jueves, enero 17, 2013

Protestantismo latinoamericano: Entre liberalismo y socialismo

Pablo Morales Arias

De raíces liberales

Las iglesias protestantes tienen larga data en tierras latinoamericanas y durante toda su estancia han abrazado diferentes corrientes o tendencias políticas de acuerdo a las circunstancias del momento o a la dirección que los grupos que las financiaron determinaban.

Los grupos con mayor presencia histórica en nuestras tierras, surgen en muchos de los casos, vinculados al liberalismo europeo. Frente al conservadurismo de la iglesia católica y a su vinculación con las clases terratenientes, ciertas minorías intelectuales de América Latina optan por acogerse al pensamiento tanto político como religioso del norte de Europa. La posibilidad de seguir considerándose cristianos sin necesidad de someterse a la jerarquía católica los impulsa a dar este paso.

Paulatinamente este protestantismo histórico desarrolla como un sólo movimiento la empresa de transformación social y espiritual de las tierras latinoamericanas cobijados por los postulados de la libertad de conciencia, propiedad privada, y democracia republicana características de la Inglaterra protestante que para muchos sirve de modelo.

Las disputas con el ala conservadora de los países latinoamericanos no siempre son meramente de intercambio de ideas, sino que en la mayoría de las veces se trata de conflictos violentos en los cuales el conservadurismo busca la purga de este tipo de pensamiento que amenaza con derruir las estructuras piramidales constituidas desde la colonia.

Estos primeros movimientos protestantes se encuentran vinculados tan profundamente al pensamiento liberal Europeo, propio de las clases altas, que poco o nada logra en sus esfuerzos por difundirse entre la cultura popular latinoamericana. Frente a una religiosidad católica que tiene más vínculos con los aspectos mágicos de la religión, la idea de un cristianismo reflexivo es algo absolutamente incomprensible.

El proyecto “civilizador” que se plantean pues los liberales-cristianos es el de la transformación de sus entornos sociales por medio de la educación de las masas. Es así que su principal arma de evangelización sean las escuelas y colegios en los cuales se pretende formar a la futura élite intelectual de los países latinoamericanos. De todos modos, la lucha que los conservadores mantienen contra los liberales también considerará estos establecimientos procediendo en algunos casos al cierre de los mismos cuando los primeros llegan al poder.

Aún cuando el modelo de protestantismo histórico mantiene una línea de pensamiento y acción más cercana a las líneas de pensamiento protestante clásico, el poco impacto que logran en el grueso de la población latinoamericana hará que su esfuerzo termine por desaparecer casi del todo.

Quienes toman el lugar del cristianismo político-liberal son los movimientos protestantes de corte evangélico conservador de los Estados Unidos por un lado y los movimientos protestantes más cercanos a la teología de la liberación, por otro lado.

Y con familia conservadora

Los movimientos evangélico-conservadores de los Estados Unidos empieza a llegar desde finales del siglo XIX con un mensaje más directo y espiritual, lo cual cala de mejor manera en las masas latinoamericanas. A la par, llegan o empiezan a surgir los movimientos pentecostales igualmente conservadores en lo político y cuyo mensaje se vincula de manera adecuada a la religiosidad popular católica de América Latina. Ambos movimientos experimentan un crecimiento exponencial a partir de la década de los cincuenta cuando se empieza a dar un paulatino proceso de industrialización de las naciones latinoamericanas que sectoriza a las clases pobres en las periferias de las grandes ciudades a donde llegan en busca de empleo y se encuentran sin la vinculación espiritual católica que tenían en sus pueblos.

Ante el crecimiento exponencial de los grupos evangélicos y principalmente pentecostales, los grupos protestantes históricos pierden su ya debilitada fuerza en el continente como representantes del pensamiento y la fe de Lutero. Ahora bien, el debilitamiento de su reflexión clásica no se da sólo por el crecimiento de los grupos conservadores o por el poco impacto social logrado durante el siglo XIX. La guerra fría imprime en las tierras latinoamericana una polarización alrededor del marxismo que empuja a las iglesia a tomar posturas en función de dicho pensamiento. O se está a favor o en contra del marxismo. Las iglesias evangélicas, apoyadas o no por Washignton, mantienen una línea ultraconservadora de rechazo al marxismo y de enfoque mayoritario en la salvación de las almas. Esto los hace políticamente convenientes para la lucha de los Estados Unidos y de allí el eventual apoyo que recibieron en algunos casos los movimientos evangélicos.

Sus hijos son socialistas

Por otro lado, algunos de los teólogos más importantes de las iglesias históricas encuentran en la interpretación marxista de la historia y en la “teoría de la dependencia” de Celso Furtado y Fernando Henrique Cardoso puntos de apoyo para el viraje que ven necesario en un momento en el cual su modelo liberal parece caduco o incluso “pro-imperialista”. El ISAL será ese espacio de reflexión que marca el fin del liberalismo político protestante y el volcamiento total hacia las ideas socialistas. A partir de este punto, la reflexión teológica del protestantismo histórico dejará, por un lado su vertiente política liberal y por otro lado, sus raíces protestantes para asumir en parte el tomismo católico de la teología de la liberación.

Aún cuando la caída del muro de Berlín en 1989 marca un nuevo momento en la reflexión teológica y en la situación de las iglesias protestantes, evangélicas y pentecostales, en muchos aspectos, el olvidado proyecto liberal sigue quedando relegado.

La reflexión teológica protestante, ante ambigüedades teóricas como “el socialismo del siglo XXI” parece sentirse motivada a retomar el camino del apoyo a propuestas antidemocráticas como es el caso de los populismos ricamente abastecidos por el repunte de los precios de los bienes primarios, principalmente el petroleo.

Por su parte las iglesias evangélicas y pentecostales apenas empiezan a surgir de su autocensura teológica y parecen suplir la carencia de reflexión en aspectos como la eclesiología o la evangelización con elementos sustraídos a la Administración de Empresas o el Marketing.

Aunque su padre sentó las bases del liberalismo

Martín Lutero en su proclama de la dieta de Worms dio talante al protestantismo al declarar que se reusaba a retractarse a menos que se lo persuadiera por medio del testimonio de las Escrituras o de razones evidentes. Así mismo finaliza diciendo: “no puedo ni quiero revocar nada reconociendo que no es seguro o correcto actuar contra la conciencia”. Tanto el testimonio de las Escrituras como la razón marcan la pauta del protestantismo. Estos llevan implícitos tanto la libertad de conciencia ante los gobiernos terrenos como la propiedad de la misma frente a los demás. Este último elemento -la propiedad de la conciencia- será el que más desarrollarán los puritanos hasta llegar a la propiedad privada como uno de los pilares de la democracia. El sacerdocio de todos los creyentes como base del modelo democrático se halla también en los primeros momentos del protestantismo y mal hace la iglesia protestante latinoamericana en descuidarlo para dar paso a modelos jerárquico-estatales en función de la proclama católica de la “opción por los pobres”.

La responsabilidad social nunca fue desdeñada en el liberalismo-político protestante, sin embargo determinar nuestra responsabilidad social, no en términos del “amor al prójimo” sino en función de la lucha de clases, es obviar nuestra razón de ser como Iglesia de Cristo para tomar la espada e imponer el evangelio a los que, consideramos, han pecado contra Dios.