miércoles, febrero 06, 2013

Mary Douglas. Un proyecto teológico

Raúl Méndez Yáñez

"Como Abraham enfrentándose a Dios (Gn 18,30) me pregunto cómo tengo la osadía de hablar. No estoy capacitada para interpretar textos antiguos y pretendo hablar del Levítico a los estudiosos de la Biblia." - Mary Douglas1

El título de esta columna se vale de la ambigüedad. Por un lado desea señalar que la antropóloga Mary Douglas desarrolló en los últimos quince años de su vida un proyecto teológico a partir de sus análisis socioculturales y de su actualización en ciencias bíblicas. Por otro lado también indica que realizar un análisis de la obra de Mary Douglas es parte de un proyecto teológico que este año me propongo realizar.

Por tal motivo, en esta ocasión el escrito se circunscribe a presentar las razones de este proyecto. ¿Por qué nos debe interesar la obra de Mary Douglas a los que trabajamos temas teológicos, de religión y ciencia?

Dame Mary Douglas (el título nobiliario lo recibió en 1992) nació en 1921 como Margaret Mary Tew, en San Remo, Italia. Como su biógrafo Richard Fardon comenta, su niñez la pasó en una escuela católica jesuita del Sagrado Corazón en Inglaterra. En esos primeros años conoció en carne propia la organización y forma de vida de una institución total.2 Su formación académica se cristalizó en Oxford y en 1949 realizó trabajo de campo entre los lele, un grupo social en el Congo Belga. Fue una de las primeras mujeres antropólogas en realizar trabajo de campo. De esta experiencia surge The lele of Kasai (1963) y los lineamientos incipientes de su primera teoría sobre la contaminación ritual que conformaron su título más conocido Purity and danger (Pureza y Peligro) publicado en 1966.3

En 1950 había contraído nupcias con el economista James Douglas e ingresado a la academia como Profesora de Antropología Social, asignatura que ya era relevante gracias a su maestro Edward Evan Evans-Pritchard, quien en los últimos años de su vida se convirtió a la fe católica. Douglas ya era católica, y de este modo, desde su trabajo entre los lele tuvo como referente de análisis al texto bíblico. Ella logró observar que los tabús de dieta de los leles eran muy semejantes a los que se consignaban en el Libro de Levítico.4

En esos primeros años su conclusión fue que los animales prohibidos no lo son porque tengan algo malo en sí mismo, ni porque sean menos higiénicos (como suponía Robertson Smith), ni tampoco debido a que simbolicen males morales. Cada sociedad tiene un sistema de clasificación de bueno, malo, puro, impuro. Pero ningún sistema clasificatorio es perfecto, siempre quedan márgenes que no pueden clasificarse, estos márgenes son impuros, y como atentan al orden establecido, también peligrosos. Sencillamente los animales prohibidos no son clasificables.

Dame Mary Douglas
El puerco tiene pesuña hendida pero no rumia, ¿entonces qué es?, ¿dónde clasificarlo? Los animales acuáticos que no son peces también son impuros porque se tiene en abominación “todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas” (Levítico 11:12). Es decir, para ser clasificado como animal acuático debe tener aletas y escamas, sino los tiene, ¿entonces dónde va? Otro tanto ocurre con las aves que vuelan pero que también está en el agua: ¡por fin!, ¿a dónde pertenecen? Todo animal que no pertenece exclusivamente al cielo, a la tierra o al agua es impuro pues no se puede clasificar.

Este sistema de clasificación cielo-tierra-mar iba muy relacionado al sistema social de la cultura hebrea, por lo que el argumento era redondo. No obstante, Douglas inmediatamente se volvió en su mejor crítica y en Natural Symbols (Símbolos naturales) (1970)5, intenta corregir algunos aspectos respecto a su determinismo social y desarrolló la impactante teoría “Cuadrícula y grupo” que tipifica a las sociedades, culturas y sujetos en cuatro estilos de pensamiento: Fatalistas, individualistas, jerárquicos e igualitarios. Este modelo ha sido ampliamente utilizado en diversos estudios sociológicos, de opinión pública, de intención de voto y, claro, grupos religiosos. ¿Dónde crees que van los fundamentalistas?, ¿dónde los progresistas?, ¿y los ecuménicos?, ¿los revisionistas?...

