sábado, abril 20, 2013

Precursores de la Hermenéutica Moderna


Jaime E. Elías

La hermenéutica filosófica moderna - una de las bases principales de la teología

Introducción

Todo movimiento filosófico surge a partir del pensamiento y necesidades propias de una época, así trasmitidas, aceptadas y dialogadas por otras futuras épocas. En este caso me es propio el trasladarme a los orígenes del constructivismo filosófico que automáticamente me trasladan al período del positivismo científico en los siglos XVII-XVIII.1 El positivismo y/u objetivismo se había planteado desde el punto de vista del análisis de la realidad como un conjunto de objetos que poseen propiedades establecidas, que en otro polo juega la existencia de los hechos objetivos acerca del mundo, independiente –independientes– en absoluto de la interpretación llevada a cabo por una persona e insertándose en sus diferentes entes de locomoción.

Por otra parte el método científico (observación de datos, formulación de leyes y comprobación de hechos), se perfilaba como “el método” para llegar a la verdad, superando al idealismo subjetivo.2 Era la época de la revolución industrial, del progreso, de la (“desmitologización”) de los relatos religiosos, y también la época cuando la ciencia había logrado “explicar” el origen del hombre, por la vía evolutivo-biológica. El conocimiento se define, en aquel entonces, como el registro de hechos (fenomenología, la conciencia fenomenológica, o la conciencia intencional) acerca del mundo en los pensamientos y sentimientos humanos.3 Es ahí donde nace la hermenéutica moderna filosófica como parte del círculo de la teología, creando uno de los pilares principales del quehacer teológico, utilizados hasta el día de hoy. De tal manera que se desea hacer una breve reseña y propuesta –una propuesta y reseña– de la vida de algunos grandes pensadores románticos de la filosofía, considerados así, precursores de la –hermenéutica moderna filosófica–. Cinco autores, sí: Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher, Wilhelm Dilthey, Martín Heidegger, Hans Georg Gadamer y Rudolf Bultmann serán nuestros maestros. A saber:

Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher (1768-1834)4

Inició la reflexión sobre la hermenéutica. Según él, éste es el arte de comprender un texto.5 Su aportación es decisiva6 porque desarrolla ciertas ideas acerca de que el conocimiento humano se haya mediado por la comprensión previa del sujeto. Esto ocurre, según Schleiermacher, de manera especial en la lectura de textos escritos. Los símbolos escritos no son trasladados a la conciencia en forma “fotográfica”; sino que van siendo inevitablemente interpretados por el lector.7 Como dice Brugger, Schleiermacher amplió la hermenéutica a través de la «teoría del arte de comprender».8 El aporte hermenéutico de Schleiermacher puede definirse así.

La doctrina hermenéutica de Schleiermacher brota en primer lugar y esencialmente de la confluencia entre las cuestiones suscitadas por la práctica de la interpretación –en el curso de interés romántico por las grandes producciones históricas del “espíritu”9– y la instancia metodológica de la filosofía trascendental, orientadas hacia la identificación de las condiciones «objetivas» de la actividad del espíritu a través del análisis estructural de la conciencia «subjetiva».10

La intuición de Schleiermacher consistió en que no se puede realmente ofrecer la explicación de un producto de actividad creativa del espíritu sin hacer referencia a una comprensión del proceso creativo que lo ha engendrado,11 consideraba la interpretación como el arte de llevar a cabo “una reconstrucción histórica e intuitiva; es decir, objetiva y subjetiva del texto”.12

El trabajo de Schleiermacher es importante para el avance de la comprensión del texto; esto posteriormente será retomado por sus sucesores. Así, pues, la interpretación, entendida de este modo, asume una figura «circular».13 Por un lado, una de las tareas de Schleiermacher fue tratar de desvelar el sentido que, en cada caso, puede otorgarse a lo singular y lo concreto frente a la contingencia y universalidad de las leyes y los conceptos. En consecuencia, esto da lugar a una importante renovación de la hermenéutica.14 En sus lecciones sobre hermenéutica mantiene que en el proceso de entender no se puede excluir la contribución del lector, que se acerca al texto con alguna pre-comprensión.15 Schleiermacher fue una figura de prestigio inmenso en Alemania de comienzo del siglo XIX. Junto a M. v. Humboldt fundó la universidad de Berlín, donde fue catedrático.16 Su significativa contribución a la hermenéutica moderna, le ha hecho merecedor del título de «el Padre de la Hermenéutica moderna».

