miércoles, febrero 26, 2014

Teología Feminista en México

Cartel de las Virginias. Fuente: Wordpress.com.
Marilú Rojas Salazar

Introducción

¿Se puede elaborar teología feminista en una sociedad marcadamente patriarcal-androcéntrica y tradicionalmente machista como lo es la mexicana? México como otros países latinoamericanos, se caracteriza por del machismo como elemento transversal que cruza las culturas, las políticas, las tradiciones, los sistemas económicos, y las iglesias. Otro elemento característico es ‘la feminización de la pobreza’,1 esta ‘feminización de la pobreza’ es un elemento que muestra el rostro de la injusticia, la exclusión y la marginación de las mujeres mexicanas que sufren triple exclusión: por ser mujeres, por ser pobres y por ser indígenas.2

Las mujeres en México además de tener que superar el patriarcalismo y el machismo imperantes en la sociedad en general, también deben enfrentarse constantemente con el clericalismo patriarcal dominante de las Iglesias y con el control del pensamiento teológico en manos de los hombres.

Teología Feminista

La ‘experiencia de las mujeres’ no solo constituye la base fundamental de la reflexión teológica feminista y el punto de partida de su metodología como afirman algunas teólogas como Elisabeth Schüssler Fiorenza,3 Mercedes Navarro,4 Pamela Dickey Young5 y Elina Vuola,6 entre otras. La ‘experiencia de las mujeres’ es también un marco contextual muy diverso que se encuentra condicionado por el tipo de sociedad, cultura, raza, religión y realidad económica en la cual se desarrolla cada mujer. Este es el caso de la ‘experiencia de las mujeres’ del llamado tercer mundo y más concretamente, es el marco de la realidad en el cual viven y se desarrollan las mujeres en América Latina y México.

¿Porqué hablar de teología feminista y no femenina o de la mujer? porque femenino es una construcción socio-cultural elaborada desde el punto de vista de los hombres y desde el modelo patriarcal, es también un rol o estereotipo que ha de satisfacer toda mujer para agradar a los hombres. La construcción de lo femenino se refiere a las mujeres bajo el esquema de lo que los hombres piensan acerca de lo que ‘debe ser una mujer’. Mientras que, cuando se hace referencia a feminismo, éste está comprendido como la teoría crítica que analiza el patriarcado “como una estructura política piramidal de dominación y subordinación, estratificada por género, raza, clase, taxonomías religiosas y culturales y otras formas históricas de dominación”.7

Se hace referencia también al término teología feminista para diferenciarse de las corrientes mujerista8 y womanista,9 las cuales son dos escuelas dentro de la amplia y vasta reflexión teológica de las mujeres en América Latina. Utilizar la categoría ‘feminismo’ tiene como finalidad aclarar que éste término a ‘diferencia de género o mujer, representa un concepto y un movimiento político’.10 Como bien dice Elisabeth Schüssler Fiorenza: “La articulación de una teoría feminista de la interpretación como práctica crítica de la libertad, con el fin de explicitar una lógica de la liberación capaz de transformar la opresión patriarcal”,11 porque el feminismo es un movimiento transformador de cambio y constructor de relaciones de equidad.

El feminismo está en contra de la creación de una mística romántica de la femineidad que exalta y sublima a la mujer como esposa, virgen, y madre, pues este es un mecanismo de control machista, que según la crítica feminista, es usado para ocultar la exclusión de la mujer de las instancias reales de decisión.

“En su intento de construir un discurso oposicional sobre la Mujer, estas teorías o teologías de lo femenino han mantenido en circulación el discurso propio de la filosofía y de la teología clásicas occidentales sobre la asimetría de género, la polaridad de género o la complementariedad de género –un discurso que entiende al hombre como sujeto de la historia, de la cultura y de la religión, mientras que ve a la mujer como el Otro”.12

Desde la perspectiva feminista, no se trata de hablar de ‘una teología de la mujer’, porque la mujer no es un tema más de la reflexión teológica, y /o el ‘otro’ que debe ser estudiado como ‘objeto’ de reflexión, sino que, es ella, la mujer el sujeto que reflexiona acerca de su fe. Una ‘teología de la mujer’ excluiría a los hombres. El feminismo no excluye, sino que incluye a los hombres y los exhorta a un cambio de relaciones de equidad, y propone un nuevo orden social, político, económico y eclesial beneficioso para hombres y mujeres por igual. Actualmente se habla también de la mujer como locus o lugar teológico. No sólo es sujeto, sino también lugar teológico.

