domingo, septiembre 14, 2014

Vol. 3 Ext. 3 - In Memoriam: Wolfhart Pannenberg (1928-2014)

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In Memoriam: Wolfhart Pannenberg (1928-2014)

José Luis Avendaño
Wycliffe College, University of Toronto.

Se me ha pedido ofrezca unos muy brevísimos apuntes sobre la obra y el pensamiento del teólogo alemán, Wolfhart Pannenberg, aquella colosal figura de la teología contemporánea fallecido nada más el pasado 5 de Septiembre. Desde luego, podríamos ocupar estas breves líneas en proporcionar al lector una serie de datos biográficos y acaso estadísticos de su trabajo que bien podría éste hallar en las diversas fuentes que por estos días se encargan de cubrir la noticia de su deceso. En vez de aquello, quisiéramos escoger de entre sus muchas contribuciones al quehacer teológico y al propio pensamiento cristiano, aquello que se nos exhibe como recurrentes enfatizaciones en el recorrido general de toda su obra, sin perjuicio, desde luego, de las respectivas matizaciones y aun correcciones a que el autor haya sometido a las mismas, pues, como bien dijera en algún lugar Heidegger -un pensador que nunca gozó de la mayor predilección para Pannenberg- “un verdadero pensador es aquel que persigue en su vida solo un par de ideas”.

1. La revelación como historia (Offenbarung als Geschichte): Haya sido acaso la insistencia de Pannenberg tocante a comprender la revelación cristiana fundamentalmente como Historia y no exclusivamente como Palabra, según la asignación tradicional de la dogmática protestante, uno de los aspectos más reconocibles como perdurables de su trabajo sistemático y posible de constatar ya en los albores mismos de su actividad teológica, en aquel recordado círculo de estudiantes asociado a la universidad de Heidelberg. Es cierto que en esta línea de recuperación del carácter histórico de la revelación, no podrían quedar ausentes las monumentales teologías del antiguo testamento tanto de Walter Eichrodt, como la de Gerhard von Rad, o el mismo nombre de Oscar Cullmann con su programa de una historia de la salvación. Sin embargo, la idea aquella de una revelación divina desplegándose a través de la historia sin un desglose sagrado y profano, ha sido sin lugar a dudas el elemento continuamente presente ya en todas las obras de Pannenberg, a despecho aún de la diversidad de sus temáticas, esto es, desde el inicial círculo al que hemos hecho ya mención y que dio como resultado la obra programática, Offenbarung als Geschichte, (1961), pasando por su monumental cristología (Grundzüge der Christologie, 1964), su misma destacada antropología (Anthropologie in theologischer Perspektive, 1983), hasta arribar, finalmente, a su magna obra, su teología sistemática en tres volúmenes (Systematische Theologie I-III, 1988, 1991, 1993).

2. La mediación filosófica como la vehiculización lingüística y racional más apropiada para la explicitación de la revelación: No recuerdo otro teólogo protestante, acaso con la única salvedad de Paul Tillich, que haya enfatizado con mayor claridad que Pannenberg, la importancia que le cabe al discurso y al pensamiento filosófico en la tarea de lograr articular en el marco de las categorías propias de comprensión humana, los contenidos de la revelación. Y, aquello, no solamente en tiempos en que, primero, el marcado fideísmo de Barth ya imprimía fierra pauta y escuela o, luego la estampida de las teologías posmodernas ponían en entredicho todo empleo de un acervo tradicional, fuere teológico o filosófico, sino también en tiempos en que la mayoría de las teologías del genitivo, particularmente aquellas articuladas desde el tercer mundo y entre ellas, desde luego, despuntando con méritos propios, la latinoamericana de la liberación, volcaban todo el peso del diálogo y de la mediación de la teología en las ciencias sociales o empíricas.

3. La teología entendida como ciencia, y ésta en el marco de la universidad: Por último, no pudiéramos dejar de mencionar el esfuerzo de nuestro autor por ponderar a la teología como ciencia, y situar a la teología evangélica en el marco de la universidad, preferentemente estatal y a la par de facultades tanto de las humanidades como de las ciencias. Aquí, desde luego, la teología como ciencia no podría ser clasificada, claro está, en el marco de las ciencias analítico-empíricas, sino en el tipo de ciencias histórico-hermenéuticas. Pues bien, esta sola insistencia que marcó gran parte de la carrera de Pannenberg me parece ya suficientemente digna de destacar, cuánto más la consigna actual se decanta bajo el influjo del progresismo teológico a diluir a la teología evangélica a mera “escuela de las religiones”, o bien reducir a la misma a nada más que a un saber intraeclesiástico y denominacional, bajo la asignación tradicional otorgada por el "instituto evangélico".

Pues bien, basten, por ahora, estos breves apuntes sobre nuestro autor. No cabe duda que la obra de Pannenberg y su gran contribución al pensamiento cristiano y al quehacer de teología, se comenzará a aquilatar mucho más conforme pasen los años, y los mismos nos entreguen la suficiente claridad y madurez de poder distinguir lo que en teología no es más que paja del trigo.

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