Luego ingresa como pionera de investigaciones aplicadas de antropología económica y con Daniel Miller es una de las primeras personas académicas en realizar estudios de mercado en el sentido que hoy le damos al término. En 1979 escribe, junto al econometrista Baron Isherwood The World of Goods (El mundo de los bienes)6 una aproximación que debate tanto con el fetichismo de la mercancía de Marx, como con la teoría de la distinción que estaba creando Pierre Bourdieu. “Las mercancías son llaves”7 para ingresar a un grupo social, a una nueva etapa de vida, a un nuevo nivel existencial, las cuales entrenan eficientemente al lego e inexperto que, según Bourdieu, siempre tiene un aire artificial cuando ingresa a un grupo social en el que no ha nacido8. Según la teoría de Douglas el converso a un grupo religioso no puede darse por plenamente convertido hasta que también consuma como los demás, lo que implica un cambio espiritual evidenciado en sus gustos culturales.

Para entonces Mary Douglas ya era una autoridad en antropología aplicada y fue llamada junto con el sociólogo Aarón Wildavsky para estudiar la percepción del riesgo en los Estados Unidos, en una época donde la Guerra Fría ya no era la única preocupación, pues competía con los riesgos ecológicos, demográficos, urbanos, climáticos, epidemiológicos, entre muchos otros que el pasado 21 de diciembre nos encargamos de recordar puntualmente. El resultado es Risk and Culture (Riesgo y Cultura) de 1982,9 una investigación que demuestra que el riesgo va ligado al estilo de vida, por lo que si algo no atenta directamente contra el estilo de vida de una sociedad, entonces nunca será percibido como riesgoso, aunque físicamente pueda, en efecto, existir peligro. Los milenarismos y fundamentalismos religiosos se encargan de producir riesgo debido a que consideran que el estilo de vida de todo el mundo, menos el de ellos, es peligroso.

Pero todo cambió a partir de la década de los 90, cuando volvió a tener un encuentro existencial e intelectual con el texto bíblico. Mary Douglas sabía que si deseaba estudiar el texto bíblico en forma debía ir con los especialistas, aprender de ellos y además sumar esfuerzos con su bagaje antropológico. Se decidió a estudiar la Biblia como si se tratara de una tribu africana. Al hacerlo se dio cuenta de que la Biblia no es un documento sino un verdadero organismo social, complejo y diverso. De este modo, no quiso ser una comentarista bíblica que habla de Génesis y Apocalipsis, sino acotar su trabajo de campo de etnografía literaria al Pentateuco. Comenzó a estudiar hebreo y asistir a diversos congresos de biblistas judíos y cristianos desde Israel hasta Estados Unidos.

El primer producto claro de esta nueva veta fue un comentario al libro de Números In the Wilderness (En el Desierto) de 1993,10 así como diversos ensayos sobre la composición literaria y simbólica de Levítico. Su trabajo llamó pronto la atención, en particular por su desafiante teoría de que el Levítico está redactado en forma de “anillo” con una estructura quiásmica, y no es una colección inconexa de fuentes P y H. Esto, entre otros aspectos exegéticos, provocó una movilización teológica consignada en Reading Leviticus. A conversation with Mary Douglas (Leyendo el Levítico. Una conversación con Mary Douglas) editado en 1996 por John Sawyer11. Ahí, el mismo Sawyer, Jacob Milgrom y Rolf Rendtroff, por mencionar a los exégetas más famosos, debaten con los postulados de Douglas. Desde luego, un capítulo es escrito por ella misma.

Este debate le fue de utilidad para afinar algunos aspectos y posteriormente salir al juego con un segundo libro abocado a la tradición sacerdotal, Leviticus as literature (Levítico como literatura)12, que originalmente se iba a llamar “The inner room” (El cuarto interior)13. Este título era una especie de spoiler respecto a las conclusiones del libro, quizá por eso fue cambiado en último momento. En el “Prefacio” de esta obra Douglas hace una confesión. Reconoce que su teoría de la impureza sencillamente “no es válida en el caso más célebre de la tradición occidental, el Pentateuco”14. Es decir, que su Gran Teoría se resquebraja ante el encuentro con la Palabra de Dios (diciéndolo nosotros con una retórica barthiana).

Lo que postula Douglas como mentis a su primera teoría lo he trabajado en otra parte15, pero hay tiempo para decir que ella se dio cuenta que más que un mero sistema clasificatorio, en Levítico está en juego un modelo cósmico de respeto a la Creación divina, con especial amor y cuidado por los animales fecundos e ingentes, y por los desprotegidos (por si esto fuera poco, el libro tiene una vuelta de tuerca al final).

