jueves, julio 11, 2013

Vol. 2 Res. 2 - Science et religion sont-elles antagoniques?

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BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Science et religion sont-elles antagoniques? Paris, Éditions Salvator, 2011.

Juan Navarrete Cano
Depto. de Teología - Sede Coquimbo, Universidad Católica del Norte, Chile.
Faculté de Théologique, Université Catholique du Louvain-la-Neuve, Bélgica.


La Colección “Controverses” de la editorial Salvator nos entrega un nuevo texto sobre el fecundo diálogo entre ciencia y religión que se ha desarrollado en el mundo francófono. En la misma colección ha aparecido otro interesante texto sobre este diálogo titulado “L’Univers a-t-il un sens?” de Jean Audouze y Thierry Magnin1 que comentaré en una próxima entrega.

En el texto que comentamos se presenta el diálogo tenido en tres ocasiones, septiembre y Diciembre de 2009, en la Université Catholique de Lille entre Jean-Luc Blaquart y Stanislas Deprez. Jean Luc-Blaquart es doctor en Filosofía y Teología, ha sido decano de la Facultad de Teología de Lille entre 1999 y 2008. Actualmente dirige el Instituto de Filosofía y de Ciencias de las Religiones de la Universidad Católica de Lille y es miembro del Consejo Científico del Instituto de estudios de hechos religiosos. Stanislas Deprez es doctor en filosofía y maestro en sociología. El enseña en la Facultad de Teología de la Universidad de Lille, donde dirige el grupo de investigación sobre “Lo humano en las fronteras”.

Este libro se divide en tres capítulos. El primer capítulo trata sobre “Ciencia y religión: ¿antagonismo o malentendidos?” (p. 11-40), el segundo sobre “El círculo de Viena y de lo que se les escapa” (41-81) y el tercero sobre “La felicidad y el sentido” (83-115).

Primer capítulo “Ciencia y religión: ¿antagonismo o malentendidos?”

Blaquart y Deprez se preguntan si es que el antagonismo, la oposición entre religión y ciencia es irreductible y definitiva y no será, en parte, fruto de un malentendido a causa de las diferencias entre las distintas caminos de sus respectivas formas de conocer.

Las ciencias pueden caracterizarse como un conocimiento centrado en la producción de conceptos asociados a la coherencia, la ley y la experimentación. Donde, a pesar de las diferencias internas, se puede hablar de un mismo método de conocimiento. Situación muy diferente al dominio religioso donde lo plural es mucho más significativo. Se puede hablar de homogeneidad de las ciencias y diversidad de lo religioso.

Siguiendo con la idea anterior de homogeneidad y diversidad Blaquart dice que “Hay de un lado una ciencia relativamente uniforme por su lenguaje, su método, y del otro culturas que dan sentido en función de tradiciones “religiosas” unidas a un patrimonio heredado transmitido de generación en generación”2.

El cristianismo tiene una relación particular con la ciencia. El cristianismo ha hecho salir nuestra sociedad occidental de un tipo de religión sacra que ha permitido, en cierta manera, el surgimiento de la ciencia moderna. Hay una relación histórica entre la fe cristiana y la ciencia. De parte de la Iglesia su relación con las ciencias ha sido ambigua.

Encontramos en los relatos del Génesis la expresión de la fe en la creación considerando el saber de la época. Además en los orígenes de la ciencia está presente la sabiduría. La racionalidad griega, por una parte, busca la sabiduría a partir la investigación sobre la objetividad universal, apoyada en la lógica, la matemática y la argumentación. Aunque sus conocimientos están orientados a ser un modelo para la vida del hombre, para la configuración del alma. La tradición judío-cristiana, por otra parte, ha integrado la sabiduría del oriente próximo. El creyente no debe descuidar la ciencia, rechazar la ciencia y la filosofía es como “si ellos (los cristianos) pretendieran recoger inmediatamente las uvas sin haber cuidado la viña”3. Esta relación armónica o, al menos, integradora, se mantuvo durante la edad media. El conflicto comienza con la ciencia moderna.

La ciencia moderna cambia. El principal cambio es la separación y distinción, no necesariamente oposición, entre el ámbito de la ciencia y el de la religión: “eso que separa, son dos “cómo”: “cómo está (va) el cielo” y el otro “Aquí hay una distinción que me parece importante remarcar.

Habitualmente a la hora de distinguir el itinerario de la ciencia del de la religión se dice que la ciencia se ocupa del “cómo” y la religión del “por qué” de las cosas. Aquí se muestra que si bien los aspectos existenciales (en los que estaría la religión) la ciencia los deja abiertos, pero hay que agregar que si bien se preocupa del cómo de las cosas, los descubrimientos que haga en este campo condiciona evidentemente las respuestas del “por qué”. Agrega Blaquart “El “cómo” habla de los medios, el “por qué” de un fin, pero que no aporta nada de nuevo a el “cómo”4.

