jueves, septiembre 27, 2012

El Primer Mandamiento como Punto de Encuentro

Dámaris Ruyán

Introducción

Los pasajes de Marcos 12:29-30 y Deuteronomio 6:4-5 mencionan el más importante mandamiento: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas». Este pasaje también es mencionado en Mateo 22:37-38 y Lucas 10:27-28 y narran el episodio en la cual Jesucristo tiene diversas discusiones con los líderes judíos en el marco del templo: fariseos y herodianos (Mr. 12:13-17), saduceos (12:18-27), y un escriba (12:28-34). Al citar Jesús, Deuteronomio 6:4-5 como respuesta al escriba, siguiendo básicamente la traducción de la Septuaginta (LXX)1, la confesión se convierte en el punto de encuentro entre el judaísmo y el cristianismo. Un punto en el cual ambas religiones armonizan porque Jesús se coloca en la más genuina tradición judía, que en el nivel del discurso contrabalancea sus disidencias y correcciones a la Ley. A continuación se hace un breve estudio bíblico de Marcos 12:29-30 y Deuteronomio 6:4-5 para luego explicar cómo estas confesiones resultan ser uno de los principales puntos armónicos entre el judaísmo y el cristianismo.

1. El primer mandamiento en Marcos 12:29-30.

El relato del gran mandamiento se encuentra en dos pasajes paralelamente2, en Mateo 22:34-40 y en Marcos 12:28-34. El relato de Marcos es más amplio y ordena el contexto actual del relato siguiendo un criterio temático; ya que coloca primero un relato sobre los fariseos, luego otro sobre los saduceos y un tercero sobre un escriba. Los escribas sin embargo, no constituían parte de ningún partido como los dos anteriores.3 Los fariseos entonces, seleccionan a cierto escriba, experto en la ley para probar a Jesús. Los escribas y fariseos se mostraban extremadamente hostíles pero este escriba amigable es elegido para representar a los fariseos en esta nueva prueba a Jesús.4

Los rabinos discutían con relativa frecuencia sobre cuál era el primer mandamiento o cuál era más suave y fácil de cumplir. En consecuencia era natural que discutiesen la pregunta: «¿Cuál de los 613 mandamientos, 248 de ellos positivos, 365 negativos (de acuerdo a la lista suya) es el más importante de todos?».5 La respuesta más famosa es la que dio Hillel a un prosélito que quería instruirse en la ley y ser independiente: «Lo que quieras para ti, no lo hagas para los demás: en esto se resume la ley, el resto sólo es un comentario; ve y aprende».6 Por otro lado, entre los judíos operaban dos tendencias contrarias. Una de ellas era de analizar la ley, dividiéndola en un sin fin de estudiadas ramificaciones. La otra tendencia era diametralmente opuesta, es decir, de sintetizar, expresar la ley en una breve oración.7

A la luz de este debate, el relato declaratorio expone la respuesta de Jesús a la pregunta de un escriba: ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Tiene la forma de una disputa escolar, la narración refiere la discusión entre maestro y discípulo, y no un relato de controversia8 en el cual se deseaba saber cuál era el mandamiento más importante de todos. Es así como Jesús viendo la sinceridad del escriba, le dio una contestación inmediata y clara, citando el gran resumen que Moisés había hecho en la Ley.9 Jesús respondió:

El más importante es: «ESCUCHA, ISRAEL; EL SEÑOR NUESTRO DIOS, EL SEÑOR UNO ES; Y AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE, Y CON TODA TU FUERZA». (Mar 12:29-30 LBA)

En el original hebreo la primera palabra de esta cita es Shemá que significa en español oír, escuchar, interpretar.10 El shemá desempeñó un gran papel en la piedad judía y en la exégesis y teología rabínicas posteriores.11 Afirmaba la base de la fe judía, la base misma del monoteísmo, en donde enfatiza que este Uno y Único Dios desea ser amado. Esto está en armonía con el hecho que Dios es amor, enseñanza reflejada en el Nuevo Testamento (Jn. 3:16, Ro. 5:8, 8:32, etc.).

En cuanto a la manera en que Dios espera ser amado, los textos de los evangelios que citan Deuteronomio 6:5 tienen ciertas diferencias. Mateo menciona corazón, alma y mente; Marcos, corazón, alma, mente y fuerza; Lucas, corazón, alma, fuerzas y mente; el Texto Masorético, corazón, alma y fuerza; y la Septuaginta, mente, alma y fuerza.12 En Marcos, Jesús hace un fuerte énfasis en que corazón, alma, mente y fuerza deben cooperar en amar a Dios.