El feminismo se diferencia de ‘femenino’ porque mientras que femenino “es el conjunto de cualidades, regla e ideales que estipulan el comportamiento de las féminas, interiorizados a través de la educación, reforzados por medio de la moda y los productos de belleza y tenidos por innatos, aunque en realidad se trata de una construcción social, política y religiosa”,13 para mantener la dominación y control de las mujeres, de los pueblos indígenas y afros-amer-indios, así como de la naturaleza desde los parámetros del patriarcado. El feminismo por su parte, “es el movimiento y teoría concernientes a los derechos, la dignidad y la igualdad económica, social, política y religiosa de todas las mujer*s. Se centra en la lucha de las mujer*s contra la dominación, explotación, opresión y deshumanización”.14

Principales aportes de la teología feminista

Las etapas del proceso histórico de la teología feminista muestran cómo ésta ha evolucionado en su forma de autodefinirse, pues se pasó de la conceptualidad de la teología de la mujer hacia la teología de género, de la teología de género hacia la teología feminista de la liberación, de la teología feminista de la liberación hacia la teología ecofeminista, de la teología ecofeminista hacia la teología feminista intercultural, y de la teología feminista intercultural hacia la teología ecofeminista intercultural.

En primer lugar, la situación de opresión, exclusión y marginación de las mujeres latinas y latinoamericanas atraviesa interseccionalmente las culturas y las religiones. Lo que hace necesaria la interseccionalidad del análisis de género.

En segundo lugar, el nuevo holocausto en el que todos/as de alguna manera participamos y somos responsables es el ‘holocausto ecológico’, el cual tiene entre sus principales víctimas a los más pobres, y de entre ellos a las mujeres y niños/as, las poblaciones indígenas y de origen afro-amer-indio.

En tercer lugar, la teología feminista constata que México es un país multicultural, multicontextual, y caracterizado por la injusticia, que demanda una necesaria respuesta desde la interculturalidad teológica, epistemológica y metodológica.

A nivel teológico, ha de repensarse desde la perspectiva de la equidad de género la teología sacramental, el uso del lenguaje teológico en sus diversas disciplinas, el lenguaje litúrgico y las formas de lenguaje en las que se elaboran los documentos de las doctrinas eclesiales, pues estos todavía hoy no han superado el uso de un lenguaje que excluye a la mitad del género humano, y a más de la mitad de los miembros de las iglesias y comunidades.

El patriarcalismo y/o machismo no es un actitud propia de la sociedad de los países pobres o un problema exclusivo de México, es un problema intercultural, interepistémico e interreligioso, aunque con nombre, formas y caras distintas. La feminización de la pobreza, la injusticia, la violencia contra las mujeres y su exclusión de los espacios de poder no solo son interseccionales, también son transculturales, transreligiosas y transepistémicas. Por lo que se requiere una postura intercultural crítico feminista capaz de hacer consciencia de ésta situación a nivel cultural, para después influir y transformar las demás estructuras, pues la opresión se construye también en las ruinas culturales de cualquier sociedad.

En los temas de diálogo interreligiosos y ecuménico las mujeres son pioneras, pues todavía el diálogo interreligioso y el ecumenismo son temas postergados o mencionados superfluamente en las agendas teológicas de los sistemas patriarcales de las mayoría de las religiones monoteístas.

La teología feminista al abordar el aspecto intercultural no puede construirse ajena al ‘holocausto ecológico’, por lo que la teología feminista ha generado en la teología ecofeminista. Por lo que se apela a la construcción de una teología ecofeminista intercultural capaz de establecer los cimientos para la construcción de otro mundo posible basado en la ecojusticia y la equidad relacional.