Wilhelm Dilthey (1833-1911)17

Erige la categoría de la comprensión, ya usada por Schleiermacher, en categoría fundamental. Entiende por tal proceso descriptivo el resultante conjunto de todas las fuerzas emotivas, “de toda la vida penetrando y poniéndose en comunicación con aquellos que hay que interpretar (texto o hechos)”.18

Se pregunta:

«¿Cómo es posible comprender las ciencias del espíritu?». En respuesta, Dilthey distingue entre ciencias naturales y ciencias del espíritu. Para las primeras hay que hablar de explicación; para las segundas hay que hablar de comprensión. ¿Cómo comprender? Trasladándose a la vida psíquica del otro. El objeto de nuestro conocimiento de un texto no es tanto el mensaje del texto cuanto del individuo que se expresa a través de él, su intencionalidad. La hermenéutica se convierte así en el arte de comprender las expresiones de la vida humana fijadas por escrito. Para poder comprender la vida ajena, hay primero que comprenderse a sí mismo vitalmente.19

Hay que comprender la propia vida.20 Por ejemplo, el ser humano en sus primeros años de vida adquiere conceptos tales como arriba-abajo o grande-pequeño, etc., por abstracción, es decir, por la experiencia cotidiana. La realidad llega a existir para el sujeto por la mediación de la experiencia.21 Una misma vida une mi experiencia y la experiencia de aquella persona, o aquel texto que deseo interpretar. Por eso es posible una sintonía de sentimientos, una comprensión. En suma, el horizonte personal esté contextualizado y orientado a la marcha de la interpretación de los textos pasados.22

Martín Heidegger (1889-1976)23

La hermenéutica de Heidegger se realiza desde la analítica existencial hasta la ontología del lenguaje. La estructura del comprender hermenéutico desempeña un papel decisivo en la perspectiva abierta con su magnífica obra El ser y el tiempo 24 Por tanto, él reconoce que el mismo existir tiene una estructura hermenéutica.25 Sobre esto se basa el argumento en su magnífica y consultada obra26, el horizonte hermenéutico llega a compaginarse con la perspectiva existencial con el horizonte mismo de una ontología fundamental de la historicidad.27 Siguiendo esta perspectiva hermenéutica, Heidegger se pregunta: ¿cuál es el modo del ser, de este ser, el hombre que no existe sino comprendiendo?

Comprender es un constitutivo de la existencia humana. Se trata de un a priori interior a todo acontecimiento psicológico, por tanto no es el pasado lo que interesa, sino el futuro. Comprender abre el ser a sus posibilidades de futuro, a su proyecto. Interpretar no es la adquisición de información sobre algo que se conoce, sino llevar a cabo las posibilidades proyectadas al entender; no es tanto la adquisición de un nuevo conocimiento sobre algo cuanto la explicación del mismo ser.28

Heidegger exige: presupuesto, previsión, pre-comprensión, el círculo hermenéutico. Toda la interpretación (comprensión) tiene que haber comprendido antes lo que interpreta. Se trata según él, de un proceso irrealizado; de aquí la angustia existencial y el absurdo de la muerte.29 Heidegger dedica en su obra El ser y el tiempo un apartado al problema hermenéutico30, apoyada en el comprender, que según él constituye el existencial fundamental.31 En suma, es una hermenéutica netamente ontológica.

Hans Georg Gadamer (1900–2002)32

Discípulo de Heidegger, a través de su quehacer en la filosofía, alcanzó una influencia decisiva en el desarrollo de la ciencia hermenéutica contemporánea y ha sido llamado el “padre de la hermenéutica filosófica”.33 El modelo descriptivo al que recurre Gadamer para la clarificación teórica del acto hermenéutico es el del «diálogo»: el intérprete y el texto son como dos interlocutores históricos que a través de la articulación dialéctica de preguntas y respuestas relacionadas mutuamente, pretende alcanzar el entendimiento necesario para la comunicación de «algo». «El diálogo hermenéutico»34, o sea, la interrogación metódica del texto cada vez más profunda a partir de la respuesta que el texto ha dado ante la insistencia de la pregunta anterior, que tiende a modificar el horizonte de la comprensión propio del intérprete35, poniendo en evidencia sus límites y solicitando nuevas aperturas –círculo hermenéutico–.36 Por otra parte para Gadamer el comprender mismo no ha de pensarse tanto como una acción de la subjetividad, sino como un insertarse en el acontecer de la tradición viva (Über-lieferungsgeschehen), dentro del cual se median continuamente el pasado y el presente.37 En este aspecto es de concebir que precisamente así, el comprender histórico no subjetivo sino objetivo, donde se juega el papel de la memoria –una memoria objetiva o comunitaria– donde se encuentra las posibilidades de dialogar con las tradiciones del pasado, (las instituciones, lenguajes, tradiciones, y el arte) y a partir de ahí una nueva forma de abrirse hacia el futuro, proponiendo así una verdadera experiencia, en la cual, si es una verdadera experiencia de verdad, transforma, es ahí donde se encuentra –la objetividad–.

