sábado, junio 28, 2014

El pecado de Adán, la relación de lo uno y lo múltiple en Pablo

"Peccato originale e cacciata dal Paradiso terrestre",
de Michelangelo Buonarroti. Fuente: Wikipedia.org.
Sergio Simino Serrano

El siguiente artículo tiene un carácter exegético, con una contextualización teológica y filosófica, que intenta poner de manifiesto cómo en el texto de Rom. 5:12-19 acerca del “pecado de Adán” está involucrada la cuestión griega de “lo uno y lo múltiple”. En contra de lo que ha sido la recepción habitual del mismo en la teología occidental desde Agustín en la que está implícita una transmisión “corpórea” del pecado.

Romanos 5:12-191

12. Διὰ τοῦτο ὥσπερ δι’ ἑνὸς ἀνθρώπου ἡ ἁμαρτία εἰς τὸν κόσμον εἰσῆλθεν καὶ διὰ τῆς ἁμαρτίας ὁ θάνατος, καὶ οὕτως εἰς πάντας ἀνθρώπους ὁ θάνατος διῆλθεν, ἐφ’ ᾧ πάντες ἥμαρτον·

13. ἄχρι γὰρ νόμου ἁμαρτία ἦν ἐν κόσμῳ, ἁμαρτία δὲ οὐκ ἐλλογεῖται μὴ ὄντος νόμου,

14. ἀλλ’ ἐβασίλευσεν ὁ θάνατος ἀπὸ Ἀδὰμ μέχρι Μωϋσέως καὶ ἐπὶ τοὺς μὴ ἁμαρτήσαντας ἐπὶ τῷ ὁμοιώματι τῆς παραβάσεως Ἀδὰμ ὅς ἐστιν τύπος τοῦ μέλλοντος.

15. Ἀλλ’ οὐχ ὡς τὸ παράπτωμα, οὕτως καὶ τὸ χάρισμα· εἰ γὰρ τῷ τοῦ ἑνὸς παραπτώματι οἱ πολλοὶ ἀπέθανον, πολλῷ μᾶλλον ἡ χάρις τοῦ θεοῦ καὶ ἡ δωρεὰ ἐν χάριτι τῇ τοῦ ἑνὸς ἀνθρώπου Ἰησοῦ Χριστοῦ εἰς τοὺς πολλοὺς ἐπερίσσευσεν.

16. καὶ οὐχ ὡς δι’ ἑνὸς ἁμαρτήσαντος τὸ δώρημα· τὸ μὲν γὰρ κρίμα ἐξ ἑνὸς εἰς κατάκριμα, τὸ δὲ χάρισμα ἐκ πολλῶν παραπτωμάτων εἰς δικαίωμα.

17. εἰ γὰρ τῷ τοῦ ἑνὸς παραπτώματι ὁ θάνατος ἐβασίλευσεν διὰ τοῦ ἑνός, πολλῷ μᾶλλον οἱ τὴν περισσείαν τῆς χάριτος καὶ τῆς δωρεᾶς τῆς δικαιοσύνης λαμβάνοντες ἐν ζωῇ βασιλεύσουσιν διὰ τοῦ ἑνὸς Ἰησοῦ Χριστοῦ.

18. Ἄρα οὖν ὡς δι’ ἑνὸς παραπτώματος εἰς πάντας ἀνθρώπους εἰς κατάκριμα, οὕτως καὶ δι’ ἑνὸς δικαιώματος εἰς πάντας ἀνθρώπους εἰς δικαίωσιν ζωῆς·

19. ὥσπερ γὰρ διὰ τῆς παρακοῆς τοῦ ἑνὸς ἀνθρώπου ἁμαρτωλοὶ κατεστάθησαν οἱ πολλοί, οὕτως καὶ διὰ τῆς ὑπακοῆς τοῦ ἑνὸς δίκαιοι κατασταθήσονται οἱ πολλοί.

Tradicionalmente un pasaje como el que hemos reproducido arriba se ha interpretado en función de la doctrina del pecado original tal y como fue formulado por Agustín de Hipona en el s. IV d.C. Agustín que tras un largo recorrido vital e intelectual se convirtió al cristianismo, estuvo muy influido en su pensamiento teológico por el neoplatonismo de Plotino (s. III d.C.) con su esquema de la realidad en base a tres hipóstasis: Uno, Nous y Alma; y su procesión necesaria hasta llegar a la materia, que representa la absoluta privación y el mal, le proveerá a Agustín la estructuración conceptual para poder construir su doctrina del pecado original y la caída del ser humano en su lectura e interpretación de los textos bíblicos2. Plotino, siguiendo la tradición platónica, hablará de una “caída” del alma desde el mundo inteligible al mundo sensible3, así igualmente Agustín hablará de una “caída” del ser humano en el huerto de Edén. Por ello desde entonces la teología en Occidente ha estado muy influida por esta corriente de pensamiento asociada a la doctrina del pecado original.

