miércoles, agosto 24, 2011

La fe como construcción. Algunos principios teológicos de Walter Brueggemann

Raúl Méndez Yáñez

Fundamentismo y constructivismo

Para los herederos pródigos de la Ilustración, el árbol prohibido que roba la inocencia del hombre no se extinguió en el Edén. ¡En el siglo XX descubrieron el camino hacia él! Cosa extraña, no hallaron fruto alguno, pero su inocencia se había perdido.

Esta inocencia puede definirse mediante los dos postulados epistemológicos básicos del fundamentismo tradicional (FT):

FT1) Es posible alcanzar algún tipo de conocimiento cierto, indubitable, que se constituya en punto de partida seguro para todo genuino conocimiento.

FT2) Hay un método que garantiza los resultados del proceso cognoscitivo. Es decir, hay un método que nos permite alcanzar ciertas creencias seguras y, a partir de ellas, fundamentar otras.1

Estos postulados epistemológicos van ligados a un postulado ontológico clásico, la adecuatio rei et intellectum (adecuación entre la realidad o naturaleza y el entendimiento), el cual a su vez, proviene de la metafísica aristotélica que señala: “el fin de la especulación es la verdad”2. Esta perspectiva se actualizó en el siglo XX con el modelo nomológico de la ciencia que establece que “si c1, c2, c3…. entonces se da X”.3 La suma de causas C, como hechos externos susceptibles de ser conocidos provocan una conclusión X, y así se obtiene una ley. Este fundamentismo creía que el conocimiento científico era sólo cuestión de extender las manos intelectual y experimental y tomar el trozo de realidad externa que era descubierto, sin reparar en que dicho fruto de investigación es interesadamente construido y socialmente negociado.

A las posturas que reconocen estos factores extra-científicos en el desarrollo del conocimiento se les llama genéricamente “constructivistas”. Un constructivismo extremo revive a los sofismas que declaraban imposible conocer algo verdadero de la realidad, pero en general los constructivismos científicos se limitan a descartar la cuestión ontológica para centrarse en los procesos cognoscitivos de fabricación del conocimiento sin argumentar sobre la realidad fenomenológica. Así Knorr-Cetina explica el constructivismo como aquel que entiende a la ciencia como

“El resultado de un proceso de fabricación que se manifiesta en el carácter artificial de la realidad científica y en la naturaleza instrumental de las operaciones científicas […] eso significa que los productos científicos deben verse como muy estructurados internamente a través del proceso de producción, independientemente de cuestiones sobre su estructuración externa mediante su ajuste o desajuste con la ‘naturaleza”4

Cabe destacar que esta pérdida de inocencia científica también fue señalada por algunos teólogos críticos a la filosofía occidental quienes, paradójicamente, buscando argumentos para cuestionar las rotundas afirmaciones de la ciencia contra la fe y afirmar sus convicciones conservadoras eclesiásticamente sancionadas, también descubrieron el carácter artificial de la ciencia. Entre ellos destaca Hermann Dooyewerd5 quien consideraba que la ciencia (como cualquier otra actividad humana) está condicionada por lo que llama un “motivo religioso”, y posteriormente Hendrik van Riessen señalaría que “nunca se puede abstraer el yo de una actividad”6 señalando el carácter artificial de la ciencia debido a la subjetividad de sus autores, pero van Riesen descuida los factores socio-políticos.

Un constructivismo teológico

De un modo más explícito, el teólogo veterotestamentario Walter Brueggemann se ha percatado de que el constructivismo puede ser una perspectiva útil para la teología del Antiguo Testamento y a partir de él, aunque informado por una pluralidad de otros enfoques, desarrolla su análisis veterotestamentario. Entender el talante constructivista de Brueggemann resulta muy aclarador al momento de abordar su teología pues explica muchos de sus postulados teológicos. El constructivismo teológico de Brueggemann se libra de lo que se ha acusado a otros constructivismos sociales, a saber, que omiten las referencias a las relaciones de poder y sólo focalizan en meros intereses sociales. Desde un inicio Brueggemann se aparta de estos constructivismos inocentes cuando dice:

“Es importante que un estudiante de teología del Antiguo Testamento tenga muy en cuenta la afirmación de que nuestra labor hermenéutica se produce hoy en día en un contexto nuevo en lo concerniente al poder y al conocimiento […] Hemos sugerido que la expresión “el colapso de la historia” de Leo Perdue se refiere no sólo a cambio de método, sino también a los presupuestos culturales y los apoyos políticos que a lo largo del siglo XX dieron validez a un tipo específico de tarea interpretativa.”7

La labor hermenéutica no se refiere solamente al objetivo estudio exegético de los textos en sus idiomas originales, encontrar la situación vivida del escritor original, el sensus plenior evangélico e incluso el análisis estructural de sus diversos niveles de lenguaje, como si después de esta ardua tarea brotaran por sí solos el significado de algún pasaje bíblico o hasta los dogmas del cristianismo en una cadena nomológica de seguridades. El producto interpretativo final siempre estará enredado en la compleja red de intereses personales, eclesiásticos, confesionales y hasta político-sociales. Para Brueggemann, toda declaración teológica es al mismo tiempo una declaración política.