Por otro lado, el diálogo hermenéutico es un proceso siempre abierto y capaz de reanudarse continuamente. De allí que se concluye que no es un círculo vicioso. En otras palabras, a Gadamer le interesa el entender histórico, es decir, como el ser histórico comprende. Caso contrario, Heidegger, enfatiza la pre-estructura de la comprensión. Otro de los puntos fuertes en Gadamer es el prejuicio, o sea, la pre-comprensión. Existe una pre-comprensión o comprensión previa del objeto a comprender e interpretar, la cual se hace más posible y luego la reflexión más científica sobre dicho objeto.38 Como dice él, existe un prejuicio en el sentido de juicio previo y –que Gadamer considera– positivo. De ahí la nueva Koiné occidental o experiencia de la comprensión humana que se comunica por medio del lenguaje, en la cual se basa la universalidad de la hermenéutica.

Rudolf Bultmann (1884-1976)39

Un ensayo como este se quedaría corto si no se incluyera la gigantesca figura de R. Bultmann, que, en 1928, fue el iniciador de la teología-hermenéutica moderna. Bultmann no es filósofo. Sin embargo, su interés por comprender el texto de la Biblia y la exigencia de centrarlo sobre el fondo de la búsqueda del hombre le convierte en pensador de la existencia. Como se indica, en su visión se han distinguido dos etapas. Una de ellas, dentro de la línea neokantiana, donde identifica la religión con camino del hombre que se hace en apertura al infinito. En ese plano se sitúan una serie de trabajos propiamente filosóficos acerca de la naturaleza, la cultura, la religión, y la hermenéutica.40

No se plantea la cuestión si Dios puede ser conocido o probado, sino que lo que importa es comprender el discurso fáctico41 sobre Dios; dar razón de lo que sin razón es…la razón a puro hecho, el hecho sin razón e irrazonable, es donde la razón llega a ser razonable (alcanzar su sentido para mí). Para él y al igual que Dilthey, comprender suponía la reconstrucción del sentido original del texto. Bultmann comprende el texto a partir de la propia posibilidad, situándonos ante nuevas e insospechadas posibilidades de nuestra existencia. Realiza una hermenéutica existencial. Basándose en la obra de Heidegger Sein und Zeit desarrolla toda una hermenéutica existencial del nuevo testamento. Para él la hermenéutica es un análisis del hombre.42

Como un abortivo (el carácter social del conocimiento)

Después de leer investigar y analizar un poco menos que minuciosamente a nuestros filósofos anteriores, surgen preguntas tales como ¿Para qué sirve el conocimiento de precursores de la hermenéutica moderna como estos? ¿A quién le interesan estos pensadores? ¿Acaso podemos sacarle provecho a hechos históricos como a estos? ¿Será que el mundo necesita pensadores como ellos hoy? Aun mas, una pregunta inquietante ¿a caso se puede seguir siendo cristiano, aceptando los postulados filosóficos? o que ¿si la teología, solo es caída del cielo?... Y así podemos seguir añadiendo otras preguntas más. Por ello una breve propuesta, como un abortivo del carácter del conocimiento tratando de insertarse en la persona; dándole más cabida a la razón y en la sociedad –como a la vez un recipiente pensante y no un ser pensado–.

El conocimiento no significa simple asignación de sentido a la realidad por parte de cada individuo, el sentido de las cosas se viene dando como producto social. Aunque parezca contradictorio, la persona no es un sujeto individual sino un “individuo social”, que se considera (–el ser ahí–, o se pregunta – ¿Por qué ahí, el ser?–), posibilitado y limitado por el carácter de lo –colectivo–. La actividad social, es la que se encarga de dar sentido y validez al conocimiento, porque no decirlo (a este conocimiento); lo hace significativo según las necesidades y normas del contexto.43 Es decir como consecuencia inevitable del carácter social del conocimiento, aquello que el individuo conoce y aprende con mayor facilidad es lo que le resulta útil en relación con la satisfacción de las necesidades cotidianas en el entorno propio.

