Publicado en el canal divulgativo: Naturaleza y Trascendencia | Citación
Teología digital: ¿Qué tiene que ver Jerusalén con Facebook?
Raúl Méndez Yáñez
Tejiendo estos poemas, la teología históricamente ha utilizado metáforas tomadas de los contextos macro-sociales. Cuando la teología nació repudiada por Tertuliano y preconizada por Justino Mártir, las metáforas fueron Jerusalén y Atenas;2 luego Agustín elabora un complejo sistema teológico, una síntesis de la época, a partir del modelo civitas, último reducto de las pasadas glorias del Imperio Romano.3 El problema de los universales en la Alta Edad Media tuvo como telón sociocultural las pugnas entre la Iglesia y la Corona, y dependiendo de si la postura era nominalista o realista, se le daba al Cuerpo de Cristo una categoría de relevancia que incluía lo temporal o sólo lo trascendental, respectivamente.4
En la Reforma, durante el auge de las monarquías septentrionales de Europa, la teología protestante utilizará las metáforas de “Rey” para hablar de Dios y de “mercedes” para sus favores, así como “súbdito” para sus hijos, entre otras metáforas del imaginario de la época.5 Para finalizar un primer corte histórico, se puede mencionar que la teología del Nuevo Mundo se gesta en el contexto de la Era de los descubrimientos, de los viajes y encuentros con otros pueblos. En aquellos entonces los sermones de los misioneros privilegiaron la retórica universalista de los profetas veterotestamentarios que encontraban muy cercana a su propia situación. En particular era famosa la metáfora de la iglesia como “nave” que sortea su suerte por los mares.6
Sin duda es posible continuar con este repaso de la influencia del contexto macrosocial en las metáforas teológicas y ver que la teología puritana y la pietista se desarrollan en contextos de vulnerabilidad social para grupos reformados y luteranos respectivamente, la teología liberal se da durante el auge del capitalismo, la teología dialéctica durante su primera gran crisis a principios del siglo veinte. Incluso es posible ver cómo la desmitologización bultmanniana (tan mal comprendida y reducida a un desmentir la Biblia) tiene detrás el optimismo europeo de la pre-guerra, por lo que no es raro que Bultmann se convirtiera en el boogeyman de la post-guerra en Estados Unidos.
No es misión de este escrito deconstruir la historia de la teología a partir de estas vinculaciones contexto / metáfora teológica, ya Gibbelini ha realizado uno de los mejores esfuerzos en este sentido, incluyendo las teologías de la liberación y las diversas corrientes de “tercer mundo” (donde también caben teologías nativas y afroamericanas).7 No es tampoco que se quiera señalar que la teología se “adapta” a las épocas, pues de hecho, le ha costado trabajo y hoy en día cada vez más, parece hacerlo menos. Lo que se señala es que los contextos macrosociales o sistémicos crean el horizonte epistémico desde donde trabaja la teología, ya sea para negar y condenar al mundo o para buscar su transformación.
Un último ejemplo en este sentido viene de las iglesias de frontera, aquellas que se conforman por migrantes y en situación intercultural. Si las teologías afroamericanas, nativas y de la liberación centraron su atención en el acontecimiento del Éxodo, las exégesis chicanas en la frontera entre México y Estados Unidos han desplazado el foco de atención hacia el Desierto, y han vinculado el “peregrinar” con el “migrar”, lo que incluso repercute en la himnología.8 Cabe señalar que este “migrar” en la frontera norte de México es en cierto sentido estable y se han conformado verdaderos tabernáculos del desierto donde se congregan los migrantes católicos y evangélicos. Caso contrario ocurre en la frontera sur y en el derrotero que lleva desde Chiapas hasta el Río Bravo, un itinerario de plena movilidad y mayor vulnerabilidad, donde se cuenta sólo con pequeñas ciudades de refugio, casas de migrantes y la premura por la vida genera una teología del día a día, no tematizada, menos sistematizada y tampoco verbalizada, pues se lleva en los pies y en el corazón errante.