Pero en la doctrina del pecado original está involucrada una cuestión: ¿cómo es posible que el pecado de Adán pueda ser atribuido al resto de seres humanos a lo largo de la historia? Este artículo interpreta que en Agustín esta transmisión del pecado se produce a través de las relaciones sexuales, con lo que esto tuvo de negativo en la consideración de la sexualidad en todo el pensamiento medieval4.

Como ejemplo de lo anterior citamos el siguiente texto de Agustín en el que se aprecia una vinculación entre pecado y concupiscencia carnal:

“Desterrado del paraíso después del pecado, ligó con la pena de muerte y condenación también a su descendencia, que había viciado, al pecar, en sí mismo, como en raíz; de tal modo que todo descendiente que naciese por concupiscencia carnal de él (de Adán) y de su mujer, juntamente condenada y por quién había pecado, y en cuya concupiscencia había sido fijada igual pena de desobediencia, contrajese el pecado original, que le había de conducir por diversos errores y dolores al eterno suplicio, juntamente con los ángeles desertores, corruptores, dominadores y compañeros suyos. Así, “entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos los hombres, pues todos pecaron” (Ro. 5:12). Llamó en este lugar el apóstol mundo a todo el género humano”5

Agustín estuvo influido en su doctrina por Tertuliano s. II d.C. Tertuliano siguiendo una comprensión estoicista6 concibe que los padres transmiten a los hijos tanto el cuerpo como el πνευμα, que en griego significa soplo, aire, respiración, y con ello se alude a una metáfora para designar aquello que es consustancial con la vida. Este término griego πνευμα será traducido por los autores occidentales como espíritu, pero no debe entenderse aquí un concepto de realidad inmaterial opuesta al cuerpo. En la concepción estoica el espíritu es cuerpo, porque cuerpo es todo aquello que padece y actúa, así que incluso lo divino es cuerpo. Por otro lado, los estoicos y Tertuliano con ellos, defenderán que el alma y el espíritu además de ser cuerpos están relacionados, de tal manera que el alma (ψυχη) es espíritu (πνευμα)7.

A esta doctrina de la transmisión corpórea del alma a través del espíritu y junto con ella el pecado, se le denominará “traduccionismo”. Agustín tomará este traduccionismo aunque él mismo acabará por defender un “creacionismo”8, si bien no fue absolutamente consistente con su postura9. En cualquier caso esta comprensión “traduccionista”, aunque fuera rechazada por muchos teólogos medievales por sus rasgos “materialistas”, en realidad afectó decisivamente en la comprensión del pecado original en toda la tradición medieval10. Así se entiende el pecado original como una herencia que pasa de padres a hijos11.

En palabras de Agustín:

“Porque, en efecto, aquel solo pecado que se contrae por el nacimiento, aunque es uno sólo, hace culpables de condenación; mas la gracia justifica de muchos pecados al hombre, que añadió otros muchos propios a aquel que hereda por nacimiento y que es común a todos los hombres12.

Aunque esta ha sido la recepción tradicional en el Occidente latino del texto de Pablo, no obstante, como vamos a considerar en el presente artículo la fundamentación que hace Pablo de su pensamiento, haciendo en su caso una relectura de la Torah, es muy diferente.

En primer lugar tenemos que decir que para comprender este pasaje tenemos que fijarnos en que la base sobre la que Pablo construye toda su argumentación es la relación entre lo uno y lo múltiple, “lo uno y los muchos”. Para percibirlo con claridad hemos resaltado en el texto griego de Romanos, reproducido al inicio de este artículo, esta relación que tanto por la frecuencia con la que se usa en un texto tan corto, como porque su argumentación gira constantemente alrededor de ello, no la podemos atribuir a una mera coincidencia sino a una voluntad expresa de Pablo.

Brevemente debemos decir que la relación de lo uno y lo múltiple es de los temas fundamentales en base a los que constantemente está pensando la filosofía griega. La reducción de toda la realidad a un único concepto, como es el de κοσμος, que etimológicamente significa orden, ya supone un importante esfuerzo de abstracción y fue la primera gran tarea que acometió la filosofía griega arcaica. Así la realidad es reducida a la unidad, pero además lo que todos los pensadores griegos tratarán es cómo esa unidad que conforma la realidad se relaciona o fundamenta la multiplicidad evidente que asimismo la caracteriza. Nuestra experiencia nos dice que comprendemos las cosas en la medida que componen una unidad, pero al mismo tiempo percibimos que dentro de dicha unidad hay multiplicidad.