Por otra parte la validez de estos pensadores y el conocimiento que aportan quedan por decirlo así, –sin tanto lenguaje en demasía–, queda determinada por la resonancia o efectividad que en el mundo encuentren cabida, según las acciones basadas en dicho conocimiento.44 La ausencia de apertura hacia determinado conocimiento y pensamiento hermenéutico en el ámbito social, se debe a que el significado asignado a los mismos, no cumple con los criterios de aceptabilidad especificados para determinado ámbito de acción o estudio. Por ello se debe de intentar marcar un nuevo interés que motive, un nuevo dunamis para emprender dicho peregrinaje del saber y el saber en nuestro peregrinaje en el ámbito filosófico, –teológico-filosófico–. De allí que la comunicación y la búsqueda del consenso son los aspectos fundamentales en la construcción de una buena y nueva propuesta parar la realidad social.45

Conclusión

Siendo así, nuestros maestros en el campo hermenéutico, precursores de una de las bases del circulo de la teología), –la hermenéutica moderna filosófica– (filosófica-moderna), Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher, Wilhelm Dilthey, Martín Heidegger, Hans Georg Gadamer y el –Bull Doog– de Rudolf Bultmann ¡grandes maestros del saber! Y adentrándonos un poco a la conclusión no quisiera dejar de hacer algunas preguntas al respecto ¿Qué provecho existe en tomar principios del constructivismo, en cuanto a la descripción del acto del conocimiento, y aplicarlos a la interpretación bíblica hoy? ¿Se puede iniciar respondiendo a través de las palabras de Bultmann? Bien a estas alturas se podría describir que “El análisis Heideggeriano” de la existencia ha sido muy fructífero dentro del ensayo de la hermenéutica moderna-filosófica, tratando de construir un pilar fundamental para el quehacer de la teología... se ha de aprender de Heidegger, no el contenido de lo que la teología ha de decir, sino cómo ha de decirlo.”46 Aún cuando el lector no comparta con Bultmann “el contenido” de su teología, no se debe de apresurar a desechar estas palabras.

Para Anthony Thiselton, erudito británico en el campo de la hermenéutica bíblica, menciona que, la manera en que el mundo puede prestar atención a los argumentos de la fe cristiana, consiste en hablar al mundo desde el lenguaje filosófico de turno. De ahí surgen otras preguntas que nos inquietan ¿Quiénes son los pensadores prominentes de la época? ¿Quiénes están dispuestos a filosofar hoy? Una pregunta más para nuestro campo de ensayo ¿podemos utilizar la filosofía para hacer teología? ¿Quiénes están dispuestos a teologizar filosofando? Es decir, –como propuesta previa al desarrollo del tema– el teólogo usa la filosofía para teologizar, y no para producir otra filosofía. Esto significa echar mano del mismo conocimiento que cuestiona la fe para responder con criterio bíblico sólido; atreverse, aún teniendo consciencia de los riesgos.47 O por lo menos insistir en una reflexión permanente, partiendo de una situación concreta, estableciendo así un puente entre los datos bíblicos y la situación nuestra.48 Por último este breve análisis del pensamiento de los «Grandes de la hermenéutica», puede servir de base para las futuras investigaciones. Sin embargo, cabe señalar que se ha articulado a un acercamiento a su pensamiento hermenéutico. Se ha de creer, que ha sido, breve pero también podría ser sustancioso, pues, en lo que se ha podido describir el aporte del padre de la hermenéutica, Schleiermacher y sus herederos: desde la «ciencias del espíritu» de Dilthey hasta la hermenéutica existencial de Bultmann; desde la hermenéutica ontológica de Heidegger hasta el prejuicio de la iluminación contextualizada de Gadamer…

