miércoles, febrero 19, 2014

Persona y clonación humana, Parte I

Publicado en el canal divulgativo: Naturaleza y Trascendencia | Citación

Persona y clonación humana, Parte I

VER PARTE II

Técnica de clonación celular. Fuente: ABC.es.
¿Qué hay a propósito de la posibilidad de que algún clon humano sea considerado persona?

Carlos Sierra Lechuga

Introducción

La siguiente reflexión comenzó gracias a la pregunta que una persona amiga lanzó en general a la edición y redacción de Razón y Pensamiento Cristiano (RYPC). La cuestión tocaba una fibra muy delicada de tratar filosóficamente fuera de cualquier adoctrinamiento que precomprendiera figuras predicadas como naturales. ¿Puede un clon humano ser considerado persona? Fundamentalmente era esto. Tratar de escapar a las precomprensiones naturalizadas de lo que es ser persona, lo que es ser humano y del estatuto de la ciencia como garante de verdad (o al menos de veracidad) es tarea harto difícil; sobre todo al reflexionar públicamente de manera tan personal sobre temas tan novedosos. Agradezco, pues, la oportunidad que RYPC me da ahora de hacer pública una reflexión filosófica propia frente a una pregunta que, para los sensibles a estos temas, no puede sernos indiferente.

La cuestión por tratar amerita tocar varios puntos y clarificar muchos más, discúlpeseme la extensión de mi respuesta, para algunos resultará excesiva, para otros insuficiente. Sépase que este escrito es una única lección (lectio) que tiene por guía una nota principal: la persona. Que esté dividida en tres secciones no quiere decir en ningún momento que deberían leerse aisladamente, se trata solamente de un asunto pedagógico, no más. Sólo en este sentido, no más que pedagógico, puede hablarse de esta lección como siendo tres lecciones. Es preciso leer el conjunto para que el lector no considere excesivas o defectivas mis palabras; si ha de hacerlo, que sea por mis palabras mismas, no por su lectura, que la responsabilidad del exceso o el defecto caiga sobre mí y no sobre el lector. Esta composición, pues, es como una sonata: una única melodía dispuesta en tres movimientos.

Antes de entrar en materia, debo precisar un par de puntos antes que cualquier cosa, permítaseme hacerlo. El tema concreto de la clonación no es un tema en que me encuentre inmerso particularmente, pero como filósofo estoy interesado en cualquier preocupación humana. Digamos que el que a un humano se le replique es caso humanamente preocupable –por uno u otro motivo. Decir que soy filósofo implica entonces que, aunque interesado, no soy experto en biología; sin embargo, como bien ha de saber el lector, temas limítrofes como los que de continuo se dan en las ciencias biológicas son temas que requieren más disciplinas que la única aparentemente involucrada (nótese, si no, el creciente auge de la llamada bioética –como si la ética no fuese, toda ella, una ética de la vida, una bioética). De cualquier modo, esta es una reflexión de orden filosófico. Por otro lado, dado el carácter formal de lo que representa una reflexión personal, sépase que mi modo de contestar será más de tipo dialógico, abierto al público en general, antes que especializado. Esto no implica, en ningún momento, que dejaré de tratar el tema filosóficamente. Adelanto que no soy capaz de dar respuesta cabal a una pregunta que cuestiona si es posible considerar persona a un clon humano y, en sentido estricto, no creo que alguien se afirmara capaz de tal proeza, de hacerlo, habría que considerar sus argumentos con mucho cuidado y, en última instancia, ser crítico al respecto. Por último, por el carácter expositivo antes que explicativo de este escrito, invito a que lo que aquí digo no sea creído en manera alguna y, muy por el contrario, sea indagado por cuenta propia. Trataré de ser lo más prudente, pero estas lecciones tienen por fin dilucidar ciertas nociones antes que profundizar en ellas, así que sugiero al lector tener nociones generales sobre el tema. Ruego, pues, a quien formuló la pregunta y al lector en general sean clementes con mi discurso.