Conclusión

México está urgido de una dimensión teológica intercultural ecofeminista, que sea capaz de denunciar la injusticia del sistema patriarcal violento que se fundamenta en relaciones de desigualdad, dominio y exclusión, y el cual, continua imperando en el imaginario actual.

El resurgimiento de los feminicidios en el país son un signo innegable de que la violencia tiene género, y que los cuerpos de las mujeres continúan siendo una especie de trofeos que marcan el territorio de guerra de los grupos que generan y reproducen la violencia en el país. Aunque, todo el país es victima de ésta situación, y de gobiernos endebles, en una situación de violencia extrema como la que actualmente estamos viviendo, siempre hay víctimas y gente más vulnerable, la cual, sirve para satisfacer los intereses de quienes reproducen la violencia.

La educación, las religiones e iglesias son quienes tienen hoy un deber ético de ecojusticia que deben profetizar, anunciar e impulsar y si se quiere otro mundo posible, deberán ser las primeras en cambiar su discurso y su practica hacia modelos incluyentes y no excluyentes, ni patriarcales u homofóbicos. ¿Cuál es la voz y postura de las iglesias ante la situación que hoy vivimos? pareciera que su voz aun no se hace oír. Por lo pronto, la teología en su dimensión intercultural y ecofeminista denuncia la violencia sistémica de la que estamos siendo víctimas las mujeres en todas sus dimensiones.

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  1. Margot Bremer, “La Mujer en la Iglesia Latinoamericana,” en 10 Palabras Clave sobre la Iglesia Latinoamericana, ed. Pablo Richard (Navarra: Verbo Divino, 2003), 265-267.
  2. Elisa Estévez, “Iglesia,” en 10 Mujeres Escriben Teología, ed. Mercedes Navarro (Navarra: Verbo Divino 1998), 191.
  3. Elisabeth Schüssler Fiorenza, Pero Ella Dijo: Prácticas Feministas de Interpretación Bíblica (Madrid: Trotta, 1996), 164.
  4. Mercedes Arriaga & Mercedes Navarro, Teología Feminista I (Madrid: ArCIBel editores, 2007), 16-22.
  5. Pamela Dickey Young, Teología Feminista: Teología Cristiana: En Búsqueda de un Método (México: DEMAC, 1993), 50-69.
  6. Elina Vuola, Teología Feminista: Teología de la Liberación: Los Límites de la Liberación (La praxis como método de la teología Latinoamericana de la Liberación y de la teología Feminista) (Madrid: IEPALA, 2000).
  7. Elisabeth Schüssler Fiorenza, Pero Ella Dijo, 153.
  8. Ada María Isasi Díaz, Mujerista Theology (Maryknoll, NY: Orbis, 1996). Citado por Elisabeth Schüssler Fiorenza, Los Caminos de la Sabiduría: Una Introducción a la Interpretación Feminista de la Biblia (Bilbao: Sal terrae, 2004), 82. “La teología mujerista, que incluye una ética como una teología propiamente dicha, es una práxis liberadora, una acción reflexiva cuyo objetivo es la liberación. En cuanto tal, la teología mujerista es un proceso de habilitación de la mujer*s estadounidenses de origen latinoamericano, que se esfuerza por ayudarles a desarrollar una honda conciencia de actuación moral y a percibir la importancia y el valor de quienes son, así como de lo que piensan y hacen.”
  9. Elisabeth Schüssler Fiorenza, Los Caminos de la Sabiduría, 282. “Término acuñado por la escritora Alice Walter para designar a las feministas afro(norte)americanas en cuanto a feministas de color y la lucha de sus pueblos…”
  10. Elisabeth Schüssler Fiorenza, Pero Ella Dijo, 23.
  11. Ibid., 24.
  12. Ibid., 178.
  13. Elisabeth Schüssler Fiorenza, Los Caminos de la Sabiduría, 275.
  14. Ibid., 275.