martes, febrero 26, 2013

La crisis como invitación al cambio

Luis Fernando Ortíz

Enfrentamos tiempos inciertos como no hace mucho. En Europa muchas personas ya no tienen la seguridad de qué pasará en el futuro. Estados Unidos dejó de ser el sueño glorioso para convertirse en una nación con muchos problemas. China enfrenta el reto del medio ambiente que día tras día va asfixiando su sueño sobre el desarrollo. Cada día parece que los mercados nos sujetan a sus caprichos, por un lado, aumentan el costo de la vida, y por el otro no nos permiten ingresar al mercado de trabajo.

La esperanza se agota para millones de personas que anhelan creer en un mundo mejor, pero que ven ya imposible la realización del mismo. Si no encuentran trabajo tienen que entrar en formas sumamente vergonzosas de obtener un sustento, perdiendo la dignidad como personas, como seres humanos y lo más importante como creación de Dios.

Es que este sistema social llamado por muchos “capitalismo”, no tiene otra forma de funcionar que generando grandes cantidades de personas sin posesiones, o en otras palabras, miseria. En México se ve por todos lados, al abrir el periódico salta la violencia y la delincuencia a grandes cantidades. Se ve en las grandes masas de jóvenes que no tienen trabajo y tampoco pueden acceder a una educación para salir de su desesperación. Pero también se ve en la teoría económica que no tiene ninguna explicación a lo que sucede pues simplemente desde hace mucho tiempo perdió su contacto con la realidad.

Perdonen si he de ser tan pesimista, es que no puedo negar los hechos. Por mucho tiempo, la ciencia económica fue considerada como una disciplina fúnebre debido a sus conclusiones. Adam Smith, David Ricardo, Malthus y posteriormente Marx entendieron perfectamente que la humanidad estaba entrando a una forma de organización social sumamente pervertida y que no había esperanza de mejora en ella.

Todos esos teóricos comprendieron que el sistema no es perfecto y tiene una tendencia hacia la crisis, y es allí donde quiero dirigirme.

No basta con enunciar la insuficiencia e incapacidad de algo para que ese algo se torne en algo diferente. La crisis tanto a nivel personal así como a nivel humanidad puede servir para proyectar una nueva forma de ser. Eso es lo que está en juego hoy: una invitación al cambio para la humanidad. Y dentro de esa humanidad está la iglesia, quien en los últimos años se ha abierto un poco, pero en una u otra forma también se volvió a acomodar de tal manera que no está afectando su entorno. ¿Cómo se esto? Simplemente porque veo que no hay acción hacia los temas esenciales de nuestro tiempo.

Acepto la responsabilidad de estar en una institución donde pocas veces se nos ha motivado a hacer más. Una institución donde la crisis también se ha presentado y donde muchos líderes no parecen saber los tiempos que viven. Se habla mucho de prosperidad cuando más de 1000 millones de personas viven en pobreza y esta cifra se va acrecentando día con día. Se habla mucho de avivamiento, pero las iglesias mueren porque no hay conexión entre lo que se habla y la realidad que nos circunda.

Hay una crisis incluso dentro del sistema apologético que tenemos, porque no imaginamos otra discusión que el debate creación-evolución. No tenemos imaginación ni conocimiento para generar un debate profundo que siembre los fundamentos teóricos del mundo de hoy. También estamos en crisis.

Pero la crisis no significa final, tiene una implicación más profunda. Dependiendo de cómo se reaccione ante ella así será el futuro. Podemos argumentar que sólo la economía y la política actuales son presa de esa crisis y que la iglesia está fuera de ella, o podemos aceptar que somos responsables por no haber actuado a tiempo, y que en este momento la humanidad necesita mucha esperanza. Podemos afrontar la crisis con un cambio favorable. Todo depende si aceptamos tal invitación.

Puede parecer que lo que acabo de escribir es sólo una impresión sumamente sesgada de mi parte, y si el lector no cree estar dentro de lo descrito, ¡felicidades!, se encuentra dentro de los pocos afortunados que han podido escapar. Rogamos por su ayuda, porque se crea o no, el mundo está en crisis.