Bases

Primero que nada, es preciso sentar bases claras. El laureado con el Nobel en Medicina y Fisiología en 2012, Sir John Bertrand Gurdon, recientemente ha dicho que la clonación humana será efectiva dentro de 50 años, a la vuelta de la esquina –diríamos. Gurdon habrá sido galardonado con tal reconocimiento por encontrar cómo es que las células maduras pueden convertirse en células pluripotentes, pero nada más. Esto significa, grosso modo, que células ya especializadas (maduras) pueden reprogramarse para fungir como células de cualquier clase de tejido (células inmaduras); el proceso de especialización o maduración resulta técnicamente reversible. No se malinterprete mi anterior «nada más». Su labor científica es harto importante, ni duda cabe, pero científica debe quedarse; no se extrapole de ahí, ni mucho menos transpole, cualquier conclusión. Me refiero a que esto es un descubrimiento sumamente importante pero, justo es aclarar, las consecuencias precisas no sólo de tal descubrimiento sino de los avances concretos y a pasos contados de la biología genética y molecular son consecuencias que no tenemos todavía del todo claras. A decir verdad, nunca tenemos claras las consecuencias de los logros científicos, pero menos diáfanas aun cuando tales logros se dan en un campo no muy viejo y no muy denso epistemológicamente. ¿Qué quiero decir con poca densidad epistemológica? Que los avances en tales campos son más bien de orden técnico, esto es, del orden de cómo hacer metodológicamente que, por ejemplo, tales células devengan otras, del orden de la manipulación y no así –no necesariamente– del de la comprensión; la densidad epistemológica está en conocer las causas estructurales de la disposición de algo antes que en la capacidad de operar sobre él. Los avances en ciertas disciplinas son, en este sentido, de mayor resolución de problemas mas no de mejor entendimiento de las causas, consecuencias y, sobre todo, modo de estructuración de tales problemas. Es como si, por ejemplo, desconectáramos un cable de una radio y conectásemos otro teniendo por resultado escuchar ondas radiofónicas AM en vez de FM, pero nada o poco supiéramos del funcionamiento de la radio, del electromagnetismo, del cable desconectado, ni de amplitudes ni frecuencias moduladas, etc. Así pues, ocurre muchas veces en lo tocante a la genética que los avances se dan sobre la marcha de los hechos, pero la interpretación que se da sobre tales hechos y, sobre todo, sobre la propia marcha, no es una interpretación unívoca o, cuando menos, mayormente aceptada (por sus respectivas justificaciones empíricas, teóricas, predictivas, etc.) por los eruditos pertinentes.

Ni duda cabe que cualquier terreno epistemológico es inestable (incluso, debe serlo), pero hay algunos que por tales o cuales motivos resultan serlo más. La biología, como tal, es una de las ciencias más jóvenes, cuánto más su rama la biología del desarrollo (que echa mano de la genética y molecular). Varios descubrimientos biológicos suelen ser, aunque no todos, descubrimientos precisos difíciles de integrar en teorías sistemáticas; piénsese, sólo por ejemplo, en la evolución. La evolución como hecho parece algo innegable; esto es, que los organismos cambian, mutan, perecen o perviven pero en definitiva no son siempre los mismos es –sin lugar a duda– un hecho, pero cómo ocurre, qué dinamismos de selección y discriminación, qué criterios para tal ocurrencia y, sobre todo, por qué evolucionan en general es algo que tenemos muy poco claro. Tenemos respuestas parciales, pero no integrales ni satisfactorias; es ahí donde la investigación en biología molecular, genética, etc., incluso la taxonomía, hacen lo suyo, pero estamos lejos de una Teoría de la Evolución, lo que tenemos son teorías –en plural–, no en balde que los aportes de Darwin sean cada vez más detallados por otros investigadores recurriendo, incluso, a Lamarck y/o a Wallace.

Con todo, quiero decir que 1) no recurramos a principio de autoridad alguno, el que algún premio Nobel (o quien sea) haya dicho tal o cual cosa no lo hace verdadero (puede ser verdadero, pero no porque lo haya dicho algún premio Nobel), 2) hacer prognosis (i.e. aventurar predicciones) desde bases no lo suficientemente densas epistemológicamente resulta peligroso, 3) la prognosis desde tales bases pueden hacerse, pero hay ciertas prognosis que no pueden (al menos no deben) hacerse desde ciertas bases, 4) el que sea posible la clonación en general no quiere decir que sea viable (i.e., puede ser posible en términos teóricos –por extrapolación–, pero no es viable técnicamente), 5) tener viabilidad técnica para ciertos casos no implica tenerla para todos los casos, 6) el paso entre la clonación de determinadas células a la clonación de un organismo entero llamado persona es un salto injustificado que sólo siendo claro científicamente en el cómo podría hacerse (y no especulando que «en algún momento se podrá») podría justificarse y dejar de ser un salto, 7) la clonación entera de un organismo llamado persona y las consecuencias teóricas, prácticas, legales, éticas, etc., de tal clonación y, sobre todo, frente a tal «persona clonada» están hoy más cercanas a la imaginación volátil de nuestras preferencias y gustos antes que a la realidad efectiva de nuestro entendimiento.

