamente empresas como cualquier otra, pero que se arriesgan a aplicar esos valores humanos que están a la base del proyecto. No quieren ser una campana de vidrio, sólo quieren decir que se puede funcionar y competir en el mercado pagando los impuestos (y no evadiéndolos), pagando sueldos dignos (sin explotar a los trabajadores), haciendo intentos para involucrar a los empleados en las decisiones (es decir, crear una nueva cultura empresarial), siendo leales con los competidores, cuidando del medio ambiente, etc.
  • Muchos empresarios de EdC han descubierto además que podían morigerar sus pretensiones ya sea en el campo de las ganancias, ya sea a nivel de su personal estilo de vida, lo cual aporta una componente de justicia social no menor. No es que esté mal que un empresario se adjudique un sueldo consistente y en relación con el nivel de riesgo que soporta en cuanto que es él quien inicia y sostiene responsablemente la empresa, sino que este aspecto también guarda una relación con la realidad, la situación en general del entorno en el que se mueve la empresa, etc. Todos recordarán el enojo del presidente de los EEUU, Obama, cuando se enteró de las compensaciones de altos financistas en plena crisis; las mismas personas que habían provocado el descalabro hipotecario se llevaban millones de dólares de beneficios. De alguna manera, plantear el proyecto de EdC es reconocer la función más profunda de la empresa y del empresario al servicio de la utilidad social, del bien común, del desarrollo de una comunidad, más que un mero medio para enriquecerse.

La Economía de Comunión es la Economía del Dar

A diferencia de la economía consumista,
que se basa en la cultura del tener,
la economía de comunión es
la economía del dar.

Esto puede parecer difícil, arduo, heroico.
Pero no es tal porque el hombre
hecho a imagen de Dios, que es Amor,
encuentra su propia realización
precisamente en el amar, en el dar.

Esta exigencia
está en lo profundo de su ser,
más allá de que sea creyente o no.

Y justamente en esta constatación,
corroborada por nuestra experiencia,
se basa la esperanza de una difusión
universal de la economía de comunión.

Chiara Lubich (Rocca di Papa, 10 de noviembre de 1991).

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Bibliografía
  • Lubich, Chiara. Economía de Comunión - historia y profecía. Ciudad Nueva Grupo editorial: 2003