sábado, diciembre 14, 2013

Antiguos Paradigmas de Liderazgo en la Iglesia Evangelica-Protestante

Jaime E. Elías

El verdadero liderazgo cristiano, es servir a otros en el poder del Espíritu Santo y con los intereses del Señor Jesucristo, de tal manera que sus seguidores le sigan a Él y sean todo lo que Dios quiere que sean.

Introducción

Xabier Zubiri dijo “que la reflexión es una re-conquista de la realidad concreta”.1 Desde esta perspectiva se ha de considerar que hay que seguir en la reflexión comprometida según las necesidades que la realidad amerite. Por ello el continuar razonando y reconquistando la realidad sobre el liderazgo de la iglesia –evangélica protestante2 es la meta. Alcanzar el mejor modelo intrépidamente hacia una buena presentación y desarrollo de servicio en el reino de Dios es lo que aúna la mentalidad para perturbar el status quo. La iglesia en general «local-universal» como ente insertada en la sociedad actual necesita un modelo de liderazgo al cual imitar. A la verdad es muy evidente que carece de tales «modelos», este es uno de los aspectos que hay que re-definir en la misión de la iglesia actual.

Visto desde la perspectiva evangélica, los problemas dentro de la comunidad cristiana suelen ser considerados como algo extraño a la morada «al ethos» de la vida cristiana. Parece que las tensiones, la disidencia y el enfrentamiento no deberían tener cabida en la vida y funcionamiento en el servicio eclesial –pues, hay que cuidar nuestro testimonio–. A favor de esta postura se aducen textos neotestamentarios que hablan del amor al prójimo, de la unidad de los creyentes, de la armonía fraterna, etc. Sin embargo, al identificar el problema, vemos que los conflictos son inevitables, pues, siendo la Iglesia una comunidad –social-diverso–, las tensiones se dan. Es más, las tensiones y los conflictos son el pan nuestro de cada día, al saber que muchas veces se provocan por la mala y nefasta praxis. La tensión que provoca el mal funcionamiento en el liderazgo, en este caso, son por los diferentes planteamientos y enfoques en torno a viejos paradigmas, papel de roles incompatibles, lucha de poderes, defender objetivos opuestos,3 utilizar medios que se excluyen mutuamente para conseguir propósitos personales –muy personales–. Luego que las distorsiones dentro de la comunidad pueden darse sobre cuestiones como: la ley y la libertad, entre la ortodoxia y la ortopraxis, entre la tradición y lo novedoso y actual, entre cuestiones doctrinales y sobre todo (o lo peor de todo) la lucha de poderes (el mal uso de la “autoridad”), de ahí –la mala práctica o forma de dirigir– y el reino de Dios sigue siendo violentado.

A pesar de los grandes abusos que se han cometido en la iglesia evangélica aun todavía se puede rescatar algo. El cual podría considerarse, hacer una lectura crítica sobre el liderazgo, el cual podría servir para abrir caminos de renovación en el manejo, desarrollo y servicio. Entre tanto, se describe brevemente cuatro maneras de cómo no debe ser-hacer el liderazgo, considerando que para nuestro ensayo son los más pertinentes a visualizar.4 Posteriormente se provee una pequeña propuesta de algunos principios a la luz del capítulo cinco de la primera carta de Pedro (principalmente los vrs 1-4); de manera que los principios podrían marcar el ser y hacer del servicio del los lideres (llámese pastores, ancianos, misioneros, diáconos etc.) en torno a la grey –al pequeño rebaño– del Señor. Es decir que la iglesia también debe de trabajar como punto culmen en el quehacer productor de líderes al modelo bíblico y desarrollar nuevos curriculares para la formación de nuevos siervos-lideres que dediquen su vida a la orden del Señor, con valentía, decisión, responsabilidad, astucia, humildad, entrega y carácter. Mientras tanto veamos algunos viejos paradigmas de liderazgo que de alguna manera podrían servir como pretexto para crear un puente al modelo que la primera carta de Pedro plantea.