El amor nace del centro mismo de la personalidad, del corazón y del alma, pero también, y no en menor grado de la inteligencia y de las fuerzas del ser humano.13 El corazón es el centro mismo de la existencia del hombre, la fuente principal de sus pensamientos, palabras y hechos, simboliza a las emociones. El alma, indica la suma total de la vida que se eleva sobre lo físico14, aquello que hace ser, que da dignidad, personalidad, individualidad.15 La mente no sólo es el asiento y centro de la vida puramente intelectual sino también de las disposiciones y actitudes.16 Y las fuerzas, todo aquello que se posee, que se tiene y que debe ser puesto al servicio de otro.17

El mandamiento: «Amarás al Señor tu Dios», llama a una entrega a Dios que es voluntaria, personal, completa y sincera, esto es enfatizado por la cuádruple repetición «con todo», un amor superlativo. El sincero amor de Dios no debe ser correspondido a medias, y luego Jesús menciona que este amor debe ser reflejado hacia el prójimo. Ésta es la respuesta que el escriba recibe a su pregunta, la cual recibe con sumo deleite.

2. El primer mandamiento en Deuteronomio 6:4-5.

El pasaje en Marcos tiene estrecha relación con el pasaje de Deut. 6:4-5, en donde se encuentra el Shemá. En la tradición rabínica su confesión o declaración se definía como la «aceptación del yugo del reino celestial», fue una confesión litúrgica con la que el adorador se comprometía a ser fiel a la alianza y al Dios de ella, Yahvé.18

En Deuteronomio, luego del hacer memoria de la experiencia sinaítica, Moisés hace una explicación más extendida del pacto el cual es introducido por la frase denominada Shemá (Dt 6:4-5, este orden comparte la forma básica de los tratados del antiguo Cercano Oriente19). El Shemá se genera cuando Yahvé ratifica el pacto y específica los términos del mismo con su pueblo escogido y estos versículos vienen a ser el eje de toda la unidad, todo el libro es un comentario de estos dos versículos.20

El Shemá contiene una verdad fundamental de la religión de Israel, un solo Dios, el monoteísmo estricto de que no hay más Dios que Yahvé.21 «Oye, Israel: Yahvé, nuestro Dios, es él solo Yahvé». En esta frase destaca el sentido de pertenencia y la entrega amorosa de todo el ser del pueblo en correspondencia al amor que Yahvé ha mostrado por su pueblo22 en Egipto, en el Sinaí y la experiencia en la historia que de ahí arrancó. Con Él había andado Israel su camino (Ex. 33) y lo había vivido, y en Él lo había experimentado.23 El shemá entonces viene a ser una fuerza creadora de identidad y coloca la responsabilidad del compromiso en cada individuo que la recite.

La consecuencia lógica del reconocimiento de Yahvé como uno solo es el amor a Dios de manera total24: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza”. El israelita debía reconocer a Yahvé como su único Dios, lo cual está en contradicción con la cultura de la época. El amor a Yahvé en el Antiguo Testamento pertenece al contexto de la alianza; este concepto de amor lo explica Windfield de la siguiente manera:

(...)se ha demostrado recientemente que el concepto del amor de Dios en el libro de Deuteronomio es en realidad tomado de la vida política de la Antiguo Cercano Oriente. La lealtad política se expresó en general por la palabra amor. Así, el rey, demanda la lealtad de sus súbditos con la orden: “Amádme como a ustedes mismos”. Por lo tanto el soberano exige el amor vasallo del corazón y del alma o el amor incondicional. Amar al rey con un corazón entero significó la ruptura de todo contacto con los otros poderes políticos: nos encontramos en los tratados donde establecen que el soberano con frecuencia advierte al vasallo a no transferir su lealtad a otros reyes, ni para servir a sus deseos.25

Así lo estipulado en los tratados políticos que demandaban la absoluta lealtad al rey corresponde sorprendentemente a la creencia religiosa en una deidad única y exclusiva26, pero en este caso, Yahvé impone sus preceptos como Señor absoluto en un contrato que podemos llamar «vasallaje».27 Yahvé gobierna a Israel y la vida de Israel depende de su reconocimiento como soberano.28

De este modo lo jurídico y lo religioso estaban estrechamente vinculados. Se exigía lealtad exclusiva, el Dios de Israel era un Dios celoso, que no admitía ningún rival. La religión de Israel excluía la posibilidad de lealtades duales o múltiple como se permitió en otras religiones, donde el creyente estaba destinado a las diversas relaciones a muchos dioses (dioses egipcios y cananeos). En el antiguo Oriente no se puede señalar un fenómeno religioso similar, ya que todos los esquemas religiosos de la antigüedad son politeístas a base de la divinización de las fuerzas de la naturaleza.29 La demanda de amar a Dios es una relación pactal establecida por Yahvé que siempre había permitido una variedad de sentimientos, pero es importante enfatizar que la experiencia del amor de Yahvé por Israel ya había precedido a esta demanda. Debido a este amor de Yahvé, la gente estaba llamada a amar a Dios con todo su ser a través de la expresión de obediencia voluntaria y gozosa a los mandamientos de Dios.30

La profundidad y la amplitud de esa demanda es incorporada por el hecho de que abarca el corazón, el alma y la fuerza del pueblo de Dios, aquí visto colectivamente como un compañero de pacto. El corazón es, en la antropología del Antiguo Testamento, el mar de la inteligencia, lo que equivale a la mente racional o parte de la humanidad. El alma, se refiere a la parte invisible de la persona, su voluntad y su sensibilidad. La fuerza es, por supuesto, el lado físico con todas sus funciones y capacidades. Es decir, Israel debía amar a Dios con toda su esencia y expresión.31 Esta expresión también es requerida hacia el prójimo, lo cual constituye la otra parte de este mandamiento que no se desarrolla en el presente trabajo, ya que solamente se limita a explicar brevemente el primer mandamiento.