Descartes dijo:

“¿De dónde nacen, pues, mis errores? A saber, sólo de que la voluntad, siendo mucho más amplia y más extensa que el entendimiento, no la contengo en los mismos límites sino que además la extiendo a las cosas que no entiendo; y siendo indiferente a éstas, divaga muy fácilmente y elige el mal por el bien, o lo falso por lo verdadero.” 1

Cuando llevamos a cabo algo sin entenderlo, frecuentemente incurrimos en el error. Llevar a cabo la clonación sin el entendimiento (neto entendimiento, no uno meramente técnico) de, por ejemplo, el código genético, es anteponer la voluntad haciendo muy inminente que nos equivoquemos. El lector sabrá que la afamada oveja clonada, Dolly, no fue directamente resultante de investigación y experimentación satisfactorias; muy por el contrario, la Dolly por fin clonada fue uno de los más de 200 intentos por fusionar dos tipos de células a fuer de producir al mamífero; ningún otro intento de fusionar células similares a las que condujeron al surgimiento de Dolly resultó –cabe resaltar– exitoso. Básicamente, el «logro» de la clonación de una oveja representa el fracaso de la clonación de muchas; ciencia que procede por ensayo y error –esperando que en algún momento lo esperado ocurra– es una ciencia que no comprende bien a bien lo necesario para producir el efecto que espera y recurre, a la postre, a una «metodología» poco científica. La experiencia nos ha mostrado que las ciencias que han querido proceder así, son en realidad ideologías con lenguaje técnico. El afamado Grito de Asilomar, en el que el microbiólogo Paul Berg pidió a la comunidad científica no transformar bacterias inocuas en patógenas, es un llamado ético que me parece familiar en este tema si lo pensamos desde un marco más general: no todo lo técnicamente viable es científicamente interesante, y no todo lo técnicamente viable ni lo científicamente interesante es éticamente respetable. No basta con poder clonar, sino que es preciso entender satisfactoriamente (morfológica, fisiológicamente y las dos a una) el organismo susceptible de ser clonado. No basta con saber la metodología de la clonación sino que es preciso conocer densamente aquello que será su objeto. Y en dicho conocer, no es suficiente saber taxonómicamente el ordenamiento del código genético, de tales o cuales células, de tales o cuales moléculas, sino que es preciso saber la función concreta que realizan, la estructura interna y, sobre todo, el porqué de tal disposición tanto morfológica como funcional, así como también el modo entero en que forma y función se correlacionan de facto. Es verdad, por otro lado, que detenerme a entender el mecanismo de una perilla podría orillarme a no abrir la puerta jamás. Pero, ¿es el fin último abrir la puerta o girar la perilla? ¿Qué es lo que buscamos, por qué y para qué? Buscar conocer el mecanismo de una perilla es cosa bien distinta a buscar abrir la puerta, sólo precomprendiendo un fin se ajustan los medios. Poder girar una perilla es insuficiente si se trata de un sistema en el que abrir una puerta de una habitación depende de si es habitación de una casa, zoológico o edificio y de si aquélla abre una salida a la calle, a los leones o al abismo. Itero: en vastos terrenos de las ciencias –como la clonación, y la genética en general– suele avanzarse más en la manipulación que en la comprensión.

Aquí no trataré en específico aspecto «bioético» alguno, me quedo un paso antes: en la dilucidación teórica de los problemas sobre la mesa.

El carácter efectivo de la clonación

Fuera de cualquier ideología, de promesas por cumplir o de inferencias encaminadas por otra clase de guías antes que por los datos efectivamente observables, resulta que la clonación, por su parte, es técnica o, a lo más, ingeniería; pero la ciencia es la biología genética, molecular, del desarrollo, etc. Entiéndase aquí, quizá someramente, que técnica e ingeniería están en el orden de la operatividad, del poder hacer, mientras que la ciencia está en el orden de la comprensión, del conocimiento. Cuál sea el criterio preciso para saber dónde se conoce y dónde sólo se manipula es cuestión que no podemos hacernos aquí; ni duda cabe que habrá terrenos en los que sólo manipulando se conozca (casi que ésta fue una de las lecciones que la Mecánica Cuántica nos dejó), pero lo que digo es que si bien manipular puede en ciertos casos hacer maridaje con el conocer, manipular y conocer siguen siendo estructuralmente distintos. Manipular queda tipificado por operar sobre la cosa en su transformación, de tal manera que la cosa inicialmente por operar cobra otra estructura, otra forma, después de la operación; cuando uno manipula una piedra puede resultar de ella la forma de un dios, por ejemplo; cincelar es manipular (aunque todo el proceso que va desde la idea que el escultor tiene hasta la contemplación de la pieza sea, más bien, arte)2. Conocer, por su parte, queda tipificado cuando del objeto por conocer se poseen sus causas, quizá incluso sus efectos, y se sabe de él su necesidad, es decir, por qué es así y no podría ser asá, en este ámbito la piedra y la escultura serán materialmente conocidas como iguales, pero formalmente sabremos de una sus causas geológicas, minerales, etc., mientras que de la otra sus causas artísticas.