Para Brueggemann el texto es para la teología lo que los insumos de la naturaleza son a los científicos: “Creo que el texto encarna e insiste en un continuo trabajo de interpretación imaginativa que no se conforma, ni se conformará, a los escritos, límites y demandas de la fe de la iglesia.”8 Knorr-Cetina diría sustituiría “texto” por “materiales” e “iglesia” por “laboratorio”.

texto:materiales :: iglesia:laboratorio

Esta declaración pudiera parecer anómica pues relativiza la autoridad de la iglesia, pero en realidad tiene como telón de fondo el principio reformado de sola scriptura, y un importante desarrollo de la dogmática de Karl Barth aplicada a los estudios de teología bíblica. Brueggemann intenta ser fiel a la Biblia como texto normativo para la Iglesia y es altamente barthiano cuando afirma: “Lo que es normativo es extraño y particular, peculiar y escandaloso, y no se puede acomodar jamás al panorama de la ideología cultural.”9 Es precisamente por estas particularidades y resistencia del texto a ser asimilado por cualquier ideología que se hace imperante la necesidad de una pluralidad de métodos al momento de estudiar el Antiguo Testamento como intento honesto de ser fiel a su contenido.

A continuación, algunos de los postulados teológicos que Brueggemann utiliza en su juguetón abordaje del Antiguo Testamento. Nuestro autor reconoce que sus mismos principios teológicos no caen del cielo, sino que son artificiales y originados a intereses sociales e, incluso, idiosincráticos. Hay algunos conceptos, que Brueggemann considera clave para entender el texto, aquí se habrán de señalar los pertinentes para entender su teología. Para ver los primeros consúltese su obra Reverberations of faith.10

Algunos postulados teológicos

Comunidad interpretativa. El Antiguo Testamento siempre es leído dentro de una comunidad que debe verse comprometida con la interminable empresa hermenéutica. De este modo se evita, por un lado, que el texto sea presa de intereses particulares, y por el otro el texto logra funcionar como elemento de cohesión comunitaria y de identidad.

Judeidad del texto (co-lectoría). El Antiguo Testamento es eminentemente un producto judío. No podemos acercarnos al Antiguo Testamento sin percatarnos de que somos co-lectores (coreaders) junto con los judíos. Los cristianos no podemos declarar que nuestras comunidades interpretativas obtengan mejores lecturas de estas Escrituras, ni que nuestros dogmas reflejen mejor su contenido. Sin necesidad de comprometer nuestras declaraciones, podemos reconocer que la lectura que realizan los judíos es igualmente válida que la nuestra, por más que en partes leamos junto con ellos, y en otras nos apartemos.

Rememoración imaginativa. Este es el letimotiv de su Introduction to the Old Testament. El Antiguo Testamento no es un documento que contenga relatos históricos, sino que es un producto literario. Con este concepto se quiere señalar el proceso simbólico que realizan las comunidades al mirar hacia su pasado para construir o imaginar personajes, tramas y acontecimientos que les permitan hacer frente a su situación actual. Así, el cruce del “mar” tal como puede leerse en Éxodo 15, por ejemplo, no fue un acontecimiento histórico que deba ser corroborado por la arqueología y explicado por la meteorología, se trata de un intento por entender el presente anclándose en una construcción del pasado en la cual el pueblo exiliado en Babilonia puede vivir con esperanza en la liberación de Dios. Lo importante no es que haya ocurrido, sino que pueda ocurrir, es una forma imaginativa de protesta y rebelión que es capaz de engendrar una comunidad en resistencia.

Proceso de transmitir la tradición (Traditioning process) y Comunidad intergeneracional. El Antiguo Testamento ha sido construido a lo largo de muchas generaciones. A pesar de que su forma canónica ya está fijada, el texto sigue construyéndose en base a las diversas interpretaciones que cada generación realiza sobre él. El proceso de transmitir la tradición crea versiones para entender el texto, cada una de las cuales fungirá como normativa sólo en un momento histórico específico, pues con el advenimiento de una nueva generación, ella deberá formar su propia versión. Sin embargo esta nueva versión no surgirá ex nihilo, sino que tomará en cuenta las versiones ya existentes y tomarán, modificarán o desecharan de ella los elementos que consideren pertinentes, a esto Brueggemann le llama “comunidad intergeneracional”.