3. Judaísmo y cristianismo en un punto de encuentro.

El presente escrito manifiesta las implicaciones y la trascendencia que tiene el primer mandamiento en la vida de los israelitas. Estos versículos (Mr. y Dt.) presentan la expresión de un pueblo convocador y convocado (shemá) con la afirmación de Dios como único Dios, la manifestación de cómo debe ser amado este Dios.

Desde el principio Dios demanda de su pueblo amarle con toda su esencia dado que Él les amó primero. El amor de Yahvé se refleja en cada una de las acciones en favor de Israel desde la época patriarcal, su recorrido por Egipto y su paso por el desierto Sinaí, es por ello que Yahvé ratifica el pacto a la correspondiente generación de israelitas que estaban por entrar a la tierra prometida. Ésta ratificación del pacto tiene como esencia el más importante de los mandamientos “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” basado en que Yahvé es el único Dios de Israel.

Esta importante afirmación repetida a través de las generaciones por los judíos piadosos llega a ser una expresión usada por Jesucristo. Jesús contesta a los rabinos interesados en tentar a Jesús: «El más importante es: Oye Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas», lo cual hizo que sus oidores tuvieran mayor dificultad en discutir con él sobre el tema. Este acercamiento bíblico trae a la memoria la más antigua confesión judía repetida hasta nuestros días, que también es apropiada por los cristianos a través de Jesucristo.

Conclusión

El primer mandamiento de Deuteronomio 6:4-5 y Marcos 12:29-30 son pasajes que presentan puntos de encuentro entre dos religiones declaradas monoteístas: judaísmo y cristianismo. Ante esta situación se debe reconocer que las religiones poseen un importante potencial ético expresado por medio de preceptos fundamentales que hay que practicar siempre y en todo lugar.32


__________
  1. Mercedes Navarro Pueto, Marcos (Navarra, España: Editorial Verbo Divino, 2006), 445.
  2. Se encuentra también en Lucas 10:25. Si bien no tiene paralelo hay algunos rasgos similares.
  3. Vincent Taylor, Evangelio Según San Marcos (Madrid, España: Ediciones Cristiandad, 1980), 583.
  4. Guillermo Hendricksen, Evangelio según San Marcos de Comentario del Nuevo Testamento (Michigan, EE.UU: Subcomisión Literatura Cristiana, 1987), 495.
  5. Ibid.
  6. Taylor, 585.
  7. Hendricksen,504.
  8. Taylor, 585.
  9. Ernesto Trenchard, Exposición del Evangelio según San Marcos (Madrid, España: Editorial Literatura Bíblica, 1971), 156.
  10. Francis Brown, The Brown-Driver-Brigggs Hebrew and English Lexicon (USA: Hendrickson Publishers, 2008), 1033.
  11. Taylor, 585.
  12. Eugene H. Merrill, Deuteronomy Vol. 4 de The New American Commentary (Broadman & Holman Publishers, 1994), 165-66.
  13. Taylor, 586.
  14. Hendricksen, 322.
  15. Jacir de Freitas Faria, La relectura del Shema Israel en los Evangelios, 2001, 52
  16. Hendricksen, 505.
  17. Jacir de Freitas Faria, La relectura del Shema Israel en los Evangelios, 2001, 52
  18. Edesio Sánchez, Deuteronomio (Buenos Aires, Argentina: Ediciones Kairós, 2002), 189.
  19. David S. Dockery, Comentario Bíblico Conciso Holman (Tennesy, EE.UU: Broadman & Holman Publishers, 2005), 65.
  20. Sánchez, 190.
  21. Maximiliano García Cordero, Pentateuco, Vol. 1 de Biblia Comentada (Madrid, España: Biblioteca de Autores Cristianos, 1967), 934.
  22. Op. cit., 935.
  23. Horst Dietrich Preuss, Yahvé elige y obliga, Vol. 1 de Teología del Antiguo Testamento (España: Editorial Desclée de Brouwer, 1999), 140.
  24. Sánchez, 191.
  25. Moshe Weinfeld, Deuteronomy and the Deuteronomic School (Indiana, EEUU: Eisenbrauns, 1992), 81.
  26. Op. cit., 81.
  27. Maximiliano García Cordero, La Biblia y el legado del antiguo Oriente (Madrid, España: Biblioteca de Autores Cristianos, 1977), 321.
  28. Sánchez, 191.
  29. García Cordero, 307.
  30. Peter C. Craige, The Book of Deuteronomy (USA: Willima B. Eerdmans Publishig Company, 1976), 170.
  31. Merrill, Deuteronomy, 165-66.
  32. Juan José Tamayo, Otra teología es posible ( España: Editorial Herder, 2011), 69.