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  1. William Darós, “Problemática Filosófica sobre el Constructivismo”, Enfoques, (1999), 5-41; Consúltense los artículos: “Objetividad”, “Positivismo” y “Teoría del Conocimiento” en: Diccionario de Filosofía contemporánea. por: M. A. Quintanilla, 1976. El constructivismo es una teoría educativa derivada en el siglo XX de la obra de los pedagogos y psicólogos Jean Piaget y Lev Vygotsky. Esta teoría propone que el aprendizaje se adquiere por medio de un proceso individual de la construcción del conocimiento. O sea, que cada persona aprende por sí mismo, construyendo entendimiento y conocimiento por medio de su propia percepción del mundo. http://hijos.about.com/od/Escuela/g/El-Constructivismo-Como-Filosof-Ia-Educativa.htm. Consultado el 22 de febrero de 2013.
  2. “Caracterización del problema”. www.inf.udec.cl/ados/apuntes/problema.html. Consultado el 8 de febrero del 2013.
  3. Ibíd.
  4. Nacido en Breslau, en una familia pietista, Schleiermacher estudió teología en Halle y en Berlín. En esta ciudad entro en contacto con el círculo romántico y recibió influjo de Schelling de las primeras etapas. En 1804 fue nombrado profesor de Teología en la Universidad de Halle y más tarde en la de Berlín. Illanes–Saranyana, Historia de la teología (Madrid: Editorial BAC, 1996), 257. Para síntesis del pensamiento hermenéutico de Schleiermacher, Dilthey, Heidegger, Betti, cf. R. E. Palmer, Hermeneutic’s Interpretation Theory in Schleiermacher, Dilthey, Heidegger and Gadamer (Ewanston 1969), E. Coreth, Cuestiones fundamentales de hermenéutica (Barcelona: Editorial Herder, 1972), 257-259.
  5. J. M. Caballero Cuesta, Hermenéutica y Biblia (Estella Navarra: Editorial Verbo Divino, 1995), 20.
  6. M. Ángel Quintanilla, Diccionario de filosofía (Salamanca: Editorial Sígueme, 1976), 206.
  7. Schleiermacher prefirió basar su teología en la conciencia religiosa del hombre, por encima de la autorrevelación de Dios. Hablaba de una congenialidad entre autor e intérprete, que tiene lugar cuando el que lee un texto sagrado llega al autor y participa con él de su escrito. El texto se convierte así en expresión de la conciencia que los hombres del pasado tenían de Dios y su dependencia de él, para que el lector actual pueda también adentrarse en dicha expresión de conciencia.
  8. W. Brugger, Diccionario de filosofía (Barcelona: Editorial Herder, 1994), 276.
  9. “Ciencias del espíritu”: arte, filosofía, religión, y similares.
  10. P. A. Sequeri, “Hermenéutica y filosofía”, en Varios (eds.), Diccionario teológico interdisciplinar, I-II. (Salamanca: Editorial Sígueme, 1985), 1122.
  11. Esta comprensión depende a su vez de la capacidad de reconstruir y de reproducir en el mismo intérprete el proceso de formación del texto referido. Brugger, Ibíd., 277.
  12. Es decir, la interpretación que ofrece resultados satisfactorios combinando los datos de la historia, la exégesis y el estudio de las formas del lenguaje, con la experiencia subjetiva y con la vivencia del texto, involucrándose en el sentimiento del autor.
  13. Sequeri, Ibíd., La medida de su éxito está en proporción directa con el grado de identificación del acto interpretante con el acto creativo
  14. Los románticos, del siglo pasado ponen de relieve que interpretar será siempre un acto de delimitación y particularización con el concurso de la gramática y la psicología. En cambió la propuesta de Schleiermacher se caracterizará por su acusado matiz psicológico: revivir o reconstruir en el presente del intérprete las vivencias del autor en el seno de un contexto vital. En este autor, la hermenéutica tiene algo de carácter divinatorio que utiliza convenientemente los tres dispositivos que el romántico otorga al lenguaje: discurso (retórica), la comprensión (hermenéutica) y la conversación (dialéctica). Con relación a esto, Schleiermacher afirma que: «El discurso es la mediación de la solidaridad del pensamiento. A partir de aquí se explica la correspondencia de la retórica y de la hermenéutica y su relación con la dialéctica». La retórica y la hermenéutica están profundamente vinculadas. Al mismo tiempo, ambas se hallan referidas a la dialéctica. (En la actualidad lo relacionaríamos con la fundamentación del saber: epistemología. En sentido estricto, desde Aristóteles, saber significa el conocimiento basado no sólo en la constatación de la realidad de algo, sino en la visión clara de los fundamentación de su existencia y es su esencia). En resumen: Schleiermacher (y más tarde Dilthey) se afanaron por encontrar una fundamentación lingüística y epistemológica de la metodología hermenéutica. L. Duch, «Hermenéutica», Floristán–Tamayo., eds., Conceptos fundamentales del cristianismo (Madrid: Editorial Trotta, 1993), 554.