Como parte de este conflicto está el hecho que podemos hablar en la ciencia de un “ateísmo de método”. La teoría darwiniana de la evolución es un programa de investigación en crecimiento y falsables (siguiendo la teoría de Popper sobre el “falsacionismo” que afirma que toda teoría científica puede ser refutaba al ser sometida a prueba, su “veracidad” es siempre transitoria, nunca definitiva), el hecho que una teoría no explique todo es un signo de su cientificidad, ella se ocupa sólo de los fenómenos de la naturaleza que pueden ser explicados a partir de las teorías científicas”.

Ahora bien, esto no implica, necesariamente, una oposición radical con la metafísica, como sostienes algunos epistemólogos de la ciencia. Esta concepción anti-metafísica se inscribe en la línea del neopositivismo, afirma Deprez. Blanquart está de acuerdo con Deprez si se entiende que la ciencia no viene a destruir las creencias, los científicos igual son “creyentes”, en cuanto la verdad científica implica compartir un ideal, una convicción, hace confianza en una comunidad científica.

Como podemos ver en este capítulo lejos de ser una cuestión simple, la relación entre ciencia y religión es compleja, abordar esta problemática implica hacerse cargo de diferentes aristas y superar los “lugares comunes” que son utilizados habitualmente para simplificar y resolver de manera apresurada la tensión entre ambas.

Segundo capítulo: “Del Círculo de Viena y de eso que se le escapa”

En este capítulo se aborda, a partir de la descripción de la propuesta científica-filosófica del Círculo de Viena, una ´profundización de la tensión entre ciencia y metafísica. Para el Círculo “la realidad no reside en otro-mundo del que este mundo sería la copia o la sombra, proclama el Manifiesto (del Círculo de Viena). No hay enigmas insolubles, todo conocimiento es un derecho y es accesible a todos”5. En este combate a la metafísica hay un elemento político que no se puede dejar de considerar, el remplazo de la metafísica por las ciencias tiene por objetivo la emancipación de las masas.

La cuestión es saber si un lenguaje, sea el más lógico, puede tener a solas, sin presupuestos, y si la ciencia puede tener esta pretensión.

Deprez muestra como desde las matemáticas (Gödel y Church) ya en los años 30 han mostrado que la matemática y la lógica no pueden ser el lenguaje neutro reivindicado por el Círculo de Viena. Además, Quine ha mostrado que en el empirismo, del que es parte el Círculo de Viena, hay dos “dogmas”. El primero: “concierne a la distinción entre las verdades analíticas –independientes de los hechos empíricos- y las verdades sintéticas –fundadas sobre la experiencia. El segundo dogma es el reduccionismo, según el cual cada enunciado dotado de significación es un conjunto lógico de enunciados de base, que renvían a una experiencia inmediata”6. Quine va afirmar que no hay enunciados que se imponen come postulados, como puntos de partida absolutos. Siempre estos enunciados están en función de una teoría particular.

Blaquart dice que este es el motivo por el cual “el desarrollo de las ciencias no se hace independientemente de la cultura global. Los científicos piensan y reflexionan en un lenguaje que no es exclusivamente formalizado matemáticamente, es también el lenguaje común, que imponen su estructura gramatical, lógica y casi metafísica”7. Además la naturaleza no habla de ella misma, ella responde a las cuestiones que nosotros le hacemos.

Lo difícil de asimilar para el cristianismo es que la ciencia, afirma Deprez, es materialista, atea y anti-finalista por método. Esto genera un proceso de autonomía de la ciencia frente a la religión. Pero no hay que olvidar que la ciencia moderna ha sido inventada por creyentes. Podemos decir que las historias de la ciencia y de la religión están interrelacionadas, ligadas. La paradoja es que el cristianismo como religión ha retardado y combatido el desarrollo de la ciencia moderna, a pesar que ella ha inspirado su aparición. Blanquart sostiene que “la Iglesia católica ha puesto en ciertos puntos prohibiciones a priori al progreso de las ciencias, en lo relativo, por ejemplo, a los orígenes de la vida o de los seres humanos. Ella se ha resistido a la autonomía de la naturaleza y de la ciencia, como a la de la sociedad y de la política, o a la del individuo y de la libertad de consciencia: ella a combatido todos estos principios de la modernidad, y vemos aún algunos vestigios medio siglo después del Vaticano II”8.

Pero también hay que reconocer la dimensión metafísica de la ciencia: monismo, materialismo, ateísmo metodológico, anti-finalismo. Y, además, admitir que la ciencia es portadora de una visión de vida, y que esta visión es una elección que no se impone naturalmente a todos, aunque sea evidente.

Capítulo tercero: “La felicidad y el sentido”

Hay una paradoja en la ciencia moderna, por una parte ha renunciado a la pretensión de guiar a los hombres hacia la felicidad, ha renunciado a conocer el fondo mismo de lo real que apuntaba la metafísica. Pero, por otra parte, para nuestra felicidad la ciencia requiere un piloto, es decir, nuestra responsabilidad. La ciencia tiene necesidad para su desarrollo de ser aceptada e integrada en la vida del individuo y de la sociedad.

Hoy día el saber científico es un poder que ha manifestado sus capacidades de dominación, no puede ser sólo signo de liberación como en los siglos precedentes.

