viernes, mayo 06, 2011

Rinderpest y erradicación de enfermedades: ¿Una extinción controlada?

Gustavo Sobarzo

El 9 de Diciembre de 1979 es una fecha histórica para la medicina, y también para la ciencia en general. En ese año se certificó, tras al menos 2 años sin ningún caso clínico ni diagnóstico viral, la erradicación a nivel mundial del Variola virus, agente causante de la viruela. Hasta la primera mitad del silglo XX, esta temida enfermedad cobraba unas 2 millones de vidas cada año y aproximadamente unas 10 millones sufrían las deformaciones características de esta patología. Es por eso que el hecho de erradicar el virus fue y es un fenómeno de envergadura y regocijo mundial.

Es posible que este año, el 2011, sea recordado por un hecho similar. Para este año la FAO (Food and Agriculture Organization, organismo parte de la ONU) espera poder certificar la eliminación a nivel mundial del virus de la peste bovina o Rinderpest. Esta sería la primera enfermedad viral de importancia veterinaria en ser erradicada, y el segundo virus tras treinta años de la erradicación de la viruela. Tal vez no tenga la rimbombancia ni el beneficio tan directo para la mayoría de las personas como la tuvo la viruela, sin embargo para aquellos países en los cuales Rinderpest tiene un historial tan oscuro como tal vez lo tuvo viruela, es una noticia remarcable.

La peste bovina afecta a bovinos, ovinos, búfalos, antílopes y cerdos, y es una enfermedad altamente contagiosa y letal. Naturalmente endémica de Eurasia, a fines del siglo XIX causó la muerte de aproximadamente un 90% de la población de animales de abasto y gran parte de la fauna silvestre nativa del África Sub-sahariana. Los países más afectados fueron Etiopía, Somalía y Sudán, en los cuales la hambruna resultante cobró la vida de millones de personas. La enfermedad fue erradicada de Europa a principios del siglo XX, y lo mismo pasó luego en Asia, sin embargo desde el año 1960, continúan apareciendo brotes en el África Sub-sahariana. El programa de erradicación de la FAO espera llegar a buen término este año, y que esta enfermedad se convierta en historia.

Pero, ¿qué significa en la práctica la erradicación de una enfermedad? Tal vez suene sumamente alentador enterarse de la derrota definitiva de males que han mermado poblaciones humanas y animales, sin embargo el proceso que finaliza con la erradicación de una enfermedad no es algo automático, sino una actividad constante que puede tomar décadas o siglos concluir. Primeramente, no cualquier enfermedad es susceptible de ser erradicada. Al menos no como actualmente se llevan a cabo las campañas de control y erradicación. Una enfermedad candidata a la erradicación debe ser producida por un agente infeccioso que cumpla una serie de requisitos, dentro de los cuales por ejemplo se encuentran: conocer su biología, su ciclo de vida y también disponer de algún tipo de inmunización (vacunas) o tratamiento para los casos existentes. Aún contando con estos requisitos, la eliminación de un agente infeccioso es un programa que requiere el esfuerzo conjunto muchas veces de naciones completas, o inclusive continentes. La falta de armonía entre los pueblos ha tenido como resultado, en un número no despreciable de casos, la imposibilidad de erradicar enfermedades, puesto que al no poder trabajar en conjunto no hay instauración de políticas de control que finalmente den cuenta del agente infeccioso. Todo esto conlleva a que el proceso de erradicación sea sumamente costoso, económicamente hablando. Cada región que desea erradicar un agente infeccioso debe invertir millones de dólares anuales en diagnóstico, medidas de control, inmunizaciones, campañas de educación, etc. Y aún cuando todo sea implementado, hay ocasiones en que nada funciona.

Pese a estas dos ‘victorias’ sobre los virus Variola y Rinderpest, la Organización Mundial de la Salud actualmente se encuentra en una lucha cuerpo a cuerpo por erradicar al menos 20 otras enfermedades infecciosas que asolan a poblaciones enteras en el mundo. Hoy por hoy se lucha hace décadas por eliminar de la faz de la tierra al virus de la Polio, los virus Influenza, Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), dracunculiasis, brucelosis, malaria, VIH etc. ¿Por qué no lo han conseguido? La pobreza, las guerras, los gobiernos corruptos, los reservorios naturales, las mutaciones virales, la falta de investigación, entre otras causas, han sido sus principales enemigos1.

A modo personal creo que ciertos aspectos de la erradicación de enfermedades infecciosas merecen la pena ser estudiadas y reflexionadas.

En primer lugar, es indiscutible el enorme beneficio que conlleva la eliminación de un agente infeccioso, cuyo efecto en la vida de miles (o millones) de personas es liberador, terminando con muerte y sufrimientos. Sin embargo, hay algunos beneficios anexos que son indirectos tales como la organización de sistemas de salud, la cooperación entre diferentes estamentos políticos, científicos e inclusive religiosos.

Existe otra cara, sin embargo, de la erradicación. Erradicar significa eliminar para siempre un agente infeccioso. En otras palabras, la extinción de un agente biológico, que puede ser un virus, una bacteria, un protozoo, un parásito, un hongo o un artrópodo, por ejemplo. Resulta curioso que mientras existe preocupación mundial por la extinción de diferentes especies por acción del hombre, a la hora de acabar con un ser vivo que lamentablemente se ha convertido en un depredador del ser humano, no sean tantas las objeciones para hacerlo. (Personalmente no digo que no deba hacerse, sino que es algo que llama mi atención). Recordemos que la extinción es un proceso irreversible, en que el código genético que define a una especie desaparece para siempre. Insisto, irreversible. El patrimonio genético de nuestro planeta es único e irrepetible. Existe por lo tanto un costo que debe ser evaluado antes de ejecutar un programa como estos. Este punto ha sido en parte considerado en los programas de erradicación de la Viruela y Rinderpest. Por ejemplo, pese a lo peligroso que sería la diseminación del Variola virus hoy, en una población humana no inmunizada, aún se mantienen cepas del virus viable en laboratorios en EEUU y en Rusia. ¿Por qué no nos atrevemos a dar el golpe de gracia final a estos virus?

Tal vez sea también por mi último punto de reflexión, y es que hasta cierto punto somos incrédulos de la verdadera capacidad que tenemos como humanos de eliminar la vida que el Creador ha dejado junto a nosotros. En todo programa de erradicación se considera la enorme dificultad que hay para garantizar en un 100% que el agente ha sido erradicado. Siempre está la posibilidad de un pequeño brote, de infecciones silentes, de cultivos olvidados… ¿y qué pasa si salen a la luz de manera descontrolada? ¿si no podemos tener la cepa original para saber qué pasó? ¿si no podemos elaborar vacunas o antídotos? ¿y si…? En fin, no hay posibilidad de que estemos seguros de poder hacer una extinción controlada. Tampoco podemos predecir con exactitud lo que hará en un determinado ecosistema la extinción de una especie. Aunque sea una especie patógena.

Espero que pronto tengamos más felices noticias sobre el control de enfermedades infecciosas, pero invito al lector a pensar en estas cosas. Quizás quienes compartimos la fe cristiana tengamos algo que decir sobre esta práctica. Quizás debamos apoyarla con todas nuestras fuerzas, o tal vez invitar a una reconsideración. Por ahora sólo me atrevo a dejar la puerta abierta a la investigación y la reflexión.

Referencias