Además, otro rasgo de la unidad y la multiplicidad es la relación con la vida. En los seres vivos la unidad es consustancial a ellos, si la unidad que soy yo es descompuesta en partes, la unidad vital desaparece y acontece la muerte. Así que la unidad es consustancial con la vida y debe formar parte de la estructura vital de la realidad. Por tanto esta misma realidad vital única debería ser responsable de la multiplicidad que percibimos en lo real. Hasta aquí estos escuetos apuntes sobre los conceptos griegos de lo uno y lo múltiple, que nos servirá para apreciar mejor la matriz helenística del pensamiento paulino.

Como ya hemos indicado anteriormente en la argumentación de Pablo es clave esta relación del uno y los muchos, Pablo parte de aquí y da por sentado que es posible y que de hecho hay una relación entre lo uno y lo múltiple. De alguna manera lo uno representa lo múltiple y lo múltiple deriva de lo uno, de forma y manera que existe un trasvase en cuanto a lo que es lo uno y lo que son los muchos. Las propiedades de lo uno afectan o se reflejan en los muchos. El propio texto nos da un ejemplo, Pablo relaciona que Adán es uno-ser humano y que su pecado afecta a todos los seres humanos con sentencia de condenación. De igual manera Jesús es uno-ser humano y su gracia afecta a todos los seres humanos con justicia de vida.

(18). Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida. (19). Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos13.

Lo que es Adán, uno y ser humano, afecta a los muchos, es decir, todos los seres humanos, y lo que es Cristo, que es también uno y también ser humano, afecta a los muchos, los seres humanos. Adán afecta a través de la culpa y la condenación y Jesucristo afecta a través de la gracia y de la justificación de vida.

Ahora bien, ¿por qué se da esta relación de lo uno y lo múltiple? Porque el universo es en realidad un “orden”. En ese orden todos los elementos que lo conforman están en relación entre sí, de esta manera lo uno y lo múltiple están conectados. Las personas no son individuos independientes ni personas individuales sino personas colectivas, que conforman un todo junto al resto de seres humanos. En esta visión de la realidad lo que yo hago afecta a los otros y lo que hacen los otros me afecta a mí, o lo que hacemos todos afecta a la totalidad. No hay una concepción individualista de la realidad sino como un todo. Por medio de un uno que es ser humano el pecado entró en el universo. A través del pecado la muerte y la muerte pasa a todos los seres humanos, en base a la relación de lo uno y lo múltiple. Es lo que encontramos en el ver. 12:

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.

Por tanto lo que el uno-Adán-ser humano ha hecho afecta a todos los muchos-seres humanos y por ello se requiere otro ser-humano-Jesucristo que vuelva a cambiar los muchos-seres humanos. Ambos representan la relación entre lo uno y los muchos, pero ¿qué es lo que hace que el ser-humano-Jesucristo rectifique la realidad impuesta por el uno-Adán-ser humano? Según lo que hemos visto en este último versículo Adán es tipo del que está por venir. La palabra “τυπος” en griego significa huella, figura, imagen, escultura, copia, esbozo... Prefiero traducir por “esbozo” porque me resultaba muy gráfica esta idea. Adán es esbozo, es un proyecto, es una primera aproximación, un primer paso de la obra que es el ser humano y que no será completado, mejorado, terminado sino con Jesucristo, el uno-ser humano que completa y perfecciona al primer uno-ser humano-Adán.

Sin embargo entre el esbozo que es Adán y la obra terminada que es Jesucristo hay una gran diferencia:

“(15). Pero el don no fue como la transgresión, porque si por la transgresión de aquel uno muchos murieron, la gracia y el don de Dios abundaron para muchos por la gracia de un solo hombre, Jesucristo”.

Adán representa la ley, y por ley entendemos estructura, es decir, elemento constituyente de la realidad. Pues bien, Adán representa la ley de la culpa y de la muerte, mientras que Jesucristo representa la ley, la estructura de la gracia y de la vida. Estas estructuras no son solo discursos lógicos impuestos a la realidad, es decir, no es solo cuestión de palabras sino que son realidades que representan, por así decirlo, el funcionamiento del cosmos.

Y por ello Pablo puede decir:

“(16).Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó, porque, ciertamente, el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. (17). Si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”.

Vemos aquí dos estructuras que conforman la realidad, el ser-humano Adán que representa el juicio y la condenación. Con Adán está relacionada la culpa, el pecado, la muerte, el juicio y la condenación. Es indiscutible que en esta realidad a la que llamamos mundo o universo hay una serie de experiencias o acontecimientos que suponen dolor y sufrimiento. Sin embargo, hay buenas noticias y es que esta estructura del uno-Adán de la culpa y de la muerte no es la única ni la definitiva estructura de la realidad.