Nuevas metáforas
La disciplina teológica de la segunda década del tercer milenio se enfrenta a un panorama de interconexión digital y global único dejando atrás otros contextos históricos. Este nuevo paradigma de socialización puede entenderse mediante la metáfora reformada de “iglesia invisible”: una comunidad no localizada, dispersa sobre la faz de la tierra y poseedora de un don característico, en este caso la capacidad de interface con internet.9
Este nuevo paradigma de conectividad influye sin duda en la teología, pero sólo como canal de comunicación, no ha calado en la epistemología teológica. Como ejemplo de lo primero puede verse como muchos cristianos entre sus múltiples amigos en Facebook se encuentran congregaciones que día a día cuelgan en sus muros edificantes comentarios y vínculos, incluso memes; la Biblia por fin se puede llevar en la mano cual filacteria, dentro del estuche de un Smartphone, y se puede ser seguidor de Jesús en Twitter a través de sus diversos representantes eclesiásticos y de la industria del entretenimiento10cristiano que incluye autores, músicos, futbolistas y otros deportistas, incluso cómicos.
Pero hasta la fecha la teología académica ha permanecido más bien al margen y continúa con paradigmas y metáforas de otros ayeres. Como ejemplo se pueden señalar las recientes declaraciones de Rolf Rendtroff sobre la fuente Yhavista. Causando una gran polémica, este veterano en la exégesis del Antiguo Testamento ha señalado que el último reducto de la hipótesis Graff-Wellhausen ha caído. Tras la evanescencia de la fuente E, el carácter no diferenciable de D respecto al resto del corpus deuteronomístico, y la diversidad de P que no parece tener sólo una, ni dos cristalizaciones, sino más bien un caleidoscopio de contenidos difícilmente reductibles a una “fuente”, Rendtroff señala que el yhavista, la fuente J, atraviesa problemas de identificación metodológica similares. Para sostenerlo utiliza la siguiente metáfora de arquitectura moderna: “El yhavista se ha ido, y clausuró el edificio en el que vivía, porque ya no había nadie viviendo ahí”.11
Le Corbusier y sus seguidores bien pudieran entender plenamente el insight de Rendtroff a partir de esta narrativa urbana, pero hoy en día, se propone, sería más oportuno decir que J tenía una cuenta en Hi5 pero que poco a poco sus contactos se quedaron sin actividades recientes, y que al final él mismo decidió abandonar esa red social.
El nuevo contexto digital debe ser asumido por la disciplina teológica para generar nuevos desarrollos y aprovechar el nuevo horizonte epistémico de la realidad para interpretar el texto bíblico. Es decir, no sólo como un “canal”, sino como un paradigma macrosocial de desarrollo teológico desde donde generar nuevas metáforas interpretativas. Como señaló Ricoeur, la metáfora “es más la resolución de un enigma que una comparación”.12 La metáfora busca desentrañar realidades articulando elementos opuestos, prima facie de relación inverosímil pero al final heurística. Como se ha visto en la breve revista histórica, esto ha sido característico de la teología cristiana. ¿Por qué no hablar el día de hoy con metáforas web?, no con fines comparativos, sino de verdadero sentido epistemológico (o función referencial del lenguaje) como lo han sido las poderosas metáforas clásicas. Un último ejemplo: el término “imputación”, tan importante en la soteriología, es un término contable que era muy corriente en el siglo XIX13, y su origen en un contexto no teológico no fue dificultad para que organizara gran parte de la forma de entender la gracia en el protestantismo anglosajón.
En esta época de cambios veloces, y donde la contabilidad ya no se hace con “libros” sino con software, hacen falta comentarios bíblicos que analicen una epístola paulina como un muro de Facebook, exégesis que entiendan a Proverbios como un conjunto de trending topics, y a los versículos más famosos a partir de la lógica hashtag de Twitter. Sería muy útil habilitar la función de “comentarios” a la Dogmática y que esta se convierta en una construcción global, aceptando como muchas marcas en YouTube todos los likes y dislikes, así como nuevas aportaciones. Google puede ser un modelo de espiritualidad, donde sí bien es importante encontrar a Dios, lo es aún más permanecer en constante búsqueda. Necesitamos títulos teológicos del tipo “Flikr como modelo para el estudio de la doctrina de la Creación. Dios mostrando sus obras” y un análisis de los salmos de acción de gracias como la actualización de las credenciales de Jehová en un Linkedin cósmico.