Canon (Interpretación canónica). Este término es retomado de los estudios de Brevard Childs, y en general es uno que proponen los teólogos de la Escuela de Yale o de Teología Postliberal. Canon hace referencia a lo normativo, a los dogmas y disposiciones institucionales. Canon también hace referencia al texto bíblico como un todo, tal como se conoce en las comunidades interpretativas, pero no puede hablarse de que esta sea la interpretación real, definitiva o verdadera del texto.

Imaginación (Interpretación imaginativa). La interpretación canónica no agota en absoluto el sentido del Antiguo Testamento. Existen diversas voces minoritarias o marginadas (fuera de las estructuras de poder) que también interpretan el texto, pero de una forma que no se ajusta “a las demandas de la iglesia”. Este tipo de interpretaciones son llamadas por Brueggemann “imaginativas”, es decir que poseen un carácter artístico, cotidiano y pragmático en lugar de uno dogmático y académico. La interpretación imaginativa es importante para evitar la represión dogmática y dejar que las comunidades puedan construir su propia versión del Antiguo Testamento, aunque orientadas por la interpretación canónica, pues de otro modo se perdería el foco de acción de las congregaciones.

Juicio / litigio. Para Brueggemann el Juicio o litigio legal, con sus jueces, jurados, fiscales y abogados, es el más claro ejemplo de que la realidad depende de las palabras (retórica). El sentido del Antiguo Testamento también depende de la retórica, pues para corroborar si es falso o verdadero lo que nos dice, y lo que nosotros creemos que nos dice, el máximo tribunal es el texto mismo. Por eso ante la pregunta historicista de ¿Qué es lo que realmente ocurrió? (como en el Éxodo, cuando Jousé detiene el sol, etc.), la respuesta de Brueggemann es “ocurrió lo que el texto dice que ocurrió”, pero dentro del mismo texto, sin que ninguna prueba histórica o arqueológica pueda demostrarlo o desmentirlo.
  • Testimonio. Donde a través del análisis de los verbos, sustantivos y usos lingüísticos que hace Israel de YHWH, puede conocerse sus diversas naturalezas, atributos y acciones. La idea central en esta sección es que cuando se identifica a YHWH con un verbo como libertar, entonces por el uso reiterado puede ocurrir una sustantivación del verbo y convertir a YHWH en el libertador.

  • Disputa. Aquí es donde la realidad con sus contradicciones e injusticias pone en tela de juicio el testimonio primordial de Israel que parece ser contradicho punto por punto. Es Israel mismo quien una vez que ha tenido contacto con las otras culturas opresoras y manipuladoras realiza está pregunta sobre la veracidad de su propio testimonio de un Dios creador, libertador, madre, etc.

  • Defensa. El testimonio de Israel que es disputado a causa del duro entorno en el que vive, logra ser encarnado, no sólo en la Toráh y demás secciones canónicas del Antiguo Testamento, sino también en las esperanzas y predicaciones proféticas que permiten seguir sosteniendo el testimonio original a pesar del entorno, y así transmitirlo de generación en generación.
¿Estos postulados anulan los intentos de explicación arqueológica o científica de algunos pasajes de la Biblia? Esta interesada pregunta no gira sobre si es posible la reconstrucción científica e histórica del texto, sino sobre si de hecho es necesaria, pues Brueggemann piensa que tales empresas desorientan, haciéndonos “perder nuestro lugar en el relato”.11 Pero como él mismo reconocería, esta no puede ser una declaración definitiva sino que debe ponerse en disputa.

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  1. Cristina di Gregori, citado por OLIVÉ, León. Un fundamentismo débil y naturalizado, Iztapalapa. ¿Crisis del fundamentismo?, 24(54): 48, enero-junio, 2003.
  2. ARISTÓTELES, Metafísica, México, Porrúa, 2002, pág. 38
  3. RICOEUR, Paul, Tiempo y Narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico, México, Siglo XXI, 2009, pág 213.
  4. KNORR-CETINA, Karin, Los estudios etnográficos del trabajo científico: hacia una interpretación constructivista de la ciencia”, en: IRANZO J., “et al”, (coord.), España, CSIC, 1994, pp. 187-204.
  5. DOOYEWERD, Herman, Las raíces de la cultura occidental. Las opciones pagana, secular y cristiana, España, CLIE, 1998.
  6. RISSEN, Hendrik, van, Enfoque cristiano de la ciencia, España, FELIRE. 1996.
  7. BRUEGGEMANN, Walter, Teología del Antiguo Testamento. Un juicio a Yahvé. Testimonio. Disputa. Defensa, España, Ediciones Sígueme, 2007, pág. 77.
  8. BRUEGGEMANN, Walter, An Introduction to the Old Testament. The canon an de Christian imagination, Estados Unidos, John Knox Press, 2001, pág 2.
  9. Idem, pág. 83.
  10. BRUEGGEMANN, Walter, Reverberations of faith: A theological handbook of the Old Testament, John Knox Press, 2002.
  11. BRUEGGEMANN, 2001: xiv