jueves, noviembre 15, 2012

John Wesley, el estratega

Gustavo Daniel Romero

Nuestra estrategia y métodos de discipulado requieren un análisis desde el punto de vista pragmático. John Wesley fundamentó su estrategia del crecimiento de la iglesia en la solidez de su programa de discipulado que tenía las siguientes características, orientadas a ese propósito:


  1. Su teología o contenido del discipulado, no surgía desde atrás de un escritorio desconectado de la realidad contextual, sino de la aplicación de las verdades bíblicas a la gente de su tiempo.
  2. Evaluó y desechó aquellas tradiciones que no eran provechosas.
  3. Examinó y adoptó algunas estrategias exitosas e innovadoras descubiertas por laicos en su entusiasmo por el ministerio.
  4. Todos los métodos y estrategias que adoptaba de otros modelos pasaban primero por su análisis pragmático, que los evaluaba en función de sus resultados para alcanzar la misión.
  5. Desechó cualquier método que pusiera en peligro la salvación y crecimiento de las personas.1

Wesley nos propone que toda acción y nueva propuesta para la misión debe ser validada por el Evangelio, la tradición y las doctrinas teológicas que esa tradición afirma, no a la mera conveniencia o a ajustarse en demasía a las técnicas de mercadeo y a las tecnologías que falsamente se presentan como neutras en contenido; haciendo sabio uso de los nuevos recursos, y enfrentándose a las nuevas circunstancias con obediencia. Es decir, debe ajustarse a una seria consideración teológica en la que tanto la necesidad de la misión como la guía del Evangelio y la tradición juegan su papel, y ambas se afirman.

En este sentido, creo que el genio de Wesley fue comprender que las cosas del espíritu tienen que hacerse de un cuerpo para perdurar en el tiempo y en el espacio. El movimiento tiene que inspirar una organización para pasar de una generación a otra. La pura espiritualidad que no se materializa acaba por volatilizarse. Es ley que rige la existencia de todo lo terrenal. Dios mismo se sujetó a ella: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (1 Juan 1). Sólo así podemos ver su gloria.

Al respecto, es de destacar que Wesley estaba persuadido de no haber ningún orden determinado de organización eclesiástica prescrito en el Nuevo Testamento.

La experiencia wesleyana muestra que el énfasis bíblico en el sacerdocio de los creyentes y los dones del Espíritu es absolutamente práctico y funcional. Pero esto requiere estructuras que provean el contexto para el crecimiento espiritual y oportunidades para el desarrollo del liderazgo.

El testimonio de John Wesley muestra que las características para un efectivo ministerio tienen más que ver con crecimiento espiritual, madurez y flexibilidad en las estructuras eclesiales que con la educación formal o status eclesiástico.

Al proclamar la libertad en las formas de gobierno clerical, John Wesley nos deja el campo libre para despegar con fuerza y espontaneidad, sin el obstáculo de estructuras y formas de organización y gobierno predeterminadas, rígidas y uniformes, heredadas por la tradición. Así nos desafía a revisar, reformar y cambiar nuestras formas de organización, de acuerdo con la experiencia necesaria y la variedad de situaciones que enfrentamos.

Pero, por otra parte, Wesley daba mucha importancia a la excelencia. Entrenaba a sus asistentes y predicadores laicos. Wesley practicaba educación teológica por extensión ya hace trescientos años.

La experiencia de Wesley muestra el valor que tiene para la iglesia el poseer una alta visión de lo que la Gracia de Dios puede lograr en la experiencia personal y en el orden presente.

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  1. Ensley, Francis Gerald. John Wesley: Evangelist, Tidings. 1958, 39.