Así que para cuando terminó el siglo XX Mary Douglas ya era contada entre las estudiosas bíblicas de mayor importancia. Pero en Latinoamérica ha sido difícil reconocerla, enfrascados en nuestros viejos debates sobre la Hipótesis Documental, sobre la inspiración y ¡ay!, sobre el ocioso tema de la inerrancia que ahora parece ser un objeto de vigilancia policiaca de la “sana doctrina”. Esto habla, tristemente, de que nos hemos dedicado a discutir el texto bíblico entre nosotros mismos, y no lo hemos llevado a la esfera académica. En cierto sentido, los que hacemos teología y exégesis en Latinoamérica somos co-responsables de que nuestras Universidades e intelectuales no tomen en serio al texto bíblico – salvo importantes excepciones, desde luego; mencionaría la traducción literaria de Cantar de los Cantares por José Emilio Pacheco.16

No se trata de que una autora “del norte” nos venga a salvar, desde nuestras latitudes hay muchas opciones y salidas al aletargamiento dogmático de la exégesis, pero, desde esta columna, se hace la propuesta de mirar a Mary Douglas como un buen pretexto para leer con otros ojos la Biblia, atender a otros aspectos, pensar en otra agenda teológica.

El Levítico como literatura no fue el último trabajo bíblico de Mary Douglas, pero sí es el de traducción al español más reciente. Después siguieron Jacob’s tears (Lágrimas de Jacob) en 2004 y Thinking in Circles (Pensando en Círculos) en 2007. Pero en el Levítico como literatura vemos a una Mary que da su testimonio de conversión intelectual hablando de sus intentos por “resarcirse de una vida no dedicada al estudio de la Biblia”.17

Estas son algunas de las razones por las que Mary Douglas debiera interesarnos. En esta columna se irán presentando algunos avances del proyecto teológico de comprender a esta antropóloga, cuando estos ocurran. De igual modo se pondrá esmero por contagiar a nuestros lectores de su impureza metodológica que le llevó a articular antropología, teología, literatura, y todo un bagaje epistemológico con el que recorrió desde los atrios hasta el Sancto Santorum de la exégesis bíblica.

__________
  1. DOUGLAS, Mary, “Prefacio”, El Levítico como literatura. Una investigación antropológica y literaria de los ritos en el Antiguo Testamento, Barcelona, Gedisa, 2006, pág,15.
  2. FARDON, Richard, Mary Douglas. An Intellectual Biography, London, Routledge, 1999.
  3. DOUGLAS, Mary, Pureza y peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación y tabú, Barcelona, Siglo XXI, 1991.
  4. Ídem
  5. DOUGLAS, Mary, Símbolos naturales. Exploraciones en cosmología, Madrid, Alianza Editorial, 1978.
  6. DOUGLAS, Mary, El mundo de los bienes. Hacia una antropología del consumo, México, Grijalbo, 1990.
  7. Ídem
  8. BOURDIEU, Pierre, La distinción. Criterio y bases sociales del gusto, México, Taurus, 2012.
  9. DOUGLAS, Mary, Aaron Wildavsky, Risk and Culture. An Essay on the Selection of Technological an Environmental Dangers, California, University of California Press, 1982 (no hay traducción al español).
  10. DOUGLAS, Mary, In the wilderness: the doctrine of defilement in the Book of Numbers, Journal for the Study of the Old Testament, 1993.
  11. SAWYER, John (ed.) Reading Leviticus. A conversation with Mary Douglas, Sheffield, Sheffield Academy Press, 1996.
  12. DOUGLAS, Mary, El Levítico como literatura, op. cit.
  13. FARDON, Richard, op, cit.
  14. DOUGLAS, Mary, El Levítico como literatura, op. cit. pág.18.
  15. MÉNDEZ, Raúl, “Reseña a El Levítico como Literatura”, en Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, México, Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa, no. 62-63, enero-diciembre, 2007, pp. 213-220. Disponible en http://tesiuami.uam.mx/revistasuam/iztapalapa/include/getdoc.php?id=1596&article=1641&mode=pdf
  16. PACHECHO, José Emilio, El Cantar de los Cantares. Una aproximación, México, El Colegio Nacional, 2009.
  17. DOUGLAS, Mary, El Levítico como literatura, op. cit. pág.13.