La clonación es manipulación, la ciencia que esté detrás de ella es otra historia. ¿Qué tanto comprendemos de aquello que hacemos cada vez que hacemos lo que llamamos clonación? No digo que no comprendamos, digo que no lo suficiente como para presentar escenarios ficticios como si fuesen efectivos (o próximamente efectivos); dicha presentación suele hacerse más desde una base ideológica antes que científica, es decir, desde una base donde ya se tienen las respuestas (básicamente son respuestas que uno prefiere o que a uno le gustan), en vez de una base donde se parte de preguntas que puedan tener por repuesta incluso la absoluta negación de lo que uno preferiría. Resulta que, en terrenos tan poco comprendidos como el de la ciencia detrás de la clonación (y este no es el único terreno científico que se presta a lo mismo), se hacen de continuo apelaciones ad ignorantiam, diciendo que algo es verdadero simplemente porque no se ha podido demostrar que sea falso, o lo que es lo mismo, haciendo de una región oscura del conocimiento la panacea del mismo pues, tan indeterminado queda, que cabe todo cuanto se quiera. Repito, no es que no sepamos nada de, por ejemplo, genética, pero en definitiva tampoco sabemos todo; ¿es el algo que sabemos lo suficientemente denso como para extrapolarlo? Y, si sí, ¿qué tanto podemos extrapolarlo sin caer en simplismos más ideológicos que científicos?

Queden puestas hasta aquí las bases y las preguntas generales. Hacer sin entender puede ser necesario en ciertos casos aunque en otros pueda conllevar a error; pero seguir haciendo cuando se sigue no entendiendo lleva siempre al exceso. Por otro lado, dada la actual situación científica y técnica en lo tocante a la clonación, son viables pequeñas cosas; cosas en sí mismas enormes pero pequeñas en relación con preguntas como la que nos incumbe: ¿podría considerarse a un clon humano como una persona? En ésta se asume una situación intelectual científica que no es la nuestra y que, sin embargo, quiere presentarse como tal. En la siguiente lección haremos análisis de tal pregunta.


  1. Meditaciones Metafísicas, cuarta meditación. La traducción es mía, y la hago del francés. Elegí hacerla de aquí y no del latín puesto que en el francés se hace explícita la divagación entre el mal y lo falso.
    En latín:“Unde ergo nascuntur mei errores ? Nempe ex hoc uno quod, cum latius pateat voluntas quam intellectus, illam non intra eosdem limites contineo, sed etiam ad illa quae non intelligo extendo ; ad quae cum sit indifferens, facile a vero et bono deflectit, […].” Meditationes de Prima Philosophia, ADAM, Charles y TANNERY, Paul (eds.), París: Léopold Cerf, 1904, p. 58 (Med. Met. 68:20).
    En francés:“D’où est-ce donc que naissent mes erreurs ? C’est à savoir, de cela seul que, la volonté étant beaucoup plus ample et plus étendue que l’entendement, je ne la contiens pas dans les mêmes limites, mais que je l’étends aussi aux choses que je n’entends pas ; auxquelles étant de soi indifférente, elle s’égare fort aisément, et choisit le mal pour le bien, ou le faux pour le vrai. Les Meditations Metaphysiques, ADAM, Charles y TANNERY, Paul (eds.), París: Léopold Cerf, 1904, p. 46 (Med. Met. 68).
  2. Nótese en esto la profunda relación entre la técnica y el arte. No por nada lo que los latinos nombraron ars fue lo que los griegos llamaban τέχνη.

Citación (ISO 690:2010): SIERRA LECHUGA, Carlos. Persona y clonación humana, Parte I [en línea]. Nat. y Tras. (Rev. RYPC), 19 febrero 2014. <http://www.revista-rypc.org/2014/02/persona-y-clonacion-humana-parte-i.html> [consulta: ].