Hoy podemos considerar que las relaciones pueden subsistir entre teorías científicas y las visiones de mundo o del hombre que muestran las tradiciones religiosas. El científico es, también, un hombre que actúa en la sociedad, según las convicciones que no son obligatoriamente fundadas por su ciencia. Una cultura debe permitir una integración mínima entre todos sus elementos y del mundo que ella hace conocer. Hay una ley psicológica de “no disonancia cognitiva”. Hay una necesidad práctica, existencial y social de interdisciplinariedad.

En el trabajo interdisciplinar la ciencia tiene que superar cierto exclusivismo cognitivo. “Cuando remplazamos el relato bíblico de la creación por el del “big bang”, hacemos del lenguaje científico la verdad sobre lo real. Confundimos el mundo de la ciencia con el mundo, y el producto de nuestra cultura con el fundamento del ser”9. La teología se confunde, también, “cuando superpone los dos relatos asimilando comienzo del tiempo y creación del universo”10.

Una reflexión sobre los lenguajes y su diversidad, las diferencias en los modos de significación, permitiría de evitar esta gran mezcla en la que todo puede ser unido indistinta e indiferenciadamente.

Conclusión

A modo de conclusión Blaquart dice “entre ciencia y cristianismo ha habido, a la vez, conflicto y complicidad. ¿Tenían algunas cosas en común? Si, toda una historia […]¿no hay una sola manera de conocer y de responder al “¿cómo?”. ¿Podemos y es necesario reconciliarlas? Si, si reconciliar no significa ‘decir la misma cosa’”11.

Finalmente, podemos decir que este libro nos permite, en la perspectiva del diálogo, de seguir profundizando las implicancias de la relación entre ciencia y religión. Una tarea que, cada vez más, es requerida para aportar a la construcción de una sociedad más integrada y comunicada. Además, desde la perspectiva teológica es importante de profundizar en los matices que puede llegar a tener en nuestro contexto contemporáneo el diálogo entre fe y razón en una cultura marcada, para bien y/o para mal por el paradigma científico-técnico. Esperamos una pronta traducción y publicación en español de este sugerente texto.

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  1. AUDOUZE, Jean y MAGNIN, Thierry. L’Univers a-t-il un sens? 1a éd. Paris : Éditions Salvator, 2010, 94 p.
  2. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Science et religion sont-elles antagoniques? Paris, Éditions Salvator, 2011, p. 18: “Il y a donc d’un côté une science relativement uniforme par son langage, sa méthode, et de l’autre des cultures qui donnent sens en fonction de traditions «religieuses» reliant à un patrimoine hérité transmis de génération en génération”.
  3. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Op. cit. p. 25: “C’est comme s’ils prétendaient récolter immédiatement les grappes de raisin sans avoir soigné la vigne”.
  4. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Op. cit. p. 29: “Le ‘comment ‘ parle alors des moyens, le ‘pour quoi’ d’un but, mais qui n’apporte rien de nouveau au ‘comment’.”
  5. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Op. cit. p. 44: “La réalité ne réside pas dans un arrière-monde dont celui-ci serait la copie ou l’ombre. Il n’y a pas d’énigmes insolubles, proclame encore le Manifeste. Toute connaissance est, en droit, accessible à tous”.
  6. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Op. cit. p. 55: “Le premier dogme concerne la distinction radicale entre les vérités analytiques –indépendantes des faits empiriques- et les vérités synthétiques- fondées sur l’expérience. Le second dogme est le réductionnisme, selon lequel chaque énoncé doué de signification est un assemblage logique d’énoncés de base, renvoyant à une expérience immédiate”.
  7. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Op. cit. p. 59: “C’est pourquoi le développement des sciences ne se fait pas indépendamment de la culture globale. Les scientifiques pensent et réfléchissent dans un langage qui n’est pas exclusivement mathématiquement formalisé, mais est aussi le langage commun, qui impose sa structure grammaticale, logique et quasi métaphysique”.
  8. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Op. cit. p. 73: “L’Église catholique a opposé sur certains points aux progrès des sciences des interdits a priori, concernant par exemple les origines de la vie ou celles de l’homme. Elle a résisté à l’autonomie de la nature et de la science, comme à celle de la société et de la politique, ou celle de l’individu et de la liberté de conscience : elle a combattu tous ces principes de la modernité, et on voit encore quelques vestiges un demi-siècle après Vatican II”.
  9. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Op. cit. p. 102: “Quand on remplace le récit biblique de la création par celui du «big bang» on fait du langage scientifique la vérité sur le réel. On confond le monde de la science avec le monde, et le produit de notre culture avec le fondement de l’être”.
  10. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Ibid. “quand elle superpose les deux récits en assimilant commencement du temps et création de l’univers”.
  11. BLAQUART, Jean-Luc y DEPREZ, Stanislas. Op. cit. p. 117: “Je dirais pour conclure qu’entre science et christianisme, il y a eu à la fois conflit et complicité. Avaient-ils donc quelque chose en commun ? Oui, toute une histoire […] il n’y a pas une seule façon de connaître et de répondre au ‘comment ?’ ; peut-on et faut-il les réconcilier ? Oui, si réconcilier ne signifie pas ‘dire la même chose’.”