Liderazgo Individual

En este tipo liderazgo, el líder trabaja “solo” y no tiene un equipo que lo apoye en el desarrollo del ministerio eclesial. Así que el campo de acción que desarrolla es corto. Si el grupo llega a crecer no podría pastorearlo (dirigirlo) con eficiencia. Esto podría causar que muchas personas –considérese miembros-fieles– se alejen del grupo, de la iglesia y de su relación con Dios. El líder que trabaja solo, pronto se consumirá en las actividades del grupo, ya que no le quedará tiempo ni fuerzas para renovar la visión; no le quedara tiempo para ver las necesidades del grupo y realizar un buen programa. Un líder de este calibre sólo da vueltas en el mismo lugar sin una meta a donde llegar.5

Liderazgo tipo elitista

Es el líder que tiene un equipo que lo apoya, sin embargo, el equipo llega a convertirse en una élite que no permite que otros se adhieran al liderazgo. Esto provoca que muchos líderes natos con el deseo de trabajar no se incorporen al trabajo en equipo. También no habrá visión de preparar a otros como candidatos para el futuro.6

Liderazgo improvisado

Este tiene la tendencia a ejercer un liderazgo poco participativo, pero busca improvisadamente la ayuda de otros porque se ve en la necesidad de hacerlo. Estos quizás, no tengan el llamado de Dios al ministerio –a liderar–. Por consiguiente, es notable la frustración del líder como el de la persona que le apoye al no ver resultados positivos del ministerio o trabajo que realicen. Esto ocurre por no preparar a más líderes que lo asistan en el desarrollo eclesial o formación de un liderazgo con eficacia.7

Liderazgo autoritario

Es el líder que mantiene “señorío sobre los que están a su cuidado” (1ª Pe. 5:3). El líder es dominante, voluntarioso, sutil y hasta cierto punto agresivo. El líder autoritario tiene un equipo de trabajo, sin embargo, las cosas siempre se hacen a su manera de hacer y pensar. El equipo de trabajo sólo sigue instrucciones, y no debe cuestionar o hacer preguntas, porque el líder no escucha diferentes puntos de vista, ni busca, ni acepta sugerencias. El líder se cree superior a los demás por sus diferentes capacidades tales como: económica, experiencia, inteligencia, preparación, estudios, etc. Si alguna cosa sale mal busca a quien culpar.8

El líder autoritario no busca relaciones, sino programa las actividades para que se realicen (y se realicen bien). No se interesa en los demás, ni en sus necesidades. Anthony D´Souza en su libro “Como ser un líder” presenta un monólogo de un líder autoritario y de los miembros de su equipo: El líder autoritario dice a los miembros de su grupo: “Yo soy el que mejor sabe lo que hay que hacer aquí…”, en esta parte el líder es el portavoz del grupo y sólo quiere la aprobación y cooperación.9 Indudablemente este tipo de liderazgo autoritario no busca el trabajo en equipo, el se considera capaz y autosuficiente. Desde esta perspectiva los líderes se ven como; – jefes y no siervos–, –ejecutivos y no ministros–.10 Eso no quiere decir que los líderes no puedan aplicar principios seculares o empresariales, más bien el meollo del viejo paradigma muchas veces recae en la «actitud incorrecta» de los dirigentes eclesiales.11

Liderazgo según la primera carta de Pedro 5,1-4

Por tanto, a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que os han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de gloria. (1Pe 5:1-4).12

En la descripción anterior se le sugiere a la iglesia de la dispersión de cómo deben de ser y hacer –hacer y ser– los lideres. Desde el inicio se puede notar que la exhortación va directamente a los líderes (ancianos) a los encargados de dirigir la comunidad, aquellos que tenían a su cargo un grupo de personas y no precisamente a hombres de avanzada edad. Peter H. Davids hace una descripción más acertada al respecto.