Hay una estructura diferente y superior a aquella, la que los evangelios llaman el “reino de Dios”. Y que aquí Pablo explica en función de la estructura del uno-Jesucristo, la de la sobreabundancia de la gracia, la justicia, la justificación y la vida. Vemos que esta otra estructura contrasta con la primera constituyéndose en definitiva de la realidad.

Termina Pablo esta parte diciendo:

(18).”Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida. (19). Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos”

Jesucristo es ese uno que es capaz de producir justicia de vida para muchos. La justicia que produce Jesucristo no es justicia de condenación, es decir, no es la justicia que nos separa que nos excluye de la vida y de Dios sino todo lo contrario. Es la justicia que produce vida, que nos une a Dios y a la plenitud de vida. Según la estructura, la ley, del ser humano-uno-Adán estamos muertos y condenados, según la estructura, la ley, del ser-humano-uno Jesucristo estamos unidos a la vida y somos justos.

Nosotros, los muchos, estamos unidos al uno-Jesucristo a través de la fe, y todo esto como digo, no son meras palabras sino que responde a la estructura de la propia realidad de la que nosotros formamos parte. En primer lugar debemos asumir que un día nos vamos a morir, hay una tendencia muy fuerte en esta sociedad a no aceptar la muerte, por ello el primer paso es asumir que somos mortales, porque asumiendo que somos mortales asumimos que no somos Dios, y por lo tanto, que no lo podemos ni lo sabemos todo y que no podemos escapar de la realidad de la muerte. Pero al mismo tiempo afirmamos que no estamos condenados solo a la realidad de la muerte y de la culpa sino que gracias a Jesucristo, su gracia y la fe estamos unidos a la vida eterna que mana de Él.

Gracias a esta relación de lo uno y lo múltiple hemos podido apreciar mejor como Pablo argumenta la relación entre el pecado de Adán y la justicia de salvación de Jesucristo. En un artículo como éste hemos querido poner también de manifiesto cómo en el pensamiento paulino hay una matriz griega que no debe ser pasada por alto. Sin embargo, esta matriz griega no debe considerarse como opuesta o contraria a su matriz judía. En este momento el helenismo ya ha calado lo suficiente como para que los judíos cultos de la época manejaran lo suficiente la cultura y la filosofía griega como para expresar su tradición judía en categorías helénicas. Ejemplo paradigmático de ello es Filón de Alejandría s. I d.C.

El cristianismo nace griego dentro de su matriz judía y no haremos justicia a los textos a menos que seamos capaces de reconocer y apreciar ambos ámbitos de pensamiento. Por otro lado, aunque no sea nada más que desde una mera aproximación metodológica por comprensión desde lo más cercano, es preferible entender los textos novotestamentarios a partir de categorías de pensamiento que les quedaban indudablemente más próximas, mejor que a partir de los conceptos elaborados mucho más tardíamente y posteriores en el curso del pensamiento de Occidente, y me refiero con ello a los conceptos que se desarrollarán en el Medievo o en la Reforma, por poner solo dos ejemplos.

Es por tanto intención del presente artículo apreciar aspectos nuevos en los textos bíblicos, que solo pueden descubrirse desde el conocimiento del pensamiento griego que le es propio a la sociedad grecorromana del s. I d.C.

Referencias
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  1. Usamos la versión del texto griego del Novum Testamentum Graece, edición 28ª.
  2. Dadas las limitaciones que un artículo como éste posee no vamos a hacer explícitos los detalles correspondientes a lo indicado anteriormente, por lo que lo consideraremos como el punto de partida necesario para nuestra exposición, quizás en posteriores artículos podamos desarrollar las relaciones propuestas.
  3. Plotino. Cfr Enéadas I y II, passim.
  4. Fuchs, E. Deseo y ternura, pp. 117-119.
  5. Agustín. Lo mejor de Agustín de Hipona, tomo I, p. 239.
  6. Tertuliano, Cfr Acerca del alma, passim.
  7. Tertuliano, Acerca del alma, pp 48-49
  8. Doctrina por la que se establece que Dios involucraba directamente un alma para cada individuo.
  9. González, J.L. Historia del pensamiento cristiano, tomo II, p. 45.
  10. González, J.L. Historia del pensamiento cristiano, tomo I, pp. 180-181.
  11. Ibid.
  12. Agustín. Lo mejor de Agustín de Hipona, tomo I, p. 268.
  13. Usamos en el presente artículo el texto de la traducción Reina-Valera, revisión de 1995.