No es ir muy lejos si se señala que la muerte de Cristo puede ser entendida, sin ligereza y sin herejía, como la acción dadivosa de habilitar un Wi-Fi para conectar gratuitamente la vida con el Creador, pero sólo tienen la contraseña a quienes Dios escoge, y que son, los únicos que la necesitan y la desean tener. Y el pecado, bueno, pues el pecado es la intermitencia en la señal que arruina una valiosa descarga.
La teología digital no es una que trabaje en gabinete y campo para luego subir sus hallazgos a la red, sino una que reflexiona a Dios y sus obras a partir de una nueva configuración de humanidad que ahora teje su nostalgia con redes de fibra óptica.
Citación (ISO 690:2010): MÉNDEZ YÁÑEZ, Raúl. Teología digital: ¿Qué tiene que ver Jerusalén con Facebook? [en línea]. Nat. y Tras. (Rev. RYPC), 12 julio 2012. <http://www.revista-rypc.org/2012/07/teologia-digital-que-tiene-que-ver.html> [consulta: ].↑
Teología digital: ¿Qué tiene que ver Jerusalén con Facebook?
Conectividad. Fuente: 9am.ro |
“Teología son los poemas que tejemos como redes sobre la nostalgia de algo cuyo nombre olvidamos”
– Rubem Alves1
– Rubem Alves1
Tejiendo estos poemas, la teología históricamente ha utilizado metáforas tomadas de los contextos macro-sociales. Cuando la teología nació repudiada por Tertuliano y preconizada por Justino Mártir, las metáforas fueron Jerusalén y Atenas;2 luego Agustín elabora un complejo sistema teológico, una síntesis de la época, a partir del modelo civitas, último reducto de las pasadas glorias del Imperio Romano.3 El problema de los universales en la Alta Edad Media tuvo como telón sociocultural las pugnas entre la Iglesia y la Corona, y dependiendo de si la postura era nominalista o realista, se le daba al Cuerpo de Cristo una categoría de relevancia que incluía lo temporal o sólo lo trascendental, respectivamente.4
En la Reforma, durante el auge de las monarquías septentrionales de Europa, la teología protestante utilizará las metáforas de “Rey” para hablar de Dios y de “mercedes” para sus favores, así como “súbdito” para sus hijos, entre otras metáforas del imaginario de la época.5 Para finalizar un primer corte histórico, se puede mencionar que la teología del Nuevo Mundo se gesta en el contexto de la Era de los descubrimientos, de los viajes y encuentros con otros pueblos. En aquellos entonces los sermones de los misioneros privilegiaron la retórica universalista de los profetas veterotestamentarios que encontraban muy cercana a su propia situación. En particular era famosa la metáfora de la iglesia como “nave” que sortea su suerte por los mares.6
Sin duda es posible continuar con este repaso de la influencia del contexto macrosocial en las metáforas teológicas y ver que la teología puritana y la pietista se desarrollan en contextos de vulnerabilidad social para grupos reformados y luteranos respectivamente, la teología liberal se da durante el auge del capitalismo, la teología dialéctica durante su primera gran crisis a principios del siglo veinte. Incluso es posible ver cómo la desmitologización bultmanniana (tan mal comprendida y reducida a un desmentir la Biblia) tiene detrás el optimismo europeo de la pre-guerra, por lo que no es raro que Bultmann se convirtiera en el boogeyman de la post-guerra en Estados Unidos.
No es misión de este escrito deconstruir la historia de la teología a partir de estas vinculaciones contexto / metáfora teológica, ya Gibbelini ha realizado uno de los mejores esfuerzos en este sentido, incluyendo las teologías de la liberación y las diversas corrientes de “tercer mundo” (donde también caben teologías nativas y afroamericanas).7 No es tampoco que se quiera señalar que la teología se “adapta” a las épocas, pues de hecho, le ha costado trabajo y hoy en día cada vez más, parece hacerlo menos. Lo que se señala es que los contextos macrosociales o sistémicos crean el horizonte epistémico desde donde trabaja la teología, ya sea para negar y condenar al mundo o para buscar su transformación.