El término “anciano” aparece muy pocas veces en el Nuevo Testamento (Hch. 11:30; 14:23; 15:2-6, 22-23; 16:4: 20:17; 21:18; 1 Ti. 1:5; Stgo. 5:14)13 véase que cuatro de las seis referencias que aparecen en Hechos se aplican a la iglesia de Jerusalén, ya que el trasfondo de esta expresión es judía. La frecuente mención de los Evangelios de los ancianos de los judíos (p. ej., Mt. 16:21; 21:23; Mr. 14:43, 53; Lc. 21:1 Hch. 4:5, 8; 25:15) muestra que la nación judía se estructuraba en grupos de ancianos (hebreo, usando un préstamo, sanedrín, o gr. gerousia, Hch. 15:21), ya fuera a nivel nacional (el sanedrín de Jerusalén), a nivel municipal (el tribunal de cualquier ciudad o aldea) o en el seno de la sinagoga dentro o fuera de Palestina.14

De ahí encarecidamente la exhortación a los lideres, para que no adopten una forma despótica frente a la sociedad que le ve. Por tal caso ha de considerar el liderazgo más que un servicio «diaconía», con compromiso, serio, de valor, etc., ya que en este punto se usa la metáfora «del pastor y las ovejas» y por analogía «la iglesia como el cuerpo de Cristo». Pedro describe su liderazgo entorno a “los sufrimientos de Cristo” y de manera escatológica la relaciona “a la Gloria que será revelada” (vr. 1) por sacrificio y amor a los dirigidos. No como el viejo paradigma sino como el modelo trascendente del cual se refiere la nota anterior, un modelo diferente, un liderazgo contundente a favor de seguir extendiendo el reino de Dios. El texto continua de esta manera “cuidando de la grey de Dios” ese rebaño que esta alrededor del líder, (no necesariamente debajo del líder –o el líder arriba del rebaño–) ya teniendo el debido cuidado –la supervisión, educarla, protegerla, animarla, exhórtala, el velar por ella–. En este punto la educación y exhortación hacia el rebaño van de la mano. Prácticamente un “cuidado integral”.

El cuidado hacia ella conlleva varios aspectos importantes que hacen que el anciano (llámese líder) debe de fungir con buena actitud a favor de la grey. Entre ellos se pueden considerar literalmente (así como el mismo texto lo denuncia), “no por fuerza, sino voluntariamente, no por ganancia deshonesta,15 sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están sobre vuestro cuidado,16 sino siendo ejemplo de la grey” (2-3). En esta parte final se menciona “ejemplo” o “modelo”, por el cual se ha de considerar también como parte fundamental en función. Norbert Brox dice al respecto.

La conducta exigida a los presbíteros se puede comparar pues, e incluso identificar con la de los maridos en 3,7 y también con la conducta de los cristianos frente a los no-cristianos en 3,16ª. Pues se trata siempre de la conducta típicamente cristiana, y los presbíteros deben ser «modelos» (τύποι) de su comunidad precisamente por su renuncia a la dominación: no «déspotas»…sino «modelos». Pese al rigor de las exigencias planteadas, el contexto (v. 1-5) las presenta desde un ángulo conciliador y «solidario». El autor se solidariza con los presbíteros, siendo su mejor modelo, para que ellos a su vez lo sean para la comunidad.17

Pero siguiendo en la reflexión sobre el liderazgo actual de la iglesia, quedaríamos… o nos quedarían en deuda como líderes en función. Por ello la necesidad de ser «modelo». El paradigma del cual se ha venido hablando es para que los otros persigan una visión más concreta sobre el tema de ser líder-siervo (siervo-líder), no solo un liderazgo de servicio, de modestia y humildad, sino una renuncia a la función dominadora 18conformarse (forma -consolidar) a la responsabilidad que asuman. Por eso todo hombre y mujer que dirige sabe que para que una organización –en este caso la Iglesia– se mantenga operando saludablemente, tiene que mantener buen ejemplo y por ende buenas relaciones entre los elementos que la integran: entre directores y subordinados –subordinados y directores–. Eso requiere que mantengan una buena comunicación, una buena planificación, una buena coordinación, un buen control, una buena elaboración de metas y objetivos en pro de la dirección de la iglesia para evitar el mal ejemplo que tanto daño ha causado a la expansión y construcción del reino.