  15. Si hay contacto entre el escritor y el lector es porque ambos participan en «espíritu objetivo» espinoziano, en la razón universal. Así, pues se da un círculo hermenéutico que se pasa del lector al escritor, que se ilustran mutuamente. Sin embargo, cuando Schleiermacher habla de la comprensión –dice que– no es fácil debido a la polisemia de cualquier palabra. En un diálogo hablado esta polisemia puede ser superada mediante aclaraciones de la persona que habla y de la que escucha, pero en el documento escrito se necesita hacer un juicio de valor. Esto se logra –según Schleiermacher– mediante la gramática. Pero esto no basta; es necesario captar ante todo la genialidad del autor.
  16. L. Maldonado, El menester de la predicación(Salamanca: Editorial Sígueme, 1972), 19.
  17. Wilhelm Dilthey nace en 1833 en Biebrich del Rin; profesor de Basilea, Kiel, Bresleu, Berlín. Müller, Ibíd., 113. Nace en el ceno de una familia protestante, de confesión calvinista. Su padre era predicador en la corte. Siguiendo la tradición, Dilthey fue destinado a los estudios teológicos, pero el temprano descubrimiento de la filosofía de Kant determinó su orientación futura. Estudió en la Universidad de Berlín, donde se graduó con una tesis sobre la ética de Schleiermacher: Ensayo de análisis de la conciencia moral (1864). Obras: Leben Schleiermacher (1866), Introducción al estudio de las ciencias humanas (1883), Sobre nuestra creencia en la realidad del mundo exterior (1890), Ideas diferentes a una psicología descriptiva y analítica (1894), Origen y desarrollo de la hermenéutica (1900), La esencia de la filosofía (1907). Alfonso Ropero, Introducción a la filosofía (Terrassa: Editorial Clie, 1999), 518-519.
  18. En esta diversidad dual de métodos cognoscitivos se apoya Dilthey para hacer su famosa división de las ciencias –lo importante en Dilthey–. Así pues, según Dilthey el sujeto de una interpretación hermenéutica, el sujeto que comprende, a diferencia del que alcanza conocimientos propios a las ciencias naturales, no puede ser considerado como conciencia pura que se siente afectada desde fuera por las cosas existentes en sí, sino como quien logra una experiencia vital y la expresión de esa experiencia. Maldonado, Ibíd., 20.
  19. Según la concepción vitalista, que se funda como en su eslabón primero y no fundado, en la vida humana, la famosa separación objeto-sujeto que en Kant llega a ser abismo insalvable, queda superada, trascendida. Dilthey, en especial, puso de manifiesto que la restitución del pasado resulta un vano ejercicio si la interpretación no se efectúa desde el contexto vital del propio intérprete. L. Maldonado, Ibíd.
  20. Dilthey presta gran interés a lo que él llama afinidad psicológica entre el autor y el lector de los textos, al definir la interpretación como un acto de comprensión y no de explicación del escrito. Rosino Gibellini, Ibíd., 65, citando a W. Dilthey, Le origini dell´ ermeneutica (Bologna: Pàtron, 1970), 67.
  21. Este fenómeno determina la legitimidad del conocimiento acerca del mundo exterior. En la medida en que se confirma, por la experiencia, el sentido que el sujeto haya asignado a X fenómeno de la realidad, puede decirse que su interpretación es válida, aunque sólo para el mismo sujeto. El conocimiento individual está en continuo proceso de modificación y revisión, en relación con la realidad.
  22. En él se lleva a cabo la recuperación crítica y la apertura sistemática del horizonte abierto por Schleiermacher en la línea de una valoración epistemológica del comprender hermenéutico, entendido como modo específico del saber y dotado de una validez científica propia: las ciencias del espíritu. Maldonado, Ibíd.