Un último ejemplo en este sentido viene de las iglesias de frontera, aquellas que se conforman por migrantes y en situación intercultural. Si las teologías afroamericanas, nativas y de la liberación centraron su atención en el acontecimiento del Éxodo, las exégesis chicanas en la frontera entre México y Estados Unidos han desplazado el foco de atención hacia el Desierto, y han vinculado el “peregrinar” con el “migrar”, lo que incluso repercute en la himnología.8 Cabe señalar que este “migrar” en la frontera norte de México es en cierto sentido estable y se han conformado verdaderos tabernáculos del desierto donde se congregan los migrantes católicos y evangélicos. Caso contrario ocurre en la frontera sur y en el derrotero que lleva desde Chiapas hasta el Río Bravo, un itinerario de plena movilidad y mayor vulnerabilidad, donde se cuenta sólo con pequeñas ciudades de refugio, casas de migrantes y la premura por la vida genera una teología del día a día, no tematizada, menos sistematizada y tampoco verbalizada, pues se lleva en los pies y en el corazón errante.
Nuevas metáforas
La disciplina teológica de la segunda década del tercer milenio se enfrenta a un panorama de interconexión digital y global único dejando atrás otros contextos históricos. Este nuevo paradigma de socialización puede entenderse mediante la metáfora reformada de “iglesia invisible”: una comunidad no localizada, dispersa sobre la faz de la tierra y poseedora de un don característico, en este caso la capacidad de interface con internet.9
Este nuevo paradigma de conectividad influye sin duda en la teología, pero sólo como canal de comunicación, no ha calado en la epistemología teológica. Como ejemplo de lo primero puede verse como muchos cristianos entre sus múltiples amigos en Facebook se encuentran congregaciones que día a día cuelgan en sus muros edificantes comentarios y vínculos, incluso memes; la Biblia por fin se puede llevar en la mano cual filacteria, dentro del estuche de un Smartphone, y se puede ser seguidor de Jesús en Twitter a través de sus diversos representantes eclesiásticos y de la industria del entretenimiento10cristiano que incluye autores, músicos, futbolistas y otros deportistas, incluso cómicos.
Pero hasta la fecha la teología académica ha permanecido más bien al margen y continúa con paradigmas y metáforas de otros ayeres. Como ejemplo se pueden señalar las recientes declaraciones de Rolf Rendtroff sobre la fuente Yhavista. Causando una gran polémica, este veterano en la exégesis del Antiguo Testamento ha señalado que el último reducto de la hipótesis Graff-Wellhausen ha caído. Tras la evanescencia de la fuente E, el carácter no diferenciable de D respecto al resto del corpus deuteronomístico, y la diversidad de P que no parece tener sólo una, ni dos cristalizaciones, sino más bien un caleidoscopio de contenidos difícilmente reductibles a una “fuente”, Rendtroff señala que el yhavista, la fuente J, atraviesa problemas de identificación metodológica similares. Para sostenerlo utiliza la siguiente metáfora de arquitectura moderna: “El yhavista se ha ido, y clausuró el edificio en el que vivía, porque ya no había nadie viviendo ahí”.11
Le Corbusier y sus seguidores bien pudieran entender plenamente el insight de Rendtroff a partir de esta narrativa urbana, pero hoy en día, se propone, sería más oportuno decir que J tenía una cuenta en Hi5 pero que poco a poco sus contactos se quedaron sin actividades recientes, y que al final él mismo decidió abandonar esa red social.
El nuevo contexto digital debe ser asumido por la disciplina teológica para generar nuevos desarrollos y aprovechar el nuevo horizonte epistémico de la realidad para interpretar el texto bíblico. Es decir, no sólo como un “canal”, sino como un paradigma macrosocial de desarrollo teológico desde donde generar nuevas metáforas interpretativas. Como señaló Ricoeur, la metáfora “es más la resolución de un enigma que una comparación”.12 La metáfora busca desentrañar realidades articulando elementos opuestos, prima facie de relación inverosímil pero al final heurística. Como se ha visto en la breve revista histórica, esto ha sido característico de la teología cristiana. ¿Por qué no hablar el día de hoy con metáforas web?, no con fines comparativos, sino de verdadero sentido epistemológico (o función referencial del lenguaje) como lo han sido las poderosas metáforas clásicas. Un último ejemplo: el término “imputación”, tan importante en la soteriología, es un término contable que era muy corriente en el siglo XIX13, y su origen en un contexto no teológico no fue dificultad para que organizara gran parte de la forma de entender la gracia en el protestantismo anglosajón.