Conclusión

El recordar que “algunos líderes” en la actualidad están en busca de sus propios intereses, y lo que menos les interesa es el cuidado de “la grey de Dios”, “del rebaño del Señor”, “del cuerpo de Cristo” (cosa que se debería de recordar siempre). Por otra parte –Las “almas” no se compran ni se venden, mucho menos que se manipulen al antojo de cualquier hombre, porque no son una mercancía, y menos una empresa– ¡es el rebaño del Señor, el cuerpo de Cristo mismo! Y el dueño es el príncipe de los pastores, (jefe de los pastores, líderes, ancianos, misioneros etc.). Cuando menos se piensa en los intereses del Señor conlleva a tener una falta de visión en el desarrollo del quehacer y ser iglesia de Cristo. Por ello se puede considerar el hacer una pausa y meditar sobre el tipo de liderazgo que se ejerce en la congregación, o mejor dicho ¿Qué tipo de liderazgo estoy ejecutando, dentro, afuera, arriba-abajo o alrededor de la grey de Dios? Esto podría ayudar a mejorar el rendimiento, servicio y dedicación en la dirección eclesial, y por lo menos en proponer un modelo diferente. Para concluir, otra comprensión de la Iglesia parte del axioma Ecclesia semper reformanda y de una lectura crítica (bien pensada) entorno al liderazgo cristiano. En otras palabras, aprender de los errores del pasado y renovar o reformar es volver al mejor modelo –es decir al modelo bíblico–, esto también es desechar los modelos obsoletos. Esta lectura crítica es útil cuando hay rigidez pues los viejos paradigmas del liderazgo por esta causa abren caminos de renovación en el quehacer del liderazgo eclesial. En este sentido la lectura crítica es necesaria y beneficiosa para promover un modelo diferente de liderar en la iglesia (Ekklesia) actual. Pero también la propuesta es que se debe seguir reflexionando sobre nuestro llamado (entiéndase por liderazgo-servicio, servicio-liderazgo), ya que un verdadero liderazgo cristiano es servir a otros en el poder del Espíritu Santo y con los intereses (con los intereses) del Señor Jesucristo, de tal manera que sus seguidores le sigan a Él y sean todo lo que Dios quiere que sean. Y así sucesivamente hasta que la gloria del príncipe de los líderes sea revelada.