  23. Martín Heidegger. Nació en Messkirch, Baden (Alemania) el 26 de septiembre en 1889. Uno de los filósofos alemanes más importantes de este siglo, comenzó por ser discípulo de Husserl, aunque luego tomo un rumbo diferente. Profesor de la Universidad de Friburgo de Brisgovia. Estudió filosofía, teología, matemáticas ciencias naturales e historia. Su obra magna (principal) y, por supuesto, la más conocida es “Ser y el tiempo” (1927). En esta obra pone sobre el tapete el sentido del ser, que por supuesto, no se puede esclarecer en una restauración de la vieja ontología metafísica, sino que se debe comenzar por preparar la pregunta en un análisis —de ontología fundamental— de la inteligencia humana del ser, la cual, en tanto que «ahí» del ser ofrece el único terreno para la cuestión. En otras palabras es una comprensión existencial. Hay en él una gran influencia de la fenomenología de Husserl; su metodología se atiene a esta corriente. Ropero, Ibíd., 580-581; también, cf. Müller, Ibíd., 211-212.
  24. Más allá de lo propuesto por Dilthey, Heidegger considera que el comprender es el modo de ser del hombre y la raíz de todo su conocimiento. Otra vez Dilthey planteó que el ser humano comprende mediante lo que se puede describir como un círculo hermenéutico; donde la vida misma es interpretada sobre el conocimiento previo y, posteriormente, construida sobre la base de las interpretaciones resultantes. Cf. Hans G. Gadamer, “Texto e Interpretación,” en: José Domínguez Caparrós, eds., Hermenéutica (España: Alicante, 1997), 77-79.
  25. Por lo cual él, el comprender es entendido aquí como estructura original del ser-en-el-mundo que es constitutivo del Da-sein (estar-ahí o ahí-ser) humano; en efecto, el hombre comprende su propio tener que vérselas con el ser estableciendo de hecho esa relación mediante un acto hermenéutico o hermenéutica existencial. Sequeri, Ibíd., 1124.
  26. Olegario G. menciona al respecto. No se admira al hombre de lo que hay o de porque son así las cosas, sino en un primer momento se admira al hombre ante todo lo que las cosas sean, es decir, de que hay ser y no más bien nada. Es la pregunta de Leibniz (1646-1716), repetida por Kant (1724-1804), Schelling (1755-1854) y Heidegger (1889-1976). K. Jaspers, La fe filosófica ante la revelación. Citado en. Olegario Gonzales de Cardedal, El quehacer de la teología (Salamanca: Editorial Sígueme, 2008), 117.
  27. Para un análisis profundo del tema, estúdiese., F. Duque, «Historia e historicidad en el existencialismo y la hermenéutica», en M. Reyes Mate, eds., Filosofía de la historia (Madrid: Editorial Trotta, 1993), 139-166.
  28. Caballero, Ibíd., 21-22.
  29. El término último de la comprensión no sólo es la otra persona, sino todo el mundo histórico social que le rodera, con sus imperativos morales, comunión, sentimientos, relaciones humanas, sentido de la belleza, etc. Son tres las etapas del proceso hermenéutico: la experiencia, la expresión, y la comprensión.
  30. M. Heidegger, El ser y el tiempo (México: Fondo de Cultura Económica, 3ra. Ed., 1967), 102-121.
  31. Según Heidegger, el hombre no ha escogido existir, sino que se ha encontrado arrojado a la existencia [...]. Es una trascendencia finita, cuya estructura mantiene con el mundo que le rodea. Heidegger, Ibíd.
  32. Hans Georg Gadamer nació a finales de 1900 en Marburgo, muere el 13 de marzo del 2002. Fue discípulo de Heidegger durante sus estudios universitarios en Friburgo de Brisgovia. Profesor en la Universidad de Heidelberg, donde en 1964 apoyó la designación de Habermas como extraordinario en la misma, el cual más tarde pasaría a ser su crítico. Su obra fundamental: «Verdad y método». Fundamentos de una hermenéutica filosófica (Tubinga 1963; 2ª ed., 1965), Trad. al español, (Salamanca, Editorial Sígueme, 1977) Y T. Urdano. Historia de la filosofía, T., VIII (Madrid: BAC, 1985), 167s.
  33. Gustavo Adolfo Montenegro, “Georg Gadamer,” Prensa Libre (Guatemala, 21 de marzo de 2002), 55. Después de su muerte se hicieron varias actividades en homenaje a la memoria de su gran aporte al pensamiento, lo cual unos hicieron memoriales de “frases” del pensamiento hermenéutico más sobresalientes.