En esta época de cambios veloces, y donde la contabilidad ya no se hace con “libros” sino con software, hacen falta comentarios bíblicos que analicen una epístola paulina como un muro de Facebook, exégesis que entiendan a Proverbios como un conjunto de trending topics, y a los versículos más famosos a partir de la lógica hashtag de Twitter. Sería muy útil habilitar la función de “comentarios” a la Dogmática y que esta se convierta en una construcción global, aceptando como muchas marcas en YouTube todos los likes y dislikes, así como nuevas aportaciones. Google puede ser un modelo de espiritualidad, donde sí bien es importante encontrar a Dios, lo es aún más permanecer en constante búsqueda. Necesitamos títulos teológicos del tipo “Flikr como modelo para el estudio de la doctrina de la Creación. Dios mostrando sus obras” y un análisis de los salmos de acción de gracias como la actualización de las credenciales de Jehová en un Linkedin cósmico.
No es ir muy lejos si se señala que la muerte de Cristo puede ser entendida, sin ligereza y sin herejía, como la acción dadivosa de habilitar un Wi-Fi para conectar gratuitamente la vida con el Creador, pero sólo tienen la contraseña a quienes Dios escoge, y que son, los únicos que la necesitan y la desean tener. Y el pecado, bueno, pues el pecado es la intermitencia en la señal que arruina una valiosa descarga.
La teología digital no es una que trabaje en gabinete y campo para luego subir sus hallazgos a la red, sino una que reflexiona a Dios y sus obras a partir de una nueva configuración de humanidad que ahora teje su nostalgia con redes de fibra óptica.
- Citado en CERVANTES-ORTIZ, Leopoldo, Series de sueños. La teología ludo-erótico-poética de Rubem Alves, Centro Basilea de Investigación y Apoyo A.C., México, 2003, pág.17↩
- Cf GONZALEZ, Justo, Historia del cristianismo I. De la época de los mártires a la época de los sueños frustrados, UNILIT, Miami, 1999.↩
- AGUSTIN, La Ciudad de Dios, Editorial Porrúa, México, 2000.↩
- COPLESTON, Frederick, Historia de la filosofía 2. De San Agustín a Escoto, Ariel, Barcelona, 2011.↩
- CALVINO, Juan, Institución de la Religión Cristiana, Nueva Creación, 1991.↩
- Véanse testimonios exquisitamente selectos en MAYER, Alicia, Lutero en el Paraíso. La Nueva España en el espejo del reformador alemán”, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, pág 253.↩
- GIBELLINI, Rosino, La teología del siglo XX, Sal Terrae, Santander, 1998.↩
- RAMIREZ, Dan, “Alabaré a mi Señor: Cultura e ideología en la himnología protestante Latina, en MARTINEZ, Juan y Luis Scott (eds.), Iglesias peregrinas en busca de identidad. Cuadros del protestantismo en los Estados Unidos, Kairós Ediciones, Buenos Aires, 2004, pp. 207-234.↩
- Se ha evocado esta metáfora en MÉNDEZ YÁÑEZ, Raúl, “Narratividad y religiosidad identitaria juvenil en las redes sociales Hi5 y Facebook”, en HERNANDEZ, Alberto, Nuevos Caminos de la fe. Prácticas y creencias al margen institucional, Colegio de la Frontera Norte, Universidad Autónoma de Nuevo León, Colegio de Michoacán, México, 2011.↩
- Se ha tomado el término “industria del entretenimiento” de MARTEL, Frédéric, Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas, Taurus, Madrid, 2011.↩
- RENDTROFF, Rolf, What Happened to the Yahwist? Reflections after Thirty Years, en línea, 2 de abril, 2011, Disponible: http://www.sbl-site.org/publications/article.aspx?articleId=551.↩
- RICOEUR, Paul, Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido, Editorial Siglo XXI, México. 2001.↩
- WARFIELD. Benjamin, “Imputación” en Estudios Bíblicos y Teológicos, Editorial CLIE, Barcelona, 1991, 259-250.↩
Citación (ISO 690:2010): MÉNDEZ YÁÑEZ, Raúl. Teología digital: ¿Qué tiene que ver Jerusalén con Facebook? [en línea]. Nat. y Tras. (Rev. RYPC), 12 julio 2012. <http://www.revista-rypc.org/2012/07/teologia-digital-que-tiene-que-ver.html> [consulta: ].↑