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  1. X. Zubiri, Inteligencia Sentiente (Madrid 1980), 13, 78-83. Citado en: Juan de Sahagún Lucas, Dios, Horizonte del Hombre (Madrid: BAC, 1998), 118.
  2. La iglesia evangélica-protestante durante muchos años y al parecer hasta el día de hoy (…) ha sido gobernada por tres modelos diferentes, –el episcopal, el presbiteriano y el congregacional–. El cual se ha de considerar que tiene sus propias fortalezas, debilidades y que tuvieron su propio desarrollo y funcionalidad, principalmente dentro del denominacionalismo y fundamentalismo, (sin dejar de considerar que también ha sido adoptada por algunas iglesias modernas-contemporáneas). Pero dentro del análisis crítico de los tres tipos de gobierno se desvelan cuatro modelos personales de liderazgo, que al parecer, juntamente con los gobiernos que la cobijan quedan completamente obsoletos para su ejecución en la dirección eclesial. En la propuesta según el enfoque de este ensayo, se ha de considerar al líder más que un ente en ejecutar visiones, planes y programas. El enfoque es, que el líder sea una persona que provea recursos a sus liderados para que se desarrollen integra y contextualmente, dentro y fuera –fuera y dentro– de la iglesia.
  3. Teófilo Aguillón, Teología práctica pastoral (Miami: Editorial Vida, 2001), 13.
  4. No cabe duda, que existan otros viejos modelos de liderar. Para nuestro ensayo son los más visualizados o descriptivos. (o los más fáciles de distinguir).
  5. Feliz Ortiz, Rosidalia Vargas y Jorge Zúñiga, Guía para el Desarrollo del Ministerio Juvenil en la Iglesia (Terrassa: Editorial Clie, 1999), 34.
  6. Ibíd.
  7. Ibíd.
  8. Anthony D´Souza, Como ser un líder (Terrassa: Editorial Clie, 1987), 62.
  9. Ibíd.
  10. Cf. Mt, 20,20-28; Mc, 10,35-45. Tanto Mateo como Marcos usan el mismo término que Pedro, κατακυριεύοντες (traducido por “enseñorearse”) Peter H. Davids, La Primera Epístola de Pedro (Terrassa: Editorial Clie, 2004), 236. En otras palabras –dominaban, pisoteaban, humillaban– a los que dirigían. Un ejemplo típico en las iglesias tradicionales podría ser: Cuando el líder es un dictador, un cacique que maneja a su propio antojo a grupos o a la iglesia en general; cuando se observa, además, que existen grupos en pugna y manipulando a la iglesia, sin otra motivación que la de imponer criterios personales.
  11. En la tercera epístola del apóstol Juan, se refiere a cierto personaje con las siguientes palabras: «Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe» (3ª Juan 9-10). Por decir algo “No le parece familiar el termino y el enfoque que le da Juan, ¿suena como que hubiese estado el domingo en el templo verdad? Queda claro que se trata de una lucha de autoridad y poder, ya que quería siempre tener el primer lugar. Lucha entre un líder verdadero y un líder falso como lo era Diótrefes. En fin el liderazgo no era para el bien de los dirigidos, mucho menos para el evangelio.
  12. Extracto tomado de La Biblia de las Américas.
  13. Pablo se refiere a los lideres usando otros términos (normalmente en relación con los dones , y no con un cargo), como por ejemplo “administradores” (1 Co. 12:28), los que os dirigen (Ro. 12:8 y 1 Ts. 5:12, si esa es la traducción correcta; otros traducen “los que os ayudan” o “los que os cuidan”), “supervisores” (Fl. 1:1; cf. 1 Ti. 3:1s.; Tit. 1:7); no obstante, dado al trasfondo judío de Pablo y dado que sus epístolas asumen la estructura de la iglesia (en vez de enseñarla), sería demasiado arriesgado intentar distinguir entre una estructura carismática en los textos paulinos y una estructura oficial de Jerusalén, que luego se fusionaron en la Pastorales, como lo dice L. Goppelt, Dererste Petrusbref (Göttiengen, 1978),321. Citado en Peter H.Davids. Ibid. 231.
  14. Ibíd.
  15. Cf.1ª Tm. 3,3, Tit. 1,7-11. No cabe duda que para muchos, la iglesia –el cuerpo de Cristo– podría convertirse en un negocio fructífero o en un mercado capitalista. Considerando que “algunos” lideres han secuestrado la iglesia y han hecho de ella “el negocio, y la empresa perfecta” su “mina” de ingresos para saciar su hambre de autoridad. De ahí los requerimientos de Pablo “no por ganancia deshonesta” y esto también para los “lideres” en potencia, para que tengan la actitud correcta alrededor de su entrega y servicio a favor del rebaño.
  16. NB., la descripción de arriba “Liderazgo autoritario”.
  17. Norbert Brox, La Primera Carta de Pedro (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1994), 309-310.
  18. Ibíd.