  34. Según Gadamer, no hay comprensión fuera de la tradición, pues quien comprende lo hace dentro de un marco que es producto de la acumulación del anterior pensamiento e interpretación de lo real. El hombre pertenece a la historia, lugar, oficio, “contexto” y está determinado por ella. El acervo cultural, aunado a las experiencias propias determinará significativamente el sentido de todo acto de significado. Por ejemplo “un gesto” puede adquirir una gama de significados de acuerdo al contexto y a experiencias y emociones de los observadores.
  35. Sequeri, Ibíd., 1126.
  36. Hay aquí una clara definición de la fusión de los horizontes, donde se da la interacción de círculo hermenéutico, típico en Gadamer: el diálogo. Sequeri, Ibíd.
  37. Gianni Vattimo, “Comprender el mundo-transformar el mundo” en El ser que puede ser comprendido es lenguaje. Homenaje a Hans-Georg Gadamer (Madrid: Editorial Síntesis, 2003), 65.
  38. Maldonado, Ibíd., 22.
  39. R. Bultmann. Nace en Wiefelstede (Oldenburg). Estudio en diversas universidades alemanas, orientándose hacia la exégesis. En 1912 fue nombrado profesor de la Universidad de Marburgo, a la que, después de una breve estancia en otras universidades, regresó en 1921, para continuar, a partir de entonces, ejerciendo allí docencia hasta su jubilación. Obras: Historia de la tradición sinóptica (1921), Jesús (1926), Nuevo testamento y mitología (1941), El evangelio de Juan (1941), Teología del Nuevo Testamento (1951), La presencia de la eternidad: historia y escatología (1958), Jesucristo y mitología (1957), entre otros artículos. Discípulo de Wilhelm Hermann y simpatizante, en un primer momento, con la teología dialéctica, Bultmann se mueve en una nueva dirección muy distinta a la del teólogo suizo: a diferencia de Barth, y contra él, Bultmann representa, en efecto, la continuación de la teología liberal, aunque en un nuevo contexto histórico-cultural, el que deriva del pensamiento de Heidegger, con quien coincide durante varios años (1923–1928), en el claustro de la Universidad de Marburgo. Illanes–Saranyana, Ibíd., 348-349.
  40. Rudolf Bultmann, Teología del Nuevo Testamento (Salamanca: Editorial Sígueme, 4ª Ed., 2001), 17-21
  41. El empirismo ingles es desarticulado por esto, haciendo su máxima como crítica “la vivencia como vehículo del pensamiento”. Leibniz como la falla del empirismo ingles, de que si la razón se convierte en puro hecho deja de ser razón; mientras que lo racional es lo razonablemente. Manuel García Morente, Lecciones preliminares de Filosofía (México: Editorial Porrúa, 13. Ed., 1992) 148-153.
  42. Caballero, Ibíd., 23.
  43. Carolina Jiménez, Entre los umbrales de la realidad. http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/moebio/02/frprin02.htm. Consultado el 16 de febrero del 2013. Por el contrario, la organización del conocimiento se dificulta cuando el lenguaje resulta novedoso, poco familiar, poco organizado o carece de “puntos de enlace” en relación con la estructura cognoscitiva previa del lector.
  44. Ibíd.
  45. Ibíd. En el ámbito educativo, se reconoce al educador como mediador del conocimiento entre los objetos o realidades y el alumno. El maestro no “transmite” el conocimiento, sino que lo “facilita”, creando o recreando las condiciones para la adquisición del saber por medio de la experiencia. El maestro “facilitador” tiene por tarea conocer los aprendizajes y estructuras previas del alumno y guiarlo hacia descubrimientos que sean válidos en su contexto (contextualización), según las necesidades sociales y en un clima de participación. De esta visión del aprendizaje se desprende la necesidad del respeto a la diversidad y al pluralismo ideológico.
  46. Anthony Thiselton, The two horizons (EE.UU: Editorial Paternoster, 1980), 257-260. En este espacio también cita varias descripciones de Rudolf Bultmann, “Reply to John Macquarrie”, Philosophy and theology in Bultmann´s thougth, y “Reply to Götz Harbsmeier”, The theology of Rudolf Bultmann and its relation to philosophy. Thiselton reconoce que las conclusiones a las que Bultmann arriba a través de su método de estudio del Nuevo Testamento, acaso no sean muy aceptadas por la mayoría de evangélicos, sin embargo, reconoce que su aporte a la hermenéutica siempre es de mayor relevancia y valor que sus “desaciertos”.
  47. Ibíd.
  48. Alberto F. Roldán, ¿Para qué sirve la teología? (Grand Rapids: Libros Desafío 2ª